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Habían pasado tres días desde que recibió la carta aquella tarde. Se asustó mucho cuando vio que era certificada y que iba expresamente a su nombre, había muchas veces que le enviaban cosas de sus padres, porque se pensaban que aun vivían ahí, y le sorprendió mucho porque nade solía enviarle correspondencia.

Cuando se enteró del motivo de aquella carta le ilusionó y atemorizó a partes iguales. Llevaba desde esa tarde, extraño con todo el mundo que le rodeaba, incluso Amaia se lo había dicho varias veces "Cucu, estás como ido ¿Qué te pasa?" cuando le hacía esa pregunta él solo negaba con la cabeza e intentaba disfrutar del momento con ella.

Ahora mismo estaba en el backstage del festival de Sitges, solo quedaban hacer unos arreglos antes de la actuación del día siguiente. Estaba muy nervioso, acababa de ensayar su canción individual y le había hecho rememorar muchos recuerdos del pasado que creía enterrados. Pero al tener esa cosa rondándole una y otra vez la cabeza supuso que su barrera no estaba tan bien construida.

Decidió ir al baño a refrescarse un poco la cara y así despejarse. Nadie se dio cuenta de su ausencia, nadie. Amaia estaba ensayando y todavía le quedaba para rato así que podía estar un rato a solas sin necesidad de preocuparse por lo que ella pensara.

Desde lo que pasó hace tres días—lo de Mario—Amaia estuvo muchísimo más cercana, si se podía, con Alfred. Después de que este le confesara que él sabía perfectamente por donde iban las intenciones del navarro pero que no le hizo falta hablarlo con ella porque se delató él solito. Alfred, sin embargo, cuando fue a su casa antes de ir al conservatorio y vio la carta ahí, con el sello y el remitente, había estado mucho más alejado de ella. y, por una parte, se arrepentía, pero, por otro lado, al recordar la razón de su distanciamiento no se sentía tan mal.

Llegó al baño y puso su cabeza debajo de la pila, puso sus dos manos a los laterales del fregadero y se miró al espejo. Llevaba días sin dormir, sin comer y sin hacer lo que toda persona humana debería hacer. Estaba acostumbrado porque muchas veces se había pasado sin realizar las funciones vitales para componer, pero, en este caso, la razón era muy diferente.

Una lágrima recorrió la mejilla del catalán y la limpió con el antebrazo. Respiró profundo evitando que siguieran cayendo esas que aun amenazaban con salir. Cogió un poco de papel y se secó como pudo. Salió del baño y se puso en las escaleras que estaban lejos del escenario, cogió el móvil y se puso a escuchar antiguas composiciones que había grabado en las notas de voz. Luego se puso a revisar los mensajes antiguos de WhatsApp y empezó a leer las primeras conversaciones que tuvo con su pamplonica favorita. La de cosas que hizo para que ella se fijara al menos un poquito en él, podía llegar a ser muy insoportable a la par que irresistible... una sonrisa apareció en su rostro recordando esos viejos momentos.

Cuando notó una presencia al su lado, sorbió un poco la nariz ya que se le habían escapado algunas lagrimillas al recordar.

—¿Qué haces? — le dijo Aitana sentándose a su lado. Al ver como apartaba la mirada, se dio cuenta de que algo no andaba bien por la cabeza de su mejor amigo. Se había dado cuenta de que estaba raro, y no una rareza normal en él, sino una mala.

—Nada, miraba cosas— dijo Alfred mirando al suelo. Después giró un poco la cabeza y sonrió a su "pequeña hermana". Sabía que no había sonado nada convincente.

—Si no me lo quieres decir, no pasa nada, pero... ¿Qué te pasa estos días?

Alfred sonrió lo más falsamente que pudo— Nada monito, estoy preocupado porque todo salga bien en la canción y esas cosas... No te preocupes, en serio.

Aitana no se había creído ni una sola palabra de lo que le había dicho, pero solo asintió con una sonrisa y sacó su móvil.

Alfred se levantó de su lado sin decir nada y se fue hacia el escenario, donde aún ensayaba Amaia. Se quedó en el lateral, apoyado en la mesa de mezclas, escuchándola y disfrutando de ella, de su voz y de su tranquilidad. Miraba como tocaba el piano con fuerza y como sentía cada palabra que decía la canción, se desgarraba con ella y transmitía muchísima pasión.

NOVATA | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora