11

1.2K 70 4
                                    


Las clases habían sido muy productivas. A Amaia le había tocado en la misma clase que Aitana y todo habían sido buenos momentos, excepto cuando el profesor las llamó la atención porque no se callaban ni debajo del agua. Amaia pasó una vergüenza increíble cuando ocurrió eso.

Aitana se ofreció a acompañarla a casa y Amaia no pudo negarse, de hecho, la invitó también a cenar a lo que la catalana no pudo negarse

Estaban saliendo de clase entre risas y se dirigían a la puerta del conservatorio.

—¡Amaia! —dijo una voz a sus espaldas. La pamplonica se giró para ver de quien se trataba y se dio cuenta de que era su tío que corría tras ella. Amaia y Aitana se giraron esperando a que su tío llegara hasta ellas. —Hola, te necesito un momento ahí dentro, tenemos una reunión con el consejo y tenemos que proponerte algo—

—¿A mí? — dijo Amaia incrédula

— Sí a ti. Aitana puedes venir también, te pensaba avisar mañana pero ya que estáis juntas os lo comunico a las dos. Tranquilas, no es nada malo.

Amaia y Aitana asintieron y volvieron a entrar en el edificio. No sabían de qué se trataba, la incertidumbre las carcomía por dentro, estaban realmente emocionadas.

Subieron hasta el tercer piso siguiendo a Gabriel que estaba sonriendo ante la noticia que en un momento les daría.

Entraron en una sala bastante grande, dentro había poca gente. Amaia solo pudo reconocer a Martí, a Mamen, su profesora de canto y a Noemí, la mujer que le recibió ayer por la tarde. Había bastantes sillas mirando hacia un atril donde se había situado su tío. Amaia y Aitana se colocaron en una de las sillas a esperar.

— Vamos a esperar a los demás y así mañana ya no tengo que hacer otra reunión, esperadme aquí por favor.

Amaia y Aitana se miraban emocionadas, sí que debía de ser importante si se encontraban casi todos los profesores del conservatorio en esa sala.

—Amaia— dijo la del flequillo — Tengo que ir a mear, ahora vengo.

—Aitana, pero no me dejes aquí sola —pero ya era demasiado tarde, Aitana ya se había levantado al baño rápidamente. Pues sí que tenía ganas.

Amaia se puso con el móvil un rato a esperar a Aitana, se aburría mucho, y su amiga no llegaba. Decidió levantarse a mirar por la ventana, no despegaba la vista de la pantalla. Miró por la ventana y al ver que solo daba a un edificio gris feo, decidió volver a sentarse.

Aitana le estaba enviando caras por el WhatsApp desde el baño y Amaia no podía dejar de mirar el móvil riendo. Se dirigió a su asiento sin apartar la vista del móvil y cuando se fue a sentar notó el asiento diferente, muy caliente, y abrió mucho los ojos cuando se dio cuenta de que se había sentado sobre alguien.

Un brazo de la persona sobre la que se había sentado rodeó la cintura de esta, Amaia se impregnó del olor de la persona y se dio cuenta de quien se trataba, el chico del trombón.

Alfred se acercó a la oreja de Amaia y le susurró —No sabía que en Pamplona ibais tan "a saco" — Amaia se giró hacia él, con la cara roja de vergüenza. Mala idea, se quedó sin palabras al ver sus ojos tan cerca de ella.

—Eh...eh...— balbuceó la de Pamplona. Mierda, seguro que creía que era tonta. — Mejor me voy... — Amaia se intentó levantar, pero los brazos de Alfred la rodearon el cuerpo entero.

—De aquí no se va nadie — dijo Alfred. Amaia se intentó zafar de su agarre, pero no podía. Alfred rió fuerte.

—Alfred, déjame. — dijo Amaia sonriendo.

—No Amaieta, no te vas hasta que yo lo diga— Amaia se giró sobre las piernas de este, y se hizo la enfadada. Miró a Alfred con morritos.

—Alfreeed, suéltame por favor, que seguro que te estoy aplastando.

Alfred soltó una carcajada — Pero ¿qué dices? Si no pesas nada.

—Bueno me da igual, suéltame ¿Qué quieres que haga?

—Ay... que mona— dijo Alfred agarrándola del moflete. Amaia sonrió ante esa caricia. — La verdad es que quiero que hagas algo, ya que me lo has propuesto...

—Si lo hago, ¿Puedo irme? — dijo Amaia mirándole con ojos de corderito degollado.

Alfred rió ante su mueca — Sí — Amaia aplaudió y el chico volvió a reír. "Que mona es" pensó. — Vale, quiero que vengas conmigo a la playa.

Amaia rió ante su ocurrencia — ¿A la playa? ¿En serio?

—Oye, que si no quieres venir no vengas. — Dijo Alfred haciéndose el enfadado, Amaia le sonrió, Alfred no pudo resistirse y dio la vuelta a la pamplonica con sus brazos para quedarse cara a cara con ella. — A ver, es que, este viernes vamos a ir unos amigos y yo con las guitarras y eso a improvisar a la playa y quiero que te conozcan, que vean lo buena que eres tocando y la increíble voz que tienes.

Amaia le miró, estaban muy cerca. Sus respiraciones estaban mezcladas, pero no estaba incómoda, se sentía muy bien ante esa cercanía. Escuchó lo que le había dicho y asintió.

—A demás— continuó Alfred — Antes me habías dicho que no tenías muchos amigos y así creo que te puedo ayudar a conocer más gente —esto último lo dijo con una voz de bebé que a Amaia derritió, no se pudo aguantar y le dio un abrazo. A Alfred le pilló desprevenido, pero al final correspondió al ataque de amor que le había dado a Amaia.

Amaia al darse cuenta de lo que estaba haciendo se separó y sin mirarle a la cara, se pasó el pelo por detrás de la oreja.

—¿El viernes nos vemos? — dijo Alfred, acariciándole el muslo. Amaia asintió y miró hacia la puerta, vio su tío entrar por esta hablando con un chico moreno, charlaban animadamente y Gabriel no se dio cuenta de la escena que estaba ante sus narices. Su alumno favorito y su sobrina, uno encima del otro.

Amaia al ver a su tío entrar por la puerta se tensó, se dio cuenta de que estaba encima de Alfred y se sonrojó. Alfred miró hacia atrás para ver que estaba mirando tanto la chica y se tensó también. Soltó a Amaia para que se pudiera levantar y esta no lo hizo. Miró para comprobar que su tío no la estaba mirando y contestó al chico con una sonrisa.

—Sí, nos vemos el viernes— entonces fue cuando se levantó y se giró para ir en busca de su amiga. Pero recordó algo que tenía muchas ganas de decirle, entonces volvió donde estaba antes y Alfred la miró extrañado. —¿Quieres venir a cenar a casa esta noche?

Alfred respondió asintiendo y con una sonrisa dijo— Vamos juntos cuando acabe esto hacia allá.

—Vale...pues...Hasta luego supongo— Amaia no se podía creer lo que acababa de hacer, acababa de invitar a Alfreda su casa . Notaba como sus mejillas cada vez estaban más coloradas.

—Hasta luego, novata— dijo Alfred esbozando una sonrisa. Y Amaia no pudo evitar fijarse en sus palitas separadas, esas que quería que fueran suyas. Y cada vez estaba más cerca de admitirlo en voz alta. 

----------------------------------------------

¡Buenas chicxs!

Espero que os esté gustando, entiendo que algunos penséis que la historia va un poco lenta pero es que a mí me gustan así la historias. Así que dadme tiempo. 

Por cierto, hoy estoy inspirada así que creo que tendréis otro capítulo.

Muchas gracias por leer.  

NOVATA | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora