Capítulo 27

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Gaia cayó al suelo tras el impacto de la bala contra su estómago. La pelinegra miraba totalmente borroso por culpa del dolor y por la perdida de sangre. La joven no era consiente, pero muchas personas presenciaban aquello en la lejanía, y todos tenían la esperanza de que se levantara y terminara con aquello.

-¿Duele no?- dijo el hombre- así me sentí por meses- Gaia lo escuchaba muy lejanamente, ella sabía que no tardaría mucho en perder la conciencia. El hombre al no ver ninguna reacción en la chica se acercó a ella, para después tomarla del cuello y levantarla.

Gaia intentaba soltarse, pero no tenía la suficiente fuerza para hacerlo, sentía que todo iba perdiendo color, pero fue ahí cuando su cuerpo funcionó por si solo. Las manos de Gaia fueron a parar al rostro del hombre, sus manos comenzaban a arder, sin llegar a convertirse en llamas, pero eso bastó para que el hombre la soltara.

La pelinegra volvió a caer al suelo, tosiendo en el segundo en el que volvió a tener oxígeno. El hombre, por su parte, se encontraba de rodillas, con un dolor insoportable, su rostro ardía por culpa del tacto de Bronte, lo que le causaba más rabia a él.
Gaia cobró un poco el sentido, ya podía ver la situación en la que se encontraba. De su pierna y su estómago aun salía sangre, sabía que una persona normal no hubiera soportado tanto, que, de hecho, alguien normal ya habría quedado inconsciente, o en el peor de los escenarios, muerto. Por ello agradecía no ser normal.

Como pudo, se puso de pie y se acercó al hombre, tratado de ver cómo podía desprender la bomba sin que se activara, pero justo en ese momento, el hombre al sentirla cerca presionó un botón, activando la bomba. El sonido emitido por aquel aparato la alertó y asustó. En la pequeña pantalla se divisaba un contador, el cual marcaba diez minutos.

En ese momento, el miedo se presentó como nunca, frente a ella se encontraba una bomba, de la cual desconocía el alcance y la cual podía acabar con todos los alumnos.

-Ya no hay nada que puedas hacer- dijo el hombre con una sonrisa-ni siquiera tú lograrías sacar a todos los estudiantes de aquí a tiempo-su sonrisa se ensanchaba más.

Gaia era consciente de lo que había dicho el hombre, mas tenía que intentarlo. Pero en el momento que quiso caminar, no pudo, lo único que pasó es que cayó al suelo. De repente comenzó a sentir un dolor en el abdomen insoportable, era como si estrujaran todos sus músculos. Gaia trataba de no gritar, pero el dolor cada vez era más intenso. El hombre solo la miraba, disfrutando del espectáculo que ocurría.

-Veo que no eres inmune a la estricnina- la felicidad del hombre se desbordaba. Ver a la pelinegra le causaba tanta satisfacción que hasta se había olvidado de la bomba que traía, la cual, ya marcaba siete minutos, y disminuyendo.

-Duele ¿verdad?-

Gaia no soportaba el dolor era lo peor que había sentido en su vida. Era tanto el sufrimiento en ese momento, que lo único que quería era arrancarse la piel y los músculos.

Pero gracias a todos los dioses, llegó la policía y un equipo especial antibombas. Todos estaban altamente armados, lo cual angustió al hombre que portaba la bomba, pues ellos si podía llegar a detener la marcha de la bomba.

-Lance el arma y apague la bomba, o dispararemos-amenazó un policía. El hombre lanzó la pistola hacia ellos, mas dejó que la bomba siguiera su curso.

Aparentemente, el hombre estaba resignado a la muerte, así que dejó correr el contador, el cual marcaba solo cuatro minutos. Uno de los policías disparó en dirección al hombre y dio justo en el cuello. No había disparado una bala normal, sino un tranquilizante, el cual hizo efecto rápidamente haciendo que el hombre cayera inconsciente.

El equipo antibombas comenzó con el intento de detenerla, mientras que la policía se dirigió hacia Gaia, quien yacía inconsciente en el suelo.
Una ambulancia llegó y junto a los policías pusieron a la pelinegra en la camilla. Cuando la ambulancia estaba lista para partir, una policía intervino.

-Necesito acompañarlos-dijo la policía.
-Lo siento, solo parientes están permitido-dijo uno de los de la ambulancia.
-Es por seguridad de la persona-dijo la policía.

Aquella policía no era solo una policía, sino que era una agente de SHIELD. María Hill no iba permitir que se llevaran a Gaia así, tenia que acompañarla por ordenes de Fury.

-Está bien, suba- dijo uno de los paramédicos. Hill pudo subir y emprendieron camino hacia el hospital.

Mystic: The little AvengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora