Capítulo 2: Antes de la Tormenta.

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ANTES


Dormir, dormir es tan genial. Creo que es una de las cosas más hermosas del universo. En mi opinión debería ser otra maravilla del mundo. Nadie te molesta, estás relajado, hasta que... despiertas.

<< RING >>

Abro los ojos, la luz del sol choca con mi ventana, creando una pequeña línea luminosa entre el piso y ella. Una simple y pequeña brisa recorre el cuarto provocando que me estire y me dé más sueño del que tengo. Es sábado. Diez de la mañana. ¿Qué clase de persona se levanta tan temprano un día como estos? Claro, no fue voluntario, ya que a alguien tuvo la idea de llamarme. ¿No podían llamar más tarde?

Solo tengo una regla si me llaman en tiempo inoportuno. Tiene que ser de vida o muerte.

Me levanto en modo zombi (más aún con el sol en mi cara) y trato de leer quien fue el causante de mi despertar.

Acerco mi cara al celular, y oprimo el botón para desbloquearlo con mi nariz.

No me sorprendo al ver el nombre en pantalla ya que, si no es alguien muriéndose, es alguien que cree que todos se levantan temprano. Si, Evan.

Pongo los ojos en blanco y vuelvo a la cama. Aunque parte de mí queda pensando. ¿Será una emergencia? Yo sé que no, pero la curiosidad me gana y marco su número. Escucho el tono que me permite saber que me está escuchando y hago una pequeña pausa para oír que alguien lo esté por matar, mejor dicho, en otras palabras, le daré el beneficio de la duda.

Pasan unos segundos y nada, el celular permanece en silencio. Voy a ser honesta, dudo que ya lo hayan matado y esté hablando con el asesino en este momento, así que me permito el hablar.

— Espero que tengas una buena excusa para llamar a estas horas. - Suelto con voz ronca. Si, hablar a la mañana no favorece mi intento de tono molesto.

— Muy buenos días mi dulce naranja. - Se escucha del otro lado del teléfono. ¿Acaso me dijo naranja?

— ¿Naranja? - Pregunto soltando una risa mientras me acomodo en la cama y observo a través de la ventana. El cielo está despejado, puedo ver como el árbol en frente mi ventana refleja la luz de la estrella hacia mi cuarto. Lo disfrutaría mucho mejor durmiendo.

— Si bueno, creo que el resto de las frutas están sobrevaloradas. - A Evan le encanta ponerme sobrenombres, pero creo que naranja es el peor de todos. — Escucha, tengo ganas de ir al parque. - Continúa.

— Pues... Ve al parque. - Digo con un poco de ironía.

— Ja Ja, que graciosa. Si tuviese ganas de ir solo no te habría llamado.

— Entonces...

Suelta una carcajada. — Paso por ti en veinte minutos. - Dice y cuelga.

Demonios. ¡Veinte minutos no es nada!

Me levanto de la cama y voy corriendo hasta el baño. Generalmente tardo veinte minutos en bañarme, pero hoy lo haré en modo flash. Luego de cinco minutos salgo del baño y tomo lo primero que encuentro en mi armario. Al terminar de ponerme las zapatillas escucho la bocina de un auto. Me asomo a la ventana que da a la calle y pude ver un Mini Cooper rojo estacionado en frente. Sip, es Evan.

Agarro mi mochila y bajo las escaleras con el sueño aun presente. Paso por la cocina, por la sala de estar, y por el pequeño patio del frente. Una vez hecho el tour por la casa lo confirmo, no hay nadie. De seguro mis padres están en la casa de sus amigos.

Evan. |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora