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Cuando terminaron de comer, Aitana se fue. Amaia se echó la siesta y después se fue a cambiar. No sabe por qué, pero se quería sentir más guapa aún. En realidad, si lo sabía, pero no lo iba a reconocer en voz alta. Y es que, Alfred, tenía mucho que ver en esa decisión.

Se decidió poner unos pantalones anchos negros y un top de flores del mismo color. Se calzó sus victoria y se fue al baño a quitarse un poco las imperfecciones con un corrector que se había traído de Pamplona. Se echó un poco de rímel y colorete.

Se sentó en la cama de su habitación a hacer tiempo. Era la primera vez que hacía todo antes de hora, ella acostumbraba a llegar tarde.

Se puso a cantar, solía dejarse llevar por las notas y por las melodías que salían de su boca. Estaba cantando mirando hacia la ventana de su habitación, entonaba "Qué bonito" de Rosario, siempre le había encantado esa canción. Estaba tan inmersa en la canción que no se había dado cuenta de que alguien la observaba cantando.


Alfred había llamado a la puerta, pasaba a recoger a Amaia como había puesto en la carta, llegaba 5 minutos antes de lo previsto, pero es que no se podía aguantar más. Su hermana abrió la puerta.

–¡Hola! ¿Quién eres?—dijo Ángela sorprendida por su visita.

–Soy Alfred, compañero de Amaia del conservatorio. Vengo a por ella para ir juntos- Ángela ante ese comentario abrió mucho los ojos. ¿Por qué su hermana no le había contado nada?

—Está en su habitación. Por cierto, ¿vives por aquí cerca? Es que me suenas de haberte visto o algo así- dijo Ángela cerrando la puerta tras de sí cuando este ya había pasado.

—Sí, soy el vecino de arriba. —dijo Alfred sonriéndola.

Ángela asintió y se volvió a sentar en el sofá—Es la segunda puerta a la derecha, está tocando la guitarra.

Alfred ya se había percatado de la suave melodía que resonaba por toda la casa en cuánto entró, pero no se imaginaba que proviniera de la voz de Amaia, cada vez le sorprendía más.

Fue hasta la habitación, y, como hipnotizado, se quedó apoyado en el marco de la puerta mientras miraba y escuchaba a Amaia mordiéndose el labio. Ella no se percató de que él estaba allí, y él no quería molestar un momento tan íntimo asique decidió esperar a que terminara. Terminó la canción y esta suspiró, se quedó en la misma posición apoyando sus brazos en la guitarra. Alfred seguía asombrado con su capacidad para la música. Solo aplaudió, Amaia se sobresaltó.

—Ha sido, increíble novata—dijo acercándose dónde se encontraba la joven. Amaia se ruborizó.

—Te has tomado muchas molestias para que vayamos juntos al conservatorio ¿no? Señor irresistible...—dijo burlona, mientras se levantaba de la cama y apoyaba la guitarra en el soporte de al lado del piano. Él solo la observaba con una sonrisa.

—Sí, a veces hago cosas para conseguir lo que quiero— dijo mirándola directamente a los ojos.

Amaia cada vez se acercaba más a Alfred—Y ¿Qué es lo que quieres? —dijo Amaia parándose con una sonrisa burlona en la cara.

"A ti" pensó Alfred, pero nunca lo diría en alto. —No ir solo al conservatorio— mintió.

—Pues ale, vámonos— dijo Amaia cogiendo las partituras de encima de la mesa. Salió hacia el salón seguida de un Alfred que no paraba de admirar el cuerpo de esta. "Qué culo" pensó. Amaia cogió el móvil y la cartera de la mesilla de la entrada, Alfred no decía nada solo la observaba, podría acostumbrarse a esto.

NOVATA | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora