Mats nos había hecho cargar con media cocina.—¿De verdad era necesario todo esto? —se quejó Jules—. Tengo entendido que allí les proporcionan utensilios y esas cosas.
—¿Y tú de verdad creías que iba a confiar en lo que esa gente quisiera darme? —replicó Mats—. A veces parece que aún no me conocieras.
—Oh, te conozco muy bien —gruñó el otro—. Solo digo que Hannia y yo no cabemos aquí detrás.
—Pues tendrán que caber porque las necesito para descargar todo esto.
Le daba igual si lo acompañábamos o no, lo único que le interesaba era llevar a sus mulas de carga. Con mucho esfuerzo y paciencia (y unos cuantos resoplidos), Jules y yo conseguimos encajar entre herramientas inútiles que ni siquiera se utilizaban para hacer la dichosa tarta del concurso.
—Eh, Mats, ¿para qué narices quieres la sartén? —pregunté.
—Por si acaso.
—¿Crees que te van a hacer preparar en el último momento un menú completo o qué?
—No lo sé, pero si se da el caso... estaré preparado —respondió con orgullo, como si fuera el único que había pensado en eso.
Durante el trayecto, fui mirando por la ventana y traté de concentrarme en los árboles en lugar de en las partes de mi cuerpo que estaban siendo invadidas por cucharones y batidoras.
Habían habilitado un rincón de la feria como cocina. Dos paredes, formando un ángulo recto, donde había ocho mesas con ocho tablas para cortar, tres de las cuales estaban ya ocupadas.
—¿Dónde diablos están el resto de hornos?
Mats soltó la bolsa que llevaba sobre una de las mesas libres.
—Solo hay cuatro —respondió una mujer con voz amable a la que no reconocí—. No te preocupes, haremos turnos.
—¿Que no me preocu...?
Los ojos de Mats estaban muy abiertos. La mujer, una de sus contrincantes, lo miró con el ceño fruncido. Cogí a Mats de los hombros y me disculpé ante ella con una sonrisa.
—Mats, cálmate, no pasa nada —susurré.
—No pienso ser el último, Hannia, ¿me has oído? —repuso muy serio—. Me han puesto en esta mesa para que me quede más lejos, pero los pisotearé si es necesario.
—La mesa la has elegido tú —le recordó Lana—. No creo que nadie conspire en tu contra.
Él soltó una risotada sarcástica.
—No tienes ni idea de cómo es el mundo de la cocina, querida. ¿Ves a esa?
Señaló a la mujer de antes.
—¿La mujer que nos ha saludado con amabilidad?
—Ah, no te dejes engañar, Lana —añadió mientras sonreía de forma espeluznante, enseñando todos los dientes, en dirección a su supuesta enemiga—. Seguro que está pensando en cómo fastidiarme la tarta, pero tú eres demasiado inocente para entender nada.
—Estás loco —apostilló Julián—. Y paranoico. Y algunas cosas más que no voy a decir ahora porque tienes cuchillos cerca.
—Tú, cállate y haz el favor de ayudarme con eso.
Me dio bastante vergüenza sacar tantas cacerolas e ingredientes como para dar de comer a un regimiento. La gente nos miraba raro y Mats no hacía más que decir que eso era porque le tenían envidia y se sentían amenazados. A mí me parecía que simplemente estábamos molestando.
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Todo apesta.... menos tú princesa (Sven Bender )
FanfictionSegunda parte de Todo apesta incluido tú