34 Despedidas y más caos

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—¡¿Cómo que te vas del pueblo?! —exclamó Emilia.

—¡Calla! —le chisté—. Aún no se lo he dicho a nadie.

—Demasiado tarde —dijo mi amiga, y miró por encima de mi hombro.

Resoplé.

—Genial, ¿quién diablos acaba de oírte? Bueno, el hotel entero, seguramente.

Me giré para descubrirlo y me quedé de piedra al ver a Jann y a Sven completamente quietos.

—¿Te vas? —preguntó Sven con el ceño fruncido.

Mierda. Justo tenía que ser él. «Gracias, universo ».

—Sí.

—No puedes irte —soltó Jann—. ¿A dónde vas a ir?

—Por raro que te parezca, hay un mundo más allá de este pueblo —respondí.

Sacudió la cabeza, cuyo cuello estaba rodeado por sus inseparables audifonos.

—No puedes irte —repitió.

—Pues se va —dijo Emilia—, y yo con ella.

—¡¿Qué?! —gritamos su chico y yo a la vez.

—Lo que han oído. —Mi amiga alzó la barbilla y se colgó de mi brazo—. Si crees que vas a volver a dejarme aquí sola, eres boba.

Jann carraspeó.

—¿Sola?

—Ya me entiendes —repuso ella.

—No, no te entiendo. ¿Yo no soy nadie o qué? —se quejó.

Emilia suspiró y me soltó para acercarse a él.

—Cielo, Stuttgart no está tan lejos, y creo que ya es hora de que salga de aquí. Llevo cuatro años sin mi mejor amiga, no me obligues a elegir.

El chico parecía enfurruñado, pero terminó relajando el gesto.

—Vale —dijo al fin—. Ya veremos en qué acaba todo esto.

Emilia le dio un beso en la mejilla, entusiasmada.

—Esto... ¿Hola? —intervine yo mientras les hacía gestos con las manos—. Estoy aquí y nadie me ha preguntado al respecto.

Mi amiga se cruzó de brazos.

—¿Es que no quieres que me vaya contigo?

—Yo no he dicho eso, pero...

—¿Pero?

—Voy a estudiar y tendré que buscarme un trabajo para pagar las facturas. ¿Qué vas a hacer tú? Ya tienes trabajo aquí.

—Bueno, digo yo que allí también habrá peluquerías, ¿no? Puede que incluso alguna más que aquí —ironizó—. Pero si no quieres que vaya, solo dilo.

Tardé un segundo en convencerme de que era una buena idea. Sonreí.

—Sí, será divertido —admití—. Será como siempre imaginábamos cuando éramos niñas

Lo cierto era que largarme con Emilia sería un cambio mucho más llevadero. Al menos no tendría que echarla de menos a ella también. No creía que a Leon le importara que mi amiga se quedara en su casa mientras encontrábamos un departamento.

Mi amiga comenzó a celebrarlo con Jann, tanto que incluso comenzaron a besarse. Sven seguía mirándome muy serio.

—Así que te vas de nuevo.

—Pero esta vez pienso despedirme —contesté. Traté de arrancarle una sonrisa con una mía, pero no funcionó.

—¿Cuándo?

Todo apesta.... menos tú princesa (Sven Bender )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora