Cuando Sopla El Viento Salvaje

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Tardaron dos días, Luffy había tomado la decisión de volver a su hogar, a la villa Fuusha, donde se crío junto a sus hermanos. Así que, valiéndose de los conocimientos de Nami, de corrientes marinas tan rápidas que podían destruir barcos, y algunas corrientes que ascendían a islas en el cielo y desembocaban en ríos de nubes, lograron darle la vuelta al mundo.
Era terreno inexplorado, solo Roger había llegado tan lejos, y Nami no perdió la oportunidad para registrar todo en mapas para la posteridad.
El viaje fue tan duro y sinuoso, que incuso los polizones tuvieron que ayudar a mantener el barco a flote, aprendiendo bastante sobre cómo navegar en el Nuevo Mundo.
Y ahora, por fin, luego de tanto habían llegado a la isla de Down, en el East Blue, donde todo comenzó.
Luffy y Zoro partieron de este mar siendo apenas unos piratas novatos, sin recompensas por sus cabezas, desconocidos para todo el mundo, y ahora, volvían como los reyes del mismo.

-¡Luffy, ya llegamos!
-Ahora voy.

Se acomodó su sombrero de paja detrás del cuello, se echó a los hombros su abrigo negro y salió a la cubierta, donde algunos ya estaban listos para bajar y conocer el lugar donde se crió.
Pero antes que nada, Naruto, Lucy e Ichigo se acercaron a él, con miradas rebosantes de convicción.

-¿Qué sucede chicos?
-Bueno... Es la primera isla en la que desembarcamos, aprovecharemos está oportunidad para solucionar las cosas, y decir adiós a nuestros viejos compañeros.

Habló Naruto por los tres, y Luffy asintió con una sonrisa.

-Ya veo, me alegro de que hayan tomado esa decisión. Si hay problemas solo hagan un gran alboroto, e iremos por ustedes.

Los tres asintieron.

-Lo tenemos bajo control, descuida.
-Los estaré esperando en la cima de la montaña, encontrarán una casa de madera en un pequeño claro, ahí es a donde iremos.

Lucy e Ichigo se despidieron con un ademán y bajaron a la cubierta, donde los magos y los shinigamis los estaban esperando.
Pero Naruto no se movió.

-Luffy, hay algo que tengo que pedirte.

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Luego de esa corta charla, cada uno se llevó a sus viejos camaradas a diferentes partes de la isla, mientras el resto de la tripulación iba directo a la villa.
Con Law, Zoro y Sabo a sus lados, Luffy bajó del barco, y caminó por la villa donde había crecido, las calles ahora eran más grandes, la población había aumentado considerablemente desde que se fue, pero las personas seguían siendo alegres y sonrientes. Las praderas eran tan verdes como las recordaba, un sentimiento de nostalgia invadió a los dos hermanos.

-Que recuerdos, ¿no Luffy?
-Si...
-Así que esta es la isla donde crecieron, no está mal.

Dijo Zoro.
La gente, los más veteranos del pueblo, de inmediato reconocieron a Luffy, y se quedaban petrificados, mirando cuanto había crecido, aunque nadie podía reconocer a Sabo, ni siquiera con su tubería rota ni su sombrero.

-¿¡Donde está!? ¿¡Donde está!? ¡Tengo que verlo!

Una persona se abrió paso entre la multitud que le flanqueaba el paso al rey de los piratas, y frente a Luffy y Sabo, apareció Makino.

-¡Oh! ¿Esa no es...?
-¡Makino!

Ella se llevó las manos a la boca, lágrimas de felicidad salían poco a poco, no podía creerlo, estaba a punto de desmayarse.
Luffy había regresado.

-¡Luffy!

Corrió hacia el y Luffy la atrapó en sus brazos dando una pequeña vuelta, fundiéndose en un fuerte y cálido abrazo, desencadenando años de anhelos y ganas de volver a encontrarse.
Makino, aún llorando, se separó y lo miró, vaya que había crecido.

La Guerra por el Trono Donde viven las historias. Descúbrelo ahora