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Alfred fue corriendo hacia la dirección que le había mandado Roi, era muy lejos, por lo que iba a tardar más de una hora en llegar. Era muy raro que no quedaran en el bar del conservatorio, siempre lo hacían cuando tenían que hablar de algo importante. Llegó al edificio, estaba a las afueras de Barcelona y por ello tuvo que cogerse un taxi para llegar.

El edificio era bastante antiguo, pero, a diferencia del suyo, no tenía ningún encanto. Era de un color gris que no invitaba a entrar no tenía ni idea de por qué Roi había decidido quedar con él allí. Le puso un mensaje para ver si ya se encontraba en el piso que le había indicado.

Alfred: ¿Estas ya?

Roi: Sí, sube.

Alfred bloqueó el móvil y se lo guardó en el bolsillo trasero del pantalón. Entró en el portal y sintió que hacía bastante frío. No había ascensor, por ello, subió por las escaleras hacia la tercera planta. Los pisos eran todos iguales, disponían de un largo pasillo con varias puertas de color verde a los laterales. Llegó a la planta y se dirigió hacia la última puerta de todo el pasillo. Tocó dos veces con el puño y esperó a que abrieran, pronto se oyeron varios pasos en dirección a la puerta.

Roi le abrió con un rostro desencajado y con una cara de preocupación infinita. Alfred extrañado dio un golpecito en el hombro a su amigo y cuando se quiso dar cuenta un hombre de unos dos metros de altura apuntaba a las costillas de Roi con una pistola. Alfred abrió mucho los ojos y ahogó un grito, otro chico, más bajito se acercó a Alfred y le apuntó con una pistola en la nuca de este. El que estaba amenazando a Roi hizo un gesto con la cabeza para que se dirigieran al interior de la casa.

El más bajito se acercó al oído de Alfred, sin dejar de apuntarle con la pistola y le dijo–Más te vale que te estés calladito...— Alfred tragó saliva y asintió.

Atravesaron un largo pasillo hasta llegar a la última puerta de la estancia, el más alto abrió la puerta y empujó a los dos chicos asustados dentro. Alfred se giró y dio un golpe a la puerta en señal de agotamiento. Se sentaron en el suelo mientras el catalán no paraba de dar golpes a la puerta. Pasaron más de caurenta minutos y estuvieron en completa oscuridad hasta que una luz fuerte y blanca iluminó la estancia

—Vaya...— dijo una voz femenina— Alfredito... no has cambiado nada eh...

—Esa voz...— susurró Alfred todavía de cara a la pared. — Claudia.

—En efecto— dijo la chica. Se acercó hacia el cristal que separaba a los dos chicos de ella y se carcajeó.

Alfred se giró temeroso y la vio por fin. Una chica con el pelo rubio platino se encontraba detrás de aquella especie de pecera mirándole sonriente. Llevaba un abrigo rojo hasta las rodillas y todavía conservaba su labial a juego. El catalán frunció el ceño y una cara de repugnancia absoluta se instaló en su rostro.

—¿Dónde te has dejado a la tonta? — dijo la chica cruzándose de brazos y retándole con la mirada. Ella sabía perfectamente donde estaba, sola en su casa. Ella había conseguido coger le móvil de Roi y mandar esos mensajes a Alfred para que viniera solo y había caído totalmente en su trampa. — Supongo que te habrá dejado ya... sabiendo todo lo que se le viene encima teniéndote a su lado...

—¿Qué quieres? — le dijo el catalán procurando que las lágrimas a causa de la rabia no recorrieran sus mejillas.

—¿Qué que quiero? Pensaba que eras un poquito más espabilado...— se carcajeó Claudia. —Quiero que te alejes de ella, no mereces estar con nadie que no sea conmigo.

—Te crees que después de todo esto... ¿Voy a atreverme a estar contigo? No me hagas reír...— dijo el catalán retándola con la mirada.

—Lo suponía, pero... te propongo un trato...— comenzó la rubia. Justo en ese momento el móvil de la chica comenzó a sonar, por lo que tuvo que retirarse unos minutos. En ese momento Alfred recordó que se había guardado en el bolsillo del pantalón su móvil. Le hizo un gesto a Roi para que se acercara por su espalda y lo cogiera. No podía creerse como los guardias de la chica no se habían percatado de que este seguía con el móvil en el bolsillo. Le quitaron la chaqueta pensando que estaría allí todo, pero no se dieron cuenta de aquel detalle.

NOVATA | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora