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Llegaron a la estación y corrieron hacia el andén donde se suponía que debía estar Javiera. Amaia miró el cartel donde ponían las llegadas y las salidas de los trenes de la estación.

—El tren de Pamplona ha llegado hace 10 minutos... mi madre me va a matar...— Amaia se llevó las manos a la cabeza y Alfred la cogió de la muñeca.

—Si no nos damos prisa sí que se va a cabrear cuquita...— Alfred tiró de ella y le dio un beso en la mejilla para tranquilizarla. Amaia asintió y se dejó llevar.

—Es en el andén 10, el último de todos... joder si es que nada me sale bien.

Amaia no había revisado su móvil desde que habían salido de casa y estaba ignorando por completo las 20 llamadas perdidas, los 400 mensajes de WhatsApp y los 10 SMS que la había mandado su madre...

El móvil de Alfred sonó y este lo cogió sin dejar de andar hacia el andén.

—¿Sí?

—¿Alfred? ¿Estás con Amaia? — dijo un Martí visiblemente preocupado.

—Sí ¿Por qué?

—¿Estáis en la estación?

—Sí...

—Javiera lleva llamando a Amaia desde que salió del tren está bastante cabreada con ella. Daos prisa...

—Joder...gracias.

Colgó la llamada y se dirigió a su novia. — Amaix... ¿Desde cuando no coges el móvil?

—No lo sé... ¿Por qué? — dijo Amaia con expresión preocupante. El sudor recorría su frente y todo por la caminata que estaban haciendo desde la puerta de la estación.

—Tu madre está muy cabreada es mejor que nos demos prisa... Dame el teléfono y apágalo diremos que te lo has dejado en casa o algo para que no se enfade más.

Amaia hizo caso a Alfred y se dirigieron aún más rápido hacia el andén. Giraron a la derecha y bajaron corriendo unas escaleras mecánicas, se llevaron más de un grito por parte de los pasajeros que se dirigían tranquilamente al andén. Después de tirar más de una maleta y que el guardia les pitara por detrás llegaron al sitio donde se encontraba la mujer visiblemente enfadada.

Cuando Amaia la vio, dirigió su mirada a Alfred. Este la apretó la mano y ella tragó saliva. Cuando la mujer de baja estatura les vio echó una mirada fulminante a su hija y después miró las manos entrelazadas y no pudo evitar sonreír, aunque después recordó otra vez que llevaba más de media hora esperando a que llegaran y volvió a su ceño fruncido.

—Hola mamá... lo siento...— dijo la pamplonica mirando al suelo.

—¿Tienes el móvil de adorno o qué jovencita? — puso los brazos en jarras y levantó una ceja.

Alfred habló para salvar la situación ya que Amaia se había quedado completamente muda. — Se lo dejó en casa... salimos corriendo y pues se nos olvidó. — subió los dos hombros en señal de inocencia y sonrió medianamente enseñando sus palas separadas. Amaia le miró, le apretó la mano y sonrió en señal de agradecimiento.

Javiera miró a Alfred de arriba abajo y sonrió, la verdad es que era muy guapo y parecía tener buenos modales. Miró a su hija que tenía una sonrisa boba en la cara y carraspeó.

—Amaia... ¿No me vas a presentar a este...chico? — Amaia abrió mucho los ojos y sonrió.

—Eh...sí claro, mamá, este es Alfred...— Alfred se acercó y antes de darle dos besos dijo...

NOVATA | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora