Capítulo 20

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ANTES


Estamos en el auto. Ya no sé cuál es el destino. Antes de venir aquí le había dicho a Jason que no volvería a casa. Temo lo que pueda pensar de mí. No quiero perder a la única persona que aún me queda.

Sé que conozco a este chico hace pero, me ha ayudado, y considerando el hecho de que no tengo amigos, él podría ser el comienzo de uno.

El vehículo se inunda de silencio. No siento la incomodidad, al menos no de mi parte.

- Jason, yo... - Rompo el silencio que hay entre nosotros. No sé qué le diré exactamente. No me ha dejado plantada en la ruta, es un buen inicio.

Me interrumpe y dibuja una sonrisa vaga en su rostro aún con la mirada en la ruta. - No te preocupes. No hace falta que digas nada.

¿Qué? ¡Claro que hace falta! Acabo de confesar que tiré el auto de mi mejor amigo por un puente, ¿Y no tienes ni un gramo de curiosidad de saber por qué?

- Fui amigo de esos chicos. Se de lo que son capaces. - Confiesa.

La verdad lo dudo. Salvo que te hayan hecho ver como empujaban a alguien a una gran altura y sin algo que amortigüe su caída. Ya saben, lo común.

- Lo dudo. - Suelto. No estoy segura de lo que estoy haciendo. Pero el hecho de que no se haga un telenovela por lo ocurrido minutos antes me hace dar cuenta que clase de persona es, y eso me agrada. - Jason, no creo que sepas de que son capaces.

Estamos cerca de casa, espero que no planeara dejarme allí. No sabría cómo explicarle a mi madre cómo un chico que nunca vio en su vida me trajo a casa cuando supuestamente estaba en mi dormitorio durmiendo felizmente.

El semáforo se pone rojo al igual que mis mejillas en estos momentos.

Cuando sus ojos encuentran los míos, yo ya estoy llorando de nuevo. A veces me gustaría ser más fuerte de lo que aparento. Mi cuerpo parece una catarata, no sé de donde salen tantas lágrimas.

- Supongo que el lanzar un auto al agua no fue lo más grave que ha pasado...

Niego con la cabeza. No sé cómo decírselo. Me desconozco, yo no soy así. Los nervios se apoderan de mí y lo único que consigo es llorar más.

La luz se torna verde pero no nos movemos. La calle está totalmente vacía, parece una película de horror.

- ¿Era de Evan, cierto? - Pregunta haciendo referencia al carro. - El que desapareció hace unos días... ¿Qué ha pasado con él?

Siento una presión en mi pecho al oír esa pregunta. ¿Realmente es culpa mía lo que ha pasado?

"Aunque no lo admitas, sabes que eres tan culpable como yo."

Esa frase rebota en mi cabeza como un balón. Estoy aterrada, no quiero que me deje sola, ya me sentía sola sin estar con Evan, que lo conozco de toda la vida.

A este chico lo conozco hace menos de una semana y es el único que no me abandona, o esa espero.

Bien, Molly, entonces dile la verdad... Veamos si son tan amigos.

Cállate conciencia.

Doy un gran suspiro y me limpio con mi sudadera las lágrimas en mi rostro. No puedo verlo a la cara, realmente no puedo.

- Mi mejor amigo... Evan... - Intento sacar la verdad por mi boca pero no logro hacerlo, el miedo me paraliza. - El... Yo...

Jason me calla con un abrazo. No necesito hablar, necesito un abrazo. Pero esta noche no puede terminar, no a menos que diga la verdad.

- ¿Quieres que te lleve a tu casa? Estamos cerca. - Sugiere sin soltarme.

Como he dicho anteriormente, lo último que quiero es volver. Aunque no sé a dónde ir tampoco. Niego con la cabeza en su pecho. Mis lágrimas dejan de salir y eso me calma, supongo que ya me deshidraté.

- Puedes venir a casa si quieres. - Dice nervioso.

Nunca fui al hogar de un chico salvo el de Evan, no soy buena socializando, está justificado. Tal vez sea un asesino serial... Pero ya no me importa, podrían clavarme un cuchillo en este momento y de seguro ni me daría cuenta.

Acepto su propuesta y conduce hasta allá.

Su vivienda se encuentra mucho más cerca de lo que pensaba. Es el mismo vecindario, supongo que podré volver sola a casa.

Estaciona en frente de la casa, es muy bella. Muy lujosa, tiene ventanales de vidrio, tres pisos, dos cocheras... Oh dios, ¡La piscina se ve desde la calle!

Bajamos del vehículo y caminamos hacia la puerta. Las luces están apagadas. Tal vez lo padres están durmiendo. No me imagino si yo fuera él. Mi madre haría un escándalo, nunca he llevado a un chico a casa a las tres de la mañana.

- No te preocupes, no hay nadie. - Dice respondiendo a mis pensamientos.

Bueno, ¿Dónde están sus padres, entonces? ¿Vive solo? No puede vivir solo... ¿O sí? Muchas preguntas surgen en mi cabeza mientras analizo el lugar.

La sala de estar es hermosa, todo es blanco y muy delicado. Veo un gran retrato en medio del lugar. Hay una mujer con un bello vestido azul, tomada de la mano con un hombre muy apuesto, y en el medio un niño de dos años seguramente. Asumo que es su familia.

- La persona que nos haya pintado de seguro tenía algo con las narices, parezco pinocho. - Dice bromeando.

Suelto una risa por lo bajo sin dejar de observar el cuadro. - Y... ¿Dónde están?

- Mi madre falleció hace unos años, mi padre se fue a pescar con sus amigos. - Confiesa con un intento de sonrisa. - Desde que ella ya no está mi padre decidió enfocarse en lo que los ha unido desde siempre, la pesca. Y mi hermano, simplemente ya no se que hace de su vida, apenas hablamos. Supongo que así es su forma de afrontar las cosas.

Sin decir más se da media vuelta, y me indica hacia donde hay que ir.

- ¿Y tú? - Pregunto.

Se detiene. - ¿Yo qué? - Pregunta sin mirar.

- ¿Cómo lo afrontas?

No sé por qué he preguntado eso. El chico roba y hace maldades, todos sabemos que esa es su forma de luchar contra la tristeza de perder a su madre. Sin embargo, si voy a ser su amiga, necesito saber más de él.

No pretendo reemplazarlo a Evan, eso jamás pasará, nadie fue... es... ni será como él.

Evan. |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora