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Era viernes, hoy tenía que ver a mi padre, ahora voy en camino a sus oficinas.

(...)

-Buenas tardes, vengo con el Señor Coleman.

-Su padre no se encuentra, pero me dijo que con mucho gusto la atendía su hermano.

-No muchas gracias -estaba a punto de darme la vuelta.

-Hermanita.

Oh dios mío, no por favor.

No le respondí, solo levante mi ceja.

-Ven, vamos a la oficina.

Me tomo de la cintura y me guió, una vez estando en dicho lugar, tomó una copa y la lleno de un líquido transparente.
Se sentó y se recargo.

Ojalá y se rompiera la silla.

-¿Qué quieres? -rompí el incómodo silencio.

-A ti.

-Ve al grano, no tengo mucho tiempo, yo solo vine a ver a papá.

-Sabes muy bien a que nos dedicamos.

-Empezamos mal- estaba a punto de levantarme de aquella silla.

-Cállate y deja que termine, papá y yo, tu querido hermano.— sonrió orgulloso.

-Tu no eres mi hermano, que te quede claro- le mostré mi peor cara de desagrado

-¡Una más y te irá mal! - me señaló con su dedo, le hice una seña para que continuara. Suspiré.

-La cosa es así, ya sabes perfectamente a que nos dedicamos, bueno pues sabemos que vas a cumplir 18 años y ya estás bastante madura para este tipo de cosas. Queremos que formes parte del negocio.—soltó.

-No- dije lo más rápido frunciendo mi ceño.

-¿Cómo?

-Como lo escuchaste, no es no.

-Pero no era una pregunta.

-Apenas tengo 17, casi 18. Estoy bastante chica como para ir a la cárcel.

-Todo aquí es con discreción, eso no pasará- dejo su copa en el escritorio.

-No, perdoname pero no quiero. Adiós -me pare y me di la vuelta.

-No saldrás viva de aquí si no aceptas. Ellas estarán en peligro.

-No las metas en esto.—lo mire amenazante.

-Sabes que puedo hacer lo que yo quiera.

-Diego, por favor no hagas esto más complicado.

-Entonces acepta esta gran oportunidad.

¿Y que más puedo hacer? todo saldrá muy mal si no acepto.

-¿Qué resivo a cambio?- me cruce de brazos.

-Tendrás más dinero, el que ganarás, más el que te daré aparte para que pagues las medicinas de Hannah, tendrán una mejor casa, comida, ropa, atención médica.

Odio esto.

-Acepto - traté de sonar lo más firme posible.

-Perfecto, el lunes dejaré el encargo en la avenida, en una casa vieja. Tendrás que verte con un señor en una cafetería, se lo darás y te irás, el te pagará.

-¿Y si no lo entrego?

-Me avisaran y tendrás consecuencias.

-Está bien, nos vemos.

Estaba a punto de darme la vuelta pero me detuvo.

-Adiós hermosa.— me dio un beso en la mejilla a nada de los labios, que asco.

Salí lo más rápido que pude.
¡Genial Coleman!, con 17 años y ya estas en el mercado negro.

























PSICÓPATA  || JAEDEN MARTELLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora