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Aitana había recibido el mensaje de Alfred. No tenía nada que perder, de todas formas, tenía que ir a la casa de la nueva novia de su hermano y coincidía con la dirección que le había dicho su amigo en el mensaje.

Así que decidió escribir la carta e ir corriendo a ponerla en el buzón que indicaba Alfred. Este chico... nunca cambiaría. Justo en el momento en el que estaba colocando la nota una chica rubia con los ojos azules y con varias bolsas de la compra en la mano entró en el portal. Aitana se escondió en el cuarto de basuras, sabía que la chica era Ángela, su nueva cuñada. Se quedó allí varios minutos hasta que oyó que subió las escaleras hacia su piso y cerró la puerta.

Siguió con su misión de colocar la nota donde le había dicho su amigo, lo que podía llegar a hacer por él... terminó y volvió a escuchar ruidos provenientes de la planta de arriba y se volvió a esconder en el cuarto de basuras. Miró por la pequeña ventana del cuarto y vio a la chica de la que le había hablado Alfred. Era muy guapa, llevaba un conjunto precioso y cuando vio la nota se quedó con una expresión entre asombro y felicidad. Aitana estaba segura de que sabía de quien se trataba.

Por lo que le había contado Alfred la noche anterior, sabía que a él le había llamado mucho la atención la chica nueva, y, a Aitana no la extraña, era realmente guapa. Cuando leyó la nota se la guardó en el bolsillo y subió las escaleras.

Aitana se percató de que todavía había unas bolsas y decidió no salir aún hasta que las hubieran recogido, y en menos de cinco segundos, otra vez,  la chica que inundaba los pensamientos de su amigo apareció, cogió las bolsas y volvió a subir a su piso.

Aitana aprovechó ese momento para subir y para mandarle un mensaje a Alfred: "Hecho amigo, le ha encantado que lo sepas" guardó el móvil y subió las escaleras hacia el piso de su nueva cuñada. Llamó al timbre y le abrió esta.

(...)

Habían dado una vuelta por el centro comercial de al lado de su casa antes de comer. Sorprendentemente ninguna de las tres tenía hambre así que decidieron dar una vuelta y así conocerse más. A Amaia le parecía una chica increíble, con una gran personalidad y muy graciosa.

Ángela había entrado en una tienda de zapatos y como Aitana y Amaia estaban cansadas decidieron esperarla fuera de la tienda en un banco que había en frente de esta. Amaia estaba ansiosa de comenzar las clases de piano y canto en el conservatorio y no paraba de preguntar a Aitana todo lo que se le ocurría.

-Y... ¿La profesora de canto es buena? -preguntó Amaia nada más sentarse

- ¿Buena? Buenísima, te va a caer genial ya verás. Se llama Mamen y no es de aquí, es del sur, me encanta su acento.

- ¡Ala! Que guay, ¿Y los compañeros? - Amaia en realidad quería que le contara cosas de uno en concreto, pero no decidió hacer la pregunta directamente para que Aitana no se pensara cosas raras.

-Ay pues súper majos, esta tarde te los presentaré yo también tengo clase a las mismas horas que tú...- Aitana sabía perfectamente es que esa tarde ella y su mejor amigo habían quedado para ir juntos al conservatorio, por eso decidió no decirle nada sobre ir juntas. De hecho, para ayudar a su amigo, había dicho que tenía que hacer cosas de la universidad antes de pasarse por el conservatorio.

Porque, Aitana, además de estar conservatorio también estaba en la universidad, pero sólo unos días concreto de la semana, era raro. Estudiaba la carrera de bellas artes y junto a esta la de música en el conservatorio. Cuando acabó bachillerato no se había decidido de lo que quería hacer, entonces,  decidió hacer las dos cosas que tanto le gustaban.

Alfred, en cambio, había abandonado la universidad para dedicarse en cuerpo y alma a la música y a su familia. Era un chaval con las ideas claras y si veía que algo no estaba yendo bien en su vida, hasta luego Maricarmen.

A Amaia se le cambió la expresión de la cara cuando recordó que empezaba de nuevo, en un nuevo sitio, y que, en fondo, estaba sola. Aitana notó el gesto y preguntó acariciándola el brazo:

- ¿Qué te pasa? - dijo subiendo la mano arriba y abajo por su brazo.

Amaia sonrió ante ese gesto, pero volvió a su tristeza- ¿Y si no encajo? - dijo mientras miraba al frente dubitativa. Amaia sentía que se podía abrir a Aitana totalmente. Era como la mejor amiga que nunca había tenido y eso que se conocía de hace un par de horas, no sé, era extraño.

-Amaia, no te preocupes por eso. No sé por qué, pero tengo el presentimiento de que vas a encajar súper bien con la gente del taller- dijo sonriéndola- además, estoy yo ahí y si es por mí nunca va a estar sola. Me has caído muy bien Amaia. - Amaia sonrió- Me vas a llamar loca, pero es como si te conociera de toda la vida, tengo esa sensación. Y nunca me había pasado con nadie.

Amaia suspiró aliviada- Me pasa exactamente lo mismo, eres como mi hermana y nos conocemos de unas horas, es extraño, pero mola- dicho esto se dieron un abrazo.

-¿Qué? ¿Vamos a comer? - dijo Ángela interrumpiendo el abrazo de las dos amigas. Llevaba unas cinco bolsas en las manos, Amaia y Aitana se miraron, sonrieron y se levantaron del banco. 

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¡Hola chicxs! Muchísimas gracias por leerme, de verdad. 

Después, no sé exactamente a qué hora, tendréis otro capítulo más, a lo mejor otros dos, no sé. Solo espero que os este gustando la novela tanto como a mí escribirla. Gracias de nuevo.

Contadme en comentarios que os está pareciendo. 

Nos leemos. 

NOVATA | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora