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—Amaia...— captó su atención Ángela. Estaban desayunando tranquilamente, Amaia se acababa de despertar y estaba bebiendo de su taza. La miró y asintió para animarla a que siguiera. —¿Cuándo pensabas contarme lo de Alfred?

Amaia se atragantó con el líquido. Estaba esperando a que su hermana le preguntara eso, pero no esperaba que lo hiciera a esas horas de la mañana. Estaba claro que desde que habían llegado a Barcelona su relación se había enfriado un poco ya que la mayor nunca pasaba por casa por estar con Martí y la pequeña tenía mucha vergüenza de hablar de estos temas con ella cuando se daba la oportunidad para hablar.

—A ver...está claro por lo que vi el otro día que amigos no sois... no me importa que salgas con él... solo que me ha molestado que no me lo cuentes ¿Sabes?

—A mí me molesta que no estés en casa ningún día y no te lo reprocho— dijo Amaia molesta. Cuando vio la cara que se le había quedado a su hermana se arrepintió al instante. Puede que Ángela no se haya dado cuenta, pero la mayor parte de la culpa del estado de su relación es suya y Amaia tenía toda la razón.

—Lo siento pequeña...— comenzó la mayor mirando hacia abajo...— No me había dado cuenta hasta ahora...— Amaia se levantó y la abrazó. En verdad ella debería de haber confiado en su hermana para contarle lo de Alfred. Amaia estaba harta de las discusiones por estupideces.

—No pasa nada Ángela. Debería de habértelo contado...Lo siento.

—Quiero que volvamos a la relación que teníamos cuando estábamos en Pamplona. Sin secretos...

Amaia tragó saliva. Podía contarle lo que quisiera de Alfred, pero no le iba a contar ni por asomo lo de Claudia. Ángela era muy protectora con ella y seguro que quería llamar a la policía, o peor, la alejaría de Alfred. —Sin secretos— dijo finalmente, aunque sabía que no lo iba a cumplir.

Amaia se volvió a sentar en su asiento y siguió desayunando. —¿Qué sois exactamente? — preguntó Ángela —Alfred y tú...

—Pues...supongo...que novios.

—¿Pero de forma oficial?

Amaia asintió con una sonrisa en la cara al recordar esa noche. Ángela la miró y sonrió al ver su expresión. Se acercó a ella y le dio un beso en la frente.

—Se nota que te hace feliz...

—Muy feliz. — Ángela asintió con una sonrisa en la cara, recogió su desayuno se fue hacia la habitación dejando a la pequeña totalmente sola.

Después de desayunar Amaia estaba revisando sus redes sociales cuando el timbre sonó. Levantó la mirada del móvil y con una sonrisa fue a abrir la puerta. Sabía perfectamente quien era. Abrió la puerta y le vio con su característica chaqueta de cuero, sus vaqueros de color beige y su jersey blanco con rayas azules en medio.

Amaia se lanzó a sus brazos y le dio un beso en los labios en forma de saludo. Después rodeó sus brazos en su cuello y para quedarse frente a frente.

—Hola guapo.

Alfred con una sonrisa le devolvió el beso y puso las manos alrededor de su cintura.

—Hola guapa.

Se separaron y entraron en la casa de ella. Hoy Alfred y Amaia iban a estar todo el día juntos ya que era fin de semana y no tenían ni conservatorio ni ensayo. Amaia seguía en pijama y Alfred suspiró al verlo.

—¿Todavía no te has vestido? Vamos a llegar tarde.

Amaia se giró hacia él exasperada. A veces le odiaba. Había llegado 20 minutos antes de la hora a la que habían quedado.

NOVATA | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora