Capítulo 46

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Un mes después

-¡Gaia!-se escuchó el grito de Cecilia desde el primer piso. La pelinegra, sin muchos ánimos, tuvo que dejar de ver su serie para ver qué necesitaba su mamá. Al bajar las escaleras se encontró con su madre y su hermana decorando el árbol de navidad.

-Mande-dijo una vez que se acercó a ambas.

-¿Puedes poner la estrella? no alcanzamos-dijo Selene tendiéndole esta a su hermana. Gaia miró aquella decoración e hizo lo que le pidieron, pero no de manera convencional. La pelinegra se elevó rápidamente hasta estar a la altura de la punta del pino de navidad y colocó la estrella.

-¿Está derecha?-preguntó la ojiazul mirando a su madre.

-Si, gracias-dijo Cecilia. La menor regresó al piso y sonrió a su madre.

-¿Algo más?-preguntó Gaia.

-No, ya puedes regresar a tu habitación- mencionó Cecilia, y sin objetar, la pelinegra regresó a su cama, para seguir viendo su serie.

~*~

La mañana aun no llegaba a New York, pero Gaia había decidido salir a correr para evitar perder condición ya que había estado todo los días comiendo sin parar, debido a las fechas en las que estaban. Eran alrededor de las cinco de la mañana y la joven se dirigía, en moto, hasta Central Park. Al llegar, el lugar se encontraba casi desierto, salvo por aquellos que, al igual que ella, intentaban mantener un buen físico.

Su recorrido fue tranquilo mientras escuchaba música. Alrededor de las siete de la mañana decidió que era buen momento para regresar a casa, por lo que se dirigió a su motocicleta. Cuando estaba a unos metros de ella, vio como unas camionetas aparcaban de manera abrupta. Quienes se encontraban dentro de aquellos autos, abrieron las puertas a la vez, dejando ver a personas vestidas de negro completamente, con armas en sus manos, apuntándole. La pelinegra intentó alejarse de ahí, pero comenzaron a disparar.

Gaia creó una capa de energía frente a ella, haciendo que las balas no llegaras hacia ella. La joven recorría con la mirada a cada soldado de, lo que ella suponía, HYDRA, buscando una manera de atacarlos, y fue ahí donde se le ocurrió algo. Primero verificó que no hubiera civiles alrededor y cuando estuvo segura lo dejó fluir.

Una gran cantidad de fuego se concentraba en sus manos, los agentes comenzaron a disparar en gran cantidad a la pelinegra, pero no lograban hacer nada por el campo que había frente a esta. Gaia lanzó aquella cantidad de fuego hacia los hombres de HYDRA, estos intentaron esquivarlo, pero solo algunos lo lograron, mas los otros se encontraban gritando de dolor debido a las quemaduras; pero a los segundos dejaron de gritar, cayendo inconscientes al suelo. La pelinegra, con un movimiento de manos, hizo que el fuego que se encontraba en los cuerpos de los hombres se apagara, dejando un pequeño halo de humo negro.

Gaia corrió hasta su motocicleta, la tomó y se alejó rápidamente de ahí, no sin antes ver cómo los agentes tomaban a sus compañeros y se marchaban de ahí. La ojiazul iba a toda velocidad por la ciudad, hasta que llegó a su casa, a salvo. En el momento que pisó su sala de estar suspiró, había temido que hubiera pasado algo durante su camino de regreso. La constante paranoia de que le sucedería algo a su familia la comenzaba a asustar, y sentía que en cualquier momento se volvería loca por tanta tensión.

Se sentó en el sillón y relajó su cuerpo, pues por lo que había visto, toda ella se encontraba en un estado de tensión máxima. En esos momentos de tranquilidad comenzó a preguntarse si en algún momento la dejarían pasar sus días sin ese tipo de eventos, y se contestó a si misma diciendo que no. Sabía que aquello era prácticamente imposible, dado que SHIELD había caído, ya nada era seguro para ella y sus poderes descubiertos. Y eso la aterró. El que se conocieran sus diferentes habilidades era el temor que toda su familia tenía, y ahora era más que conocidos, sobre todo por la cantidad de información que Natasha había filtrado a la red tras la caída. Se sentía exhausta mentalmente por pensar en aquello.

Unos pasos perezosos la sacaron de sus pensamientos. Su madre bajaba las escalera casi con los ojos cerrados debido al sueño que sentía, lo que provocó que casi cayera de esta, de no ser por Gaia. Al ver que Cecilia se había tambaleado hacia enfrente, una capa azul cubrió a la mujer, evitando su caída. La madre de Gaia abrió los ojos rápidamente debido al susto. La ojiazul se encargó de que su madre llegara hasta su lado gracias a la energía que la rodeaba.

-¿Estás bien?-preguntó la pelinegra, levantándose del sillón.

-Si, tranquila-contestó su mamá-fue solo un descuido-

-Si, un descuido que te dejaría sin columna-la voz de Gaia era de regaño. La joven estaba un poco alterada al pensar lo que hubiera sucedido de no ser porque ella estaba ahí.

-Voy a hacer de desayunar-mencionó Cecilia, restándole importancia a lo recién sucedido- ¿quieres?-

-Si, ahorita que me bañe bajo-dijo la chica, caminando hacia las escaleras.

-Gaia-la llamó su madre. Esta solo volteó hacia Cecilia, quien la miraba-no le digas de esto a tu padre, hará todo un escándalo-Gaia asintió al escuchar aquello, y sin más que decir, subió hacia su habitación.

Al abrir la puerta se encontró con Rookie acostado a los pies de la cama de la pelinegra, lo cual la hizo sentir mucha ternura. El pequeño perro levantó la cabeza al escucharla entrar, y con bastante pereza, caminó hasta ella.

-¿Qué pasó? ¿no te dejo dormir?-le preguntó al can. Este se encontraba mordiéndole los tenis de deporte a la pelinegra, lo que causó que la joven riera ante la imagen.

Caminó por la habitación en busca de ropa limpia, y tras haber dejado al perro en su recamara, se dirigió al baño de la casa para tomar una ducha. El sentir el agua correr por su cuerpo la relajó, pero aquello hizo que su mente comenzara a divagar. Empezaba a sentirse pequeña debajo de la regadera. Todo lo que había sucedido en cuanto a HYDRA la estaba poniendo cada vez más nerviosa. Sentía que en cualquier momento aquellas personas aparecerían en su casa y destruirían su vida de un momento a otro. El solo pensar que pudieran hacerle daño a su familia le revolvió el estómago.

Ese era el mayor temor de la pelinegra, el que su familia resultara herida por culpa suya. Muchas veces Gaia había deseado ser una persona común, como lo eran sus padres y su hermana, no tener en ella aquellos dones que la hacían resaltar, y sobre todo, parecer una amenaza para ciertas personas. Ser alguien que pasa desapercibido era más fácil para vivir y eso era lo que en veces deseaba Gaia. Pero también estaba el hecho de que podía ayudar a muchas personas con su poder, ejemplo de ello era lo que había sucedido minutos atrás con su mamá.

Gaia soltó un suspiro al pensar en aquello. Había sentido su corazón pararse por un segundo al ver tropezar a Cecilia. Dada su condición era importante que no se cayera o habría consecuencias graves en su espalda, debido a los tornillos y barras que sujetaban su columna.

Aun con todos aquellos pensamientos, la joven salió de la ducha y comenzó a cambiarse para poder ir a desayunar con su familia. Una vez vestida, se dirigió al comedor y se encontró con su padre ya desayunando, mientras que Selene y su madre terminaban de poner los platos.

-Que bueno que ya saliste, ayúdame a traer el jugo-dijo Cecilia al ver a su hija de pie al lado de las escaleras.

Gaia hizo lo que le pidieron y después estuvieron todos juntos desayunando. La pelinegra sonrió al ver la tranquilidad que se respiraba en el lugar, y esperaba que nunca fuera a cambiar aquello. 

Mystic: The little AvengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora