Capítulo 31

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ANTES

Toco la puerta una vez. No quiero insistir, y si nadie abre no me preocuparé, no me siento bien con el venir aquí, pero me sentiría aun peor si no lo hiciera.

- Cariño, que bueno verte. - Dice la señora Grides recibiéndome con un gran abrazo.

Entro a la casa y una mezcla de aromas inundan mis fosas nasales. Recuerdos de navidad, de mi niñez, de la ropa de Evan. He venido muchas veces, esta vez es diferente.

- ¿Quieres ayudarme a cenar?

Evan y yo solíamos ayudar en la cocina, éramos aplicados cuando queríamos. - Claro, iré a lavarme las manos. - Suelto y ella asiente.

Siempre quise una casa como esta, el suelo es blanco y reluciente. Las paredes oscuras resaltan el ambiente, muebles modernos, mi casa es más antigua. Supongo que Evan y yo éramos opuestos en muchos sentidos, eso nos mantuvo unidos.

Hay dos baños en la casa, uno en el primer piso, y el otro cerca de la cocina.

No, no fui al más cercano. Sé que el segundo está al lado de su habitación, me es imposible no ir. Subo las escaleras ansiosa, nerviosa... Y llego. Con la punta de mis dedos rozo el picaporte. No quiero entrar, la última vez que lo hice vine con Evan, no quiero arruinar ese recuerdo.

Todos los pensamientos lo arrojo por la borda cuando mi instinto rebelde abre la puerta.

Está como siempre. Siempre fue ordenado, su cama está hecha, sus libros ordenados por color, fotos nuestras en casi todo el dormitorio, y su aroma incondicional se centra en todo el lugar. Todo luce igual, solo falta él.

No dejo que la tentación permanezca y comienzo a analizar todo. A este punto espero a que Susan llegue e interrumpa pero, por el momento no sucede y me permito seguir.

Veo una caja en su escritorio, es extraña. Es de madera y está tallada, es rara pero en buen sentido. Intento abrirla pero no puedo, tiene llave. Si fuera una persona cualquiera la dejaría en su lugar, pero no. Soy yo y necesito saber que hay dentro. Comienzo a ver cada rincón del lugar para poder encontrar la maldita llave. La escondió muy bien, me siento por un segundo en su cama e intento pensar donde no he revisado.

Al mi derecha, en la mesa de luz, posa una foto de ambos. Estamos en el parque, recuerdo ese día porque me había olvidado de ponerme mi collar y Evan se había molestado conmigo, luego le compré un sándwich y me perdonó. Fue un lindo día.

Un momento. Mi collar, es una llave.

Me acerco cual león a la caja e intento abrir a la muy maldita.

Lo logré. Miro el interior de la misma, ya no sé qué esperar, este chico tenía más secretos de lo que esperaba.

Hay fotos nuestras, un pendrive y una carta. Sé que estoy tardando mucho pero, no puedo dejar esto pasar. Guardo el aparato y las fotos en mi bolso. Pero la carta aún sigue en mis manos, no debería leerla, si está aquí es por una razón.

Aunque, yo tenía la llave, lo cual también es un punto a favor para que lo haga. Dejo de pensar y la abro.

"Molly... Naranja,

He querido escribirte esta carta hace tanto tiempo. Solo que no he encontrado las palabras, y para serte honesto, hoy tampoco las encuentro.

Nos conocemos muy bien, somos amigos de toda la vida. Temo que leas esto y te alejes de mí, eres muy importante y no quiero meter la pata por una confusión mía. Pero, cuando te regalé ese collar prometimos ser amigos por siempre y eso, para mi mala suerte en esta situación, implica decirte la verdad.

Evan. |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora