21

1.4K 85 6
                                    

Amaia y Aitana estaban fuera tomando el aire, sentadas en las escaleras, estaban más tranquilas. Alfred salió preocupado de la clase, llevaban más de media hora fuera y no contestaban a los mensajes.

Pensaba que les había pasado algo importante, se recorrió todo el conservatorio hasta que las encontró fuera sentadas, suspiró aliviado.

—Joder... ¿Dónde os habéis ido a cambiar? — dijo Alfred. Las dos chicas se giraron al escucharle.

Amaia se levantó y le dio un abrazo. Estaba bastante nerviosa, Aitana decía continuamente que Alfred era el que me tenía que contar "esa cosa" para poder entender la razón por la que la estaban acosando.

Alfred le correspondió al abrazo y ella le abrazó aún más fuerte. Le encantaba estar entre los brazos del catalán, le hacían sentirse segura y protegida, además, que le encantaba su olor. Alfred se separó del abrazo y le dio un beso en la frente. Aitana contemplaba la escena desde las escaleras.

—Bueno chicos...— se levantó — me voy dentro. Amaia tiene que contarte varias cosas, lo tenéis que resolver juntos. — Acarició la espalda de la pamplonica y le susurró a Alfred— Recuerda que no puedes hacerlo solo, mira lo que sucedió la última vez.

Alfred no comprendió de lo que le hablaba, solo asintió y le sonrió. Aitana se fue por donde había venido y Alfred habló.

—¿Ha pasado algo importante Amaieta? — Amaia le dio un último abrazo y le cogió de la mano para conducirle hacia donde estaban antes las dos amigas. Alfred solo la siguió, estaría para ella en todo momento que lo necesitara, la iba a proteger.

Amaia cogió su móvil y buscó las conversaciones. Alfred solo le acariciaba la espalda, Amaia encontró los mensajes y se los mostró diciendo. — Me están amenazando... al principio pensaba que me querían hacer una broma pesada por ser la nueva, pero Aitana me ha dicho que tú me lo podías explicar...— Alfred leyó los mensajes y se puso muy nervioso. No podía estar ocurriendo de nuevo. Sentía una fuerte presión en el pecho, todo estaba dando vueltas. No, por favor, no puede volver. Sentía que se quedaba sin respiración. Cada vez tenía menos fuerzas y la cabeza le daba cada vez más vueltas. Oía los gritos de Amaia y sentía sus caricias, pero nada, él no respondía.

Amaia se estaba poniendo muy nerviosa, sabía que le estaba dando un ataque de ansiedad, pero no sabía qué hacer. Hizo lo primero que se le ocurrió: le cogió de la cabeza y comenzó a darle caricias en la cara y a intentar calmarle. Comenzó a decir su nombre un poco más bajito, la respiración de Alfred comenzó a acompasarse poco a poco. Amaia consiguió colocar la cabeza del chico en sus piernas, comenzó a darle caricias en la mejilla. Alfred consiguió relajarse.

—Ya está, ya pasó...cucu— repetía Amaia una y otra vez. Le dio un pequeño beso en la mejilla y siguió con las caricias. Alfred cerró los ojos más calmado, pero necesitaba sus pastillas para poder sentirse mejor.

—Ve a la taquilla...— consiguió decir Alfred con un pequeño hilo de voz. —Pastillas...

—No te voy a dejar solo Alfred— Amaia cogió su móvil y llamó al móvil de su amiga. A la primera no se lo cogió. Amaia volvió a probar y esta sí se lo cogió:

—Aitana a Alfred le ha dado un ataque de ansiedad, ¿Sabes dónde puede tener las pastillas?

—Están en su taquilla. No le dejes solo, voy yo a por ellas y voy donde estéis. ¿Está bien?

—Ahora está más tranquilo, ven rápido. No sé si le podría volver a dar...

Colgó el teléfono y se encontró a un Alfred con una lágrima recorriendo su mejilla.

NOVATA | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora