Capítulo 36.

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En el camino a casa de Emilia ella no dejó de hablarme de Martina, y de mostrarme fotos que traía en su celular. Tan bonita Martina, así como su mamá. Bajamos del auto y caminamos hacia la casa aún hablando sobre la pequeña.

—Ya quiero que la conozcas, ven, es por aquí.

La pelinegra me guió y entramos a la casa, la mamá de Emilia se encontraba sentada en el comedor, ella me dió una mirada rápida y luego a mi amiga.

—Hola ma, mira ella es...

—Que bueno que nos visitas, ya ni me acordaba de tu cara —interrumpió la mujer, molesta.

Oh, no.

A ver mamá no empieces, vengo siempre que puedo, ya, mira...

—Siempre que puedes, pues no es suficiente, parece que ya quedó claro —se levantó.

—¿Puedes esperarme afuera? —Emilia volteó a verme y asentí lentamente.

No salí, me quedé apoyada detrás de la pared.

—¿Ya quedó claro qué? —Emilia se dirigió nuevamente a su mamá.

—Que no puedes cuidar a tu hija, que prefieres fiestas, los novios, las tarugadas.

—A ver mamá, no seas injusta, vengo casi siempre.

—¡Casi siempre! ese es el problema, que es casi mamá, que Martina te necesita y que yo ya estoy muy cansada.

—Pero en eso habíamos quedado, ¿no? Yo iba estudiar y tú me ibas ayudar a cuidarla.

—Pues sí, pero ya lo pensé bien, yo veo a una niña jugando a ser mamá y a una bebé que no puede depender de ella.

—¿Bueno y qué piensas hacer?

Hubo un silencio...

Lo siento en el alma Emilia, pero estoy consultando un abogado para pedir la patria potestad de Martina.

¿Qué?

No me puedes hacer esto, ¿estás loca?

—No, lo que estoy es muy cansada, y Martina es la que peor la pasa, entiende.

—Pero no me la puedes quitar mamá, es mi hija.

—Es tú hija cuando quieres, cuando puedes, se acabó Emilia.

—Sí, sí se acabó porque me la voy a llevar.

—¿A dónde? ¿al colegio? ¿Dónde no pueden ni saber que existe?

—Pues no sé, pero te vale, lo importante es que no te la lleves.

—Emilia.

Escuché unos pasos alejándose, me asomé un poco y ya no ví a Emilia ahí.

—¿Dónde está? —escuché su voz desde uno de los cuartos.

Ay no...

—Te dije que era enserio, me la llevé y no pienso decirte donde está.

—¡Dime dónde está!

Emilia regresó frente a su madre.

—¡Dámela, no me la puedes quitar porque es mi hija! —gritó sacudiéndola.

—¡Suéltame ya! ¿Qué te pasa? ¡yo no quisiera que fuera de esta manera, pero entiéndelo, es lo mejor para Martina!

La mujer la hizo a un lado y se fue a encerrar en el cuarto, Emilia tomó desesperada uno de los vasos que estaban sobre la mesa y lo tiró al piso.

Like || Claudio Meyer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora