Capítulo 14

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Vacío y oscuridad reinaba en la mente de Liv. Charles estaba intrigado por la joven, había leído su mente varias veces pero encontraba lo mismo: recuerdos incompletos. No podía acceder más allá porque no había nada, las memorias no estaban, alguien las había robado. El Profesor no podía adelantarse y decirlo sin antes averiguar un poco más. Hank, como la mano derecha de Xavier, estaba presente y ayudaba a enfrentar la situación.

— Repite lo que sabes, tus últimos recuerdos.

— Soy Liv Carter, mi madre es Sue Carter. Nací en Londres en 1959. Lo último que recuerdo es... una fiesta. Yo estaba en una fiesta pero algo pasó y ahora estoy aquí.

Liv se sentía aturdida, la cabeza le daba vueltas.

— ¿Te sientes bien? — Hank alarmado acortó la distancia y la observó de cerca. Ella frunció el ceño.

Hank, dale su espacio.

La voz en su cabeza lo alejó de la joven.

— ¿Qué es lo que puedes hacer? Me refiero a tu mutación — Charles se acercó en su silla de ruedas y junto a McCoy vieron como de la mano de Liv brotaba agua.

Los hombres compartieron miradas cómplices y le sonrieron a Liv.

— Creo que puedo hacer más, pero no estoy segura.

— Liv Carter, bienvenida a mi escuela.

*

Algunos estudiantes miraban de reojo a Liv, especialmente porque su llegada canceló el día de piscina. Jean era la más molesta, pues cuando por fin iba a demostrar que tenía más control sobre su mutación y que ésta podía hacer cosas en pro de los demás, una desconocida lo arruinó. Grey veía como Hank le daba un recorrido por la mansión y la presentaba a diversos estudiantes.

Jean, sé lo que piensas. No husmees en la mente de Liv.

La pelirroja continuó leyendo sus apuntes.

*

— Puedes dormir aquí — Hank abrió una puerta — Después, arreglaremos donde te quedarás. Por fortuna todas las habitaciones están ocupadas, algunos están de vacaciones por eso...

— Gracias — dijo irrumpiendo al científico, y se dio cuenta que hablaba mucho, quizás era su nerviosismo.

— Por cierto, esta maleta es tuya. Descansa, ha sido un día pesado.

Liv tomó la maleta y puso seguro a la puerta. Estaba muy confundida, todo le parecía como un sueño, un mal sueño, de esos que parecen nunca acabar. Abrió la maleta para encontrarse con lo que se suponían sus pertenencias pero nada le parecía suyo. Frustrada y a punto de llorar, optó por cerrar los ojos y sumirse en el vacío de su mente.

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