17 Unos ojos verdes muy profundos; Sven

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Mi personaje más sencillo pero interesante. No saben como me enamora su personalidad. Espero les agrade el capitulo. Al fin conocemos al co protagonista de esta fic :)


Leon  se había sentado a mi lado, pero, en lugar de mirarnos, los dos teníamos la vista posada en el horizonte. Me fijé en las hojas de los árboles, que se mecían al compás del viento, y me pregunté cuándo iba mi hermano a empezar a hablar. Al fin y al cabo, me lo había pedido él, ¿no?

—Bueno... —comenzó a decir.

—Bueno...

Suspiró y, por fin, se giró.

—Quiero darte las gracias por lo que haces por Mila.

Me encogí de hombros.

—No tienes por qué. Ella se ha portado genial conmigo y, además, somos familia.

Me daba igual si eso le hacía sentir incómodo. Lo éramos. Familia. A pesar de que él pareciera querer evitarlo a toda costa.

—Me ha dicho lo mucho que la apoyas. Y yo... Bueno, no puedo estar aquí todo lo que me gustaría.

—Lo sé.

Se quedó callado, quizás tragándose su angustia, intentando digerirla.

—A veces, creo que... —Se interrumpió y sacudió la cabeza.

—Oye, vas a ser un buen padre —dije de repente al adivinar sus pensamientos.

Por fin, después de tanto tiempo, me dedicó una pequeña sonrisa.

—Eso espero.

Apoyé las manos en los reposabrazos de la silla y volví a mirar el paisaje.

—Siempre se te dio bien entender a los niños.

—¿A qué niños?

Me encogí de hombros.

—Pues... yo qué sé. Conmigo lo hiciste bastante bien, por ejemplo.

—¿Bastante bien? —Había algo de indignación en su voz, pero me pareció que solo fingida.

—Lo del jugo de naranja de Rebecca fue... —Junté el pulgar y el índice para hacerle con la mano un gesto de «perfecto».

Mi hermano se rio y sacudió la cabeza.

—Sin duda, un gran ejemplo de responsabilidad paternal.

—Bueno, eras protector con tu hermana pequeña. A veces, incluso demasiado.

En el fondo, sabía que su traición no había sido más que una consecuencia de su absurdo complejo de salvador, pero eso no hacía que me doliera menos.

Él suspiró a mi lado.

—Nunca quise hacerte daño, Hannia —dijo, como si pudiera leerme el pensamiento.

Me quedé callada un momento, asimilando esa especie de... ¿Disculpa? No, no era eso exactamente.

—Lo sé, pero me lo hiciste —le dije. Paré para tragar saliva y mirarlo a los ojos—. Nos lo hicimos.

—Sí, nos lo hicimos —repitió—. ¿Por qué te fuiste, Hannia? ¿Por qué así?

Lo miré, incrédula.

—¿Y tú me lo preguntas? Sabes que no podíamos quedarnos aquí después de lo que pasó. Esto habría sido un infierno.

Sus músculos faciales se tensaron.

Todo apesta.... menos tú princesa (Sven Bender )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora