Capítulo 21

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AHORA

No ha pasado mucho desde que confesé lo que pasó en aquel lugar a mi amigo y ya he tenido tres ataques de pánico. Nada de esto está bien. Me llevaron a una zona conocida como aislamiento donde, según ellos, me haría mejor. Me ayudaría a entender que solo son imágenes de mi amigo reproduciéndose en mi cabeza, que nada es real. Pero el estar allí empeoró todo. Ya no soy consciente cuando vivo la realidad y cuando no.

Por momentos estoy en mi casa y en otros aquí. Necesito ver a alguien real, y que no esté en el espejo.

El lugar que creo que es la realidad es muy aburrido. Todo blanco y gris. Hay una cama para nada cómoda, hay un ajedrez. Irónico ya que es la zona de aislamiento, o siempre gano o siempre pierdo. Techo alto, suelo frío. Parece la nada misma, pero como si estuviera en el infierno.

Alguien abre la puerta, una enfermera. Nunca la he visto. Parece amable, con eso me basta. - Molly Smith, ya puedes volver a rehabilitación. Salvo que quieras más tiempo.

No hace mucho he estado en un lugar muy similar a este. "Salvo que quieras más tiempo", eso solían decir mucho. Generalmente la gente con problemas de ansiedad, fobias, entre otras, suelen querer alejarse, por lo tanto era muy común que los pacientes quieran estas más tiempo solos. No es mi caso, ya no lo soporto.

Asiento, agarro mi manta y la sigo. Todo luce normal. Los pasillos están impecables, la recepcionista sigue con sus gafas horribles, todos los pacientes están haciendo exactamente lo mismo... Sí, creo que mejor prefiero volver al aislamiento.

La mujer me acompaña hasta mi dormitorio. No está Luli. ¿Le habrá pasado algo? Dejo mi manta en la cama y me dispongo a salir a buscarla. Pero al voltear la veo. Está con su pelota, prefiero no recordar cómo ha nombrado a la misma.

- ¡Has vuelto! - Grita con una sonrisa y me abraza. Debo admitir que la he extrañado también. - Pensé que ese chico se quedaría conmigo en el cuarto.

Le dejo de abrazar y la miro. - ¿Un chico?

- Si, dijo que se llamaba Evan. -Mi corazón se cae en mil pedazos. Hace varios días no escucho su nombre, no puedo volver a escucharlo. - Vino varias veces al dormitorio. Quiso ver tus cosas pero yo lo regañé.

Mientras yo estoy apunto de largar en llanto una de las psicólogas de Lu se asoma a la puerta.

- Luli... ¿Que hemos hablado? Los amigos imaginarios son bienvenidos solo en la cabeza, si están en el mundo real...

Hace poco me enteré que en sus expedientes decía "amigos imaginarios", tal vez ella los llevó a otro extremo. La niña suspira. -... Si están en el mundo real, los tengo que espantar.

Me alivia un poco que Lu ya sepa cómo luchar con sus fantasmas, pero... ¿Era necesario que se llame Evan? Es decir, hay millones de nombres.

La mujer le sonríe y se retira. La niña comienza a reírse. Creo que está tan chiflada como yo. - En fin, fue muy amable conmigo. Dijo que le gustaba que mi balón se llame como él.

Es muy interesante oír a esta niña, pero no es bueno para su salud mental seguir hablando de esto. Más aun considerando que este es uno de los factores que la trajeron aquí en primer lugar. - Eh, Lu, creo que no deberías hablar de tu amigo. La doctora acaba de decirte...

- Se lo que me dijo. - Me interrumpe. - Dijo que "Si están en el mundo real, los tengo que espantar." pero, estoy segura que ese chico era del mundo real.

Realmente quiero creerle. Me encantaría. Más aun teniendo en cuenta que su amigo se llama como mi amigo... Pero, si fuese así, la realidad es que no hay ningún paciente llamado Evan.

¡Deja de pensar en eso, Molly!

En fin, le sigo la corriente hasta que cambiamos de tema. No puedo permitirme el caer de nuevo. Es como un pozo, uno que no tiene fondo, y si es que lo tiene es mejor no saberlo. Estoy saliendo de ese pozo, con ayuda. Pero, si me caigo, nunca más saldré de allí.

Evan. |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora