ANTES
Siento un paño de agua en mi cabeza. Veo a mi madre. Estoy acostada. Sigue siendo de día. Entonces, o me desmayé por unos minutos o fueron días. — ¿Qué pasó?- Digo con la voz ronca.
Ella solo intenta callarme y calmarme. — Te desmayaste, no te preocupes, solo fue unos minutos.- Dice poniendo una mano en mi frente. — No tienes fiebre, eso es bueno.
Claro que no, solo me bajó la presión. No es tan grave... Bueno, en realidad fue la culpa lo que hizo que esto ocurra, por lo tanto si es grave.
Quiero levantarme pero no puedo, mi cuerpo está débil. No puedo quedarme en casa, necesito ver a mis supuestos amigos y aclarar las cosas. No sé qué pretendo "aclarar" cuando en realidad deberían hacerlo ellos, y explicarme porque se fueron.
Hasta donde sé, la policía no llego, y lo puedo asumir ya que de haber ido estarían en casa, y no creo que algún policía haya venido y mi madre no me haya avisado. Sé que no estoy enferma, pero tengo el cuerpo frío, y tiemblo. No sé qué me ocurre.
El resto del fin de semana me planto en mi dormitorio. Además de que no puedo no quiero. La única razón por la cual abandono mi cama es cuando necesito ir al baño, el resto no es importante. No hay segundo donde deje el móvil. Se convirtió en mi tercera mano. No pierdo esperanzas de que mi amigo me llame y dirá que todo fue una broma. Pero la misma se hace infinita.
Ya es domingo por la noche y no he recibido ninguna noticia. Ni siguiera de sus padres, de alguna forma eso me calma. De ser así, puede que haya llegado y esté enojado conmigo, pero al menos tendré por sentado que él está bien. Pero no me deja del todo en calma.
Mañana tengo que ir al instituto y espero ver su rostro... — Cariño, -Interrumpe mi madre, mientras entra con una bandeja con pizza y helado. — ¿Cómo te encuentras? Pensé que tal vez querrías que comamos juntas...- Dice.
Creo que necesito algo de compañía. Acepto, además quiero helado. — Espera que voy al baño... -Suelto en voz baja. Ella accede y comienza a ordenar las cosas para poner la cena en mi dormitorio.
Mientras tanto me dirijo a hacer del número uno. No estoy tan lejos de él, está a dos pasos de mi puerta. Al entrar cierro con seguro. Si alguien me oye, prefiero que no entre.
Mis lágrimas no tardan en llegar. Intento mantener el silencio, no quiero que mi madre venga a preguntarme o algo. Mis ojos ya están hinchados y mis pómulos colorados. Tienes que ser fuerte, Molly.
Tomo algo de agua y lavo mi rostro. Necesito comer algo, no quiero desmayarme en la escuela. Sí, tengo que ir aunque no quiera. De lo contrario, será sospechoso.
Terminado el llanto, vuelvo a mi dormitorio y cenamos con mi madre. La misma transcurre desapercibida. Mi madre me cuenta los escandalosos chismes de su trabajo, los cuales me hacen perderme del mundo en el que realmente estoy.
Entre palabra y palabra, por fin logro caer en sueños. Pero gran parte de mi cuerpo no descansa y no lo hará hasta que mi conciencia esté tranquila.
Escucho ruido. Debe ser de mañana. No quiero despertar. Si el sonido proviene de mi alarma, no me entero, estoy muy en mis adentros como para estar en la realidad. — Molly...- Reconozco la voz de mi creadora. Pero la ignoro. No abro los ojos por nada en el mundo, no sé cuánto tiempo pasa desde aquella advertencia. — ¡Molly! Llegarás tarde.
Decido abrir los ojos. El rayo de sol golpea mis ojos. Es como una verdadera golpiza, generalmente no suelo quejarme a las mañanas pero hoy no es buen día. Aprieto el botón de inicio de mi celular para ver si tengo algún mensaje de mi amigo.
Hay uno, pero no es de él. Es de Jade. "¿Vendrás?", ¿acaso me creen idiota? Por su puesto que iré, no dejaré que sospechen, y menos de mí cuando ellos fueron los culpables. Me visto con lo primero que encuentro y... Demonios. ¿Cómo llegaré?
Evan solía llevarme todos los días al instituto. Todavía hay tiempo, es por eso que decido ir a la casa del chico y consultar sobre su presencia. No tardo mucho en llegar ya que su casa -como ya he dicho- está al lado de la mía. Pero el terror de tocar el timbre hace que tarde décadas.
Tomo coraje y escucho el ding dong. La puerta de los Grides tiene vidrios a sus costado, por lo cual en segundo puedo ver a la madre de Evan, Susan Grides. Hace unos días había llegado de sus vacaciones con su esposo de Hawaii, sería lógico pensar que Evan estaba conmigo. No luce feliz, es más, abre la puerta algo angustiada. — ¡Dios santo! Hola cariño, que bueno verte.- Dice algo esperanzada.- ¿Evan está contigo?
No puedo permitir que lo descubra. Necesito ser inteligente. — No... -Digo algo insegura. — ¿Que le ocurrió? -Eres una hipócrita Molly Smith.
Su rostro pasa de angustiado a desesperante. — No llegó anoche a casa, ¿Tú lo has visto?- No sé qué responderle. No puedo decirle que salió conmigo el viernes por la noche, pero no diré que no lo vi. Eso sería sospechoso.
Intento mantener el nudo de mi garganta en su lugar. — Necesito irme señora Grides, vendré apenas termine clases. - No puedo permitir que el terror me delate. Necesito saber dónde está mi amigo y los criminales.
Llego muy puntual. No los veo, a ninguno. ¿Faltaron? Ignoro el hecho de que no están, y dejo que la clase de historia invada mi cerebro. Evan odiaba esta materia...
La clase permanece en mi cabeza por un buen rato, hasta que los veo. No entran a clases, se limitan a quedarse mirándome a través de la ventana que se encuentra atrás del profesor.
Siento mi cuerpo petrificarse y como poco a poco el mismo se empalidece... — ¿Molly Smith?-Escucho y vuelvo a mi realidad. Es... ¿Un policía?
No respondo, pero fijo mi mirada en él, y siento como todo el mundo me mira. — Necesitamos hablar contigo.- Dice mientras muestra su placa. Es un detective.
Dios santo, ¿Ellos me delataron? Mi corazón se va a salir por todos lados, creo que en cualquier momento tendré un ataque de pánico. Nada de esto es justo, no hice nada. ¿O sí?
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Evan. |En Edición|
غموض / إثارةMolly Smith es una joven de dieciséis años que junto a Evan, su mejor amigo de toda la vida, llegan a un nuevo instituto. Ser los nuevos no es nada fácil, más aún cuando tu amigo es super social y tu no. Molly toma malas decisiones para no quedarse...