Capítulo 45.

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Victoria aumentó la seguridad en Like, ahora hay más guardias en los alrededores y también en los pasillos del instituto. Ha pasado una semana, y pasaron muchísimas cosas. Mi tía Elena se enteró de lo sucedido, vino a Like y se quedó conmigo todo el día, tuvimos una larga plática.

Christian sigue desaparecido y sigue atormentándome en sueños, en las últimas noches me he despertado llorando por su culpa.

Claudio...

Claudio ha estado conmigo todo el tiempo, apoyándome, haciéndome sentir mejor.

Nuestra relación se ha hecho más fuerte y eso me pone feliz.

El día de hoy hicimos una colecta online para que Thiago pudiera pagar su colegiatura, todo salió bastante bien, después de un lindo abrazo grupal nos despedimos y cada quien se fue por su lado.

—Si, solo hay que decirle a Silverio —Claudio y yo caminamos de la mano hacia su cuarto.

Abrimos la puerta y entramos viendo a Silverio encima de Romi, besándola.

—¡No vimos nada! —exclamó Claudio volteándose rápidamente.

—Sí, no vimos nada, perdón —seguí soltando una risa.

Romina se levantó y yo salí detrás de ella mientras Claudio se quedó en el cuarto con Silverio.

—Que vergüenza, _____ —dijo Romina ahora caminando junto a mí.

—¡Romi, Romi!

Alguien me tomó del brazo y solté un grito.

—¡Perdoname! Dios mío, perdón... no quise asustarte —se disculpó el hermano mayor de León, creo que se llama Abel. — ¿Romi?

—Yo soy Romi —dijo mi amiga levantando la mano.

—¡Ah, bien, Romi! Te estaba buscando porque necesitamos hablar.

—¿Tú y yo? ¿De qué o qué?

—Yo... los dejo.

—¡No! Está bien, puedes quedarte.

¿Okay?

Mira, ya sé que no nos conocemos mucho —se dirigió a Romi y esta soltó una risa nerviosa.

—No, bueno, sé que eres el novio de Isadora y que tu hermano es León pero...

—Sí, justo León y Keiko me hablaron de ti.

—¿Qué te dijeron?

—Pues me dijeron que eras la persona perfecta y sé que suena raro pero te quería pedir un favor para mañana —sonrió.

Romi intercambió una mirada conmigo.

—Entonces... ¿sí?

—Sí —asintió Romi.

—Mañana me caso con Isadora.

¡¿Qué?!

—¡Pero! —exclamó Abel, antes de que Romina y yo gritáramos—Ella no lo sabe, es un secreto, le pediré que sea mi esposa antes, sé que me va decir que sí, ya hemos hablado muchas veces de esto.

Sonrió.

—Romi, quiero que tú des el discurso...

Romi volvió a mirarme.

—¿De verdad?

—Sí, ¿puedes hacerlo?

—Sí, por supuesto.

Like || Claudio Meyer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora