Capítulo 42

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Mientras Steve era internado debido a sus heridas y la reciente reanimación, tanto la pelinegra como Sam fueron atendidos por sus leves heridas. Tras ser curada, y Steve haber subido a piso, Gaia no se había movido de la habitación del rubio. La pelinegra sentía culpa por no haberlo ayudado, aun cuando había recibido esa orden por él.

Conforme pasaban las horas, la pelinegra comenzaba a perder la lucha contra el sueño, pero estaba decidida a que cuidaría a Steve, pues temía que agentes enemigos fueran tras él. Bronte se encontraba sentada en aquella incomoda silla con el codo recargado en el posa brazos con la mano a un lado de su cabeza, sirviendo de almohada. Comenzaba a dormirse cuando escuchó la puerta abrirse, por lo que se puso alerta. Sam se asustó al ver a la joven con los ojos de un azul brillante, pero estos comenzaron a bajar de intensidad cuando la chica bajó un poco la guardia.

-Deberías ir a casa-comentó el moreno.

-Mi casa está algo lejos de Washington-dijo Gaia, enderezándose en la silla.

-Tal vez alguien pueda llevarte-

-Aquí estaré bien-mencionó-además, no pienso dejar a Steve solo con esos locos rondando por ahí-

-Cayéndote de sueño no podrás hacer mucho-el comentario de Sam le hizo gracia a la joven-por lo menos podrías ir a bañarte, no creo que sea cómodo estar repleta de tierra por mucho tiempo-aquello era verdad, la pelinegra se sentía asquerosa al tener tanta suciedad encima, pero era más su negativa a abandonar al rubio que se había quedado así.

-No tengo donde-murmuró.

-Podría prestarte mi baño-sugirió- puedes ir a asearte y yo me quedo con Steve en lo que vienes-le comentó. La pelinegra realmente se planteó el hecho de ir a bañarse, por lo que acepto la oferta.

-Está bien-dijo Gaia levantándose y dándole el asiento al moreno- pero no sé dónde vives-dijo riendo.

-Ya le he entregado la dirección a un agente que acaba de terminar su turno como guardia de Steve-mencionó.

-Gracias-realmente Gaia le agradecía el que le ofreciera su casa para asearse, aun sin conocerse realmente.

-Haz las cosas con tranquilidad, cuidaré bien de Steve-sus palabras calmaron un poco a la pelinegra, la cual seguía debatiéndose si realmente era buena idea dejar a Steve. Pero terminó saliendo de la habitación y buscó al agente que la llevaría a casa de Sam. Una vez lo encontró, este la dirigió a una camioneta y la llevó lejos del hospital.

Gaia miraba por la ventana del auto el atardecer que acontecía en aquella ciudad. Después de varios minutos, el hombre aparcó frente a una pequeña casa. Antes de que bajara Gaia del auto, el agente le entregó unas llaves, las tomó y dejó el vehículo. La joven caminó con cuidado por el frente de la casa, con miedo de que hubiera más gente dentro y les asustara. El agente partió dejándola sola y sin modo de volver al hospital.

Gaia abrió la puerta con cuidado para no despertar a nadie, pero una vez que estuvo dentro, notó que esta se encontraba vacía, salvo por su presencia.

-Bien, hora de bañarse-dijo la pelinegra yendo directamente al baño, se deshizo de sus prendas, pero antes de entrar al agua, decidió utilizar la lavadora del moreno-espero no se enoje-murmuró para sí. Al dejar en funcionamiento la lavadora, se metió a bañar. El agua relajó la tensión de sus músculos y se quedó varios minutos bajo este.

Al terminar de bañarse se enrolló en la toalla que había en el baño y salió de este en busca de su ropa, pero aun no terminaba de lavarse, además de que faltaba pasarlo a la secadora. En la espera de que se terminara de lavar, Gaia se dirigió a la sala, aun envuelta en la toalla y tomó el teléfono fijo. Sabía que lo más probable es que su familia estuviera demasiado preocupada porque no había aparecido después de supuestamente salir a la tienda. El teléfono sonó dos veces, hasta que contestaron.

Mystic: The little AvengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora