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Cuando Roi pronunció esas palabras Alfred dio un apretón a Amaia en la mano que tenían entrelazada. Amaia miró a Alfred preocupada por si le daba otro ataque. El chico tragó saliva y respiró profundo, Amaia le dio una caricia en la mano para darle un poco de apoyo.

Después de coger una bocanada de aire el catalán por fin habló—¿Por qué?

Roi respiró profundo. Al catalán no le iba a hacer ni pizca de gracia aquello, hace más o menos dos meses, cuando su tío se lo comunicó decidió no decírselo ya que este se estaba recuperando del todo.

—Alfred...cuando se puso la orden de alejamiento hace casi un año...— comenzó el gallego — Se dijo que iba a ser para siempre, pero...hace unos meses que la orden caducó al no haber indicios de reincidencia ni de acoso que es por lo que ella estaba penada.

—¿Desde cuando lo sabes? — dijo Alfred con el ceño fruncido.

—Desde hace unos meses...no te lo he dicho porque estaba ya más que superado y...como ella no había vuelto a aparecer supuse que no iba a molestarte más. Me equivocaba demasiado, lo siento.

Alfred soltó la mano de Amaia y apretó sus puños con fuerza, tenía mucha rabia en su interior, pero sobre todo sentía miedo. No solo por él sino por la personita que le miraba preocupada a la izquierda. Por ella, decidió relajarse e intentar no revolucionar más las cosas. Por lo que intentó seguir hablando con Roi, aunque tendría unas palabras con él más tarde.

—¿Por qué esta vez va a ser más difícil hacer que se vaya?

— Según me ha dicho mi tío puede volver a aparecer en tu vida sin ningún tipo de problema y como no encontraron nada que la acusara de asesinato... no te van a volver a creer ¿Entiendes?

Alfred se quedó blanco, no se podía creer que esto podía estar pasando.

—Y ¿No hay ninguna forma de arreglarlo? ¿De hacer que se vaya? — habló la chica. Amaia estaba blanca y una lágrima amenazaba con salir. No podía dejar que esa zorra arruinara la vida de Alfred otra vez. Iba a hacer todo lo que estuviera en su mano para que se quedara a su lado. Tenía que ser fuerte por él.

—No podemos volver a recaer en el mismo caso— comenzó Roi. —Si ella ha comenzado de nuevo con el acoso podemos trabajar desde ahí...

—Podemos acusarla desde el nuevo acoso. Comenzar un nuevo caso— le dijo Amaia. Alfred estaba a su lado mirando sus rodillas, totalmente mudo.

—¿Cómo ha empezado a amenazaros? Puedo hablar con mi tío para que nos ayude en eso...

—Los mensajes. — habló esta vez el catalán. Aun mirando hacia abajo. —Pero no servirá de nada. — la chica y Roi le miraron extrañados. — Si volvemos a dejar esto en manos de otra gente volverá a pasar lo mismo... no encontraremos nada en contra de ella...

Roi le miró sin comprender, o esperaba que no estuviera comprendiendo bien. — Dices que...

—Sí Roi, hay que hacerlo solos, como a ella le gusta. Cuando tengamos todo lo necesario para cargar contra ella lo haremos. Mientras tanto no hay que involucrar a la policía.

—Estoy con él— dijo de repente la pamplonica. —No creo que lo mejor sea hacer eso, pero no creo que consigamos nada con la ayuda de la policía. Cuando tengamos las pruebas suficientes para que la policía nos crea, cargaremos y la incluiremos.

Roi suspiró. En el fondo sabía que tenían razón. No quería que su mejor amigo sufriera y, aunque sabía que su tío le mataría, iba a ayudarle. —Me apunto, necesitamos recopilar todo lo que tengamos. Enseñarme los mensajes que os ha mandado hasta el momento.

NOVATA | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora