En la clase de Adivinación, Sophia estaba concentrada en resolver los presagios de mi mano. Las líneas rectas; aseguraban una buena y sana vida. Las líneas curvas; dificultades en mis metas, y las líneas cruzadas; nuevas relaciones sociales. Me quede viendo a Anka mirarme con aburrimiento, comprendí que las clases de Trewlaney eran intensas, más que ella tenía ocurrencias extrañas, y en ocasiones, daba el destino de algún alumno. Muchos temían esas visiones de la mujer, otros le parecían interesantes y esperaban algo nuevo. En cambio, no me parecía agradable porque prefiero llevarme sorpresas, estudiando esta asignatura tenía que ser tolerante, ya que iba a necesitar aprobarla y estudiarla con profundidad para mi nueva meta en la universidad.
-Conocerás a un nuevo amigo. Tendrás una temporada complicada con tu familia y un nuevo cambio sucederá este año.-leyó Sophia en mi mano izquierda.
-¿Un cambio?-le dije extrañada. El resto era cierto, no me sorprendí que la relación mi familia empeorará más.
-Sí, un cambio que mejorará tu monótona vida.- me aclaro mi amiga. Me quede pensando, cohibida y confundida.- ¿Qué?
-Ese cambio no me trae nada bueno.
Tenía miedo a algo nuevo. Ese dichoso cambio que afectaría mi futuro, que me exilaría de la mansión Malfoy. Mi amiga me escucho, no estaba segura que ella comprendiera mi temor, ella intento decir algo para animarme, de tranquilizar mis pensamientos. Alguna parte de mi, sabía que al terminar Hogwarts atravesaría una nueva etapa, y creo que eso era normal. En mi familia, no sería fácil de sostener. El destino marcaba una realidad, que no me atrevía a enfrentar. Pero, tendría que hacerlo para crecer como adulta, como mujer.
-Estarás bien, Ernestine.- me dijo Sophia, finalmente.- Estaré contigo para lo que sea. Siempre juntas.
Asentí con la cabeza, siempre era bueno contar con amigos. Odiaba Adivinación, odiaba a Trewlaney y sus predicciones que acertaban en el futuro de cada uno. Sophia dejó de examinar mi mano, no me propuso estudiar la suya, porque mi moral estaba afectada.
-¿Cómo se llama el pelirrojo?-me pregunto Sophia para distraerme, lo agradecí.
-Charlie, no sé su apellido. Tampoco, le dije el mío. No quiero que me vea como una chica rica y engreída como toda mi familia.- le dije sinceramente, ella comprendió y me sonrió.
-Yo no pienso que seas así.-me dijo Sophia con una mueca.
-Lo sé. Hay veces que pienso si no vengo de otra familia. Según mi madre, tengo el carácter heredado de mi tía Andrómeda.
-Eso es bueno.-opino mi amiga, fruncí mis labios negando ese comentario.
-Andrómeda fue exiliada de los Black, Ella se caso con un muggle. Y, yo voy por ese camino, según los demás.- le dije con un suspiro.
Sophia no tenía más recursos para alentarme a sentirme integrada a mi familia. Estaba jodiéndome. Suprimí ese falta de confianza, necesitaba concentrarme en los pocos minutos de la clase, asique tomé mi pergamino para redactar las predicciones, que estaba repasando para entrar en la observación de la oclumencia (que estaba prohibido, pero solamente sería las reglas, nada más).
La clase finalizo, mis compañeros no tardaron en disparar a la salida de la torre de Adivinación. Sophia y yo fuimos las últimas en salir, porque colaboramos en limpiar el salón con los pergaminos desechados en el suelo, y las esferas de cristal. Trewlaney nos sonrió, mirándonos con amabilidad y agradecimiento a través de sus gruesas y enormes gafas. Salimos del aula, bajamos con cuidado de no tropezarnos con los escalones falsos.
-¿Te quedarás unas horas más en Herbología?- me preguntó Sophia, llegando a un tramo de la escalera de piedra.
-Tengo que quedarme. Recorda, que estudiaré medicina y debo saber lo suficiente para entrar a la carrera.- le contesté, llegamos al final.
-Tenes razón, Ernie. No lo pensé.- me correspondió.
Caminamos por el pasillo, casi frecuentado de algunos compañeros que todavía estaban merodeando por el séptimo piso. Nosotras nos dirigimos a las escaleras que nos llevarían al patio central. Me sentía menos apenada, descargar mis preocupaciones con Sophia ayudaba mucho. Estaba orgullosa de tener una gran y leal amiga, que confiaba que estaría conmigo en todo momento bueno o malo. Sophia Drummond era una excelente persona, tan diferente al resto de mis allegados.
En unos pocos minutos, llegamos al patio central, merodeado de estudiantes y algunos profesores que vigilaban que no hubiera peleas, o lo que sea. Más que alguien rompiera las reglas de Hogwarts. Pasamos por un arco con figuras en yesos de runas antiguas, arcángeles y otras criaturas divinas. A unos pasos, había un antro con una gran longitud. Solían hacer presentaciones del taller de coro, o interpretar obras teatrales, narrar oralmente cuentos de Beedle El Bardo. Nos ubicamos en los más alto de las gradas con una buena vista al campo de Quidditch.
-¡Amo este sitio!.-le dije a mi amiga.
-Fue lo mejor que encontramos en segundo año.- reconoció Sophia.- Todos se reúnen en la torre, o en el patio. Mejor para nosotras.
-Exacto.
Nos quedamos en silencio, admirando la tarde del mediodía como el sol de oro brillaba sobre el terreno de Hogwarts, como las banderas del campo de Quidditch flameaban con suavidad. El viento era delicado, cargado de una calidez dulce y agradable al roce del cuerpo. Nuestra mejor relajación era contemplar los detalles del Bosque Prohibido, como las aves salvajes revoloteaban en las copas de los altos árboles, los cuales se mecían con vida propia y plenitud. Sophia estiró sus piernas, acomodo su falda y su túnica, apoyó su cabeza en su mochila y descanso.
Al rato, un grupo de chicos entraron al antro. Eran los gemelos Weasley y un chico moreno que respondía al nombre de Jordan. Sophia no se molesto en moverse por el escándalo, tenía su propia tranquilidad sin alteraciones. Decidí saludar a los jóvenes de Gryfflindor, que se acomodaron a gusto frente a nosotras. Deje mis cosas en mi lugar, baje las gradas acercándome a ellos.
-¡Ey, chicos!-salude a unos metros.
Ellos se miraron, interrumpiendo su charla. Me sonroje sin arrepentirme, sonreí con mi transparencia natural. Fred se inclino hacia adelante, su mano paso al interior de su túnica buscando su varita, hice un ademán para detenerlo. Él vacilo, sin alejar su mano.
-¡Wow!-dije alzando las manos.- Sólo, vengo a disculparme, ¿bien? No quería ofender, lo hice por mi padre estaba allí. Sí, él se enterará que hablo con otros magos que ellos destetan por el estatus de sangre, me exiliarían de mi casa.
-No te creo.- negó Fred, se cruzo de brazos recargando su espalda con la otra grada.- Los Malfoy no piden disculpas. Son tercos, asique no te molestes en justificarte con nosotros.
-Fred, no voy a negarlo. Mi familia es horrenda, hay veces que no sé cómo defender sus actitudes cerradas. Uno no elige a la familia.- razone con él, el joven Weasley suspiro y George sonrió de lado.- No soy partidaria de ofender a los demás. Creo que ellos merecen un reconocimiento que la comunidad mágica lo niega. No estoy a favor de esas ideas frías de algunos, de la mayoría.- continúe, siendo lo más sincera posible.- Si me dan la oportunidad demostraré que soy abierta a cualquier tipo de relación. No me importa que piensen mis padres o Draco. Soy diferente.
Fred y George no dijeron nada, sus miradas indicaban que aceptarían un trato de paz, una tregua. Sonreí con mis mejillas coloreadas de rubí. Ellos me invitaron a unirme, Sophia seguía durmiendo al otro lado. Los gemelos me hablaban sobre un proyecto de una tienda de artículos de bromas y pociones por igual. Sus ahorros desde hace dos años podrían pagar parte de un terreno, aunque no era mucho pero un quince por ciento del precio podrían hacerlo. Me pareció un buen plan para el próximo año, ellos hacían sus propias golosinas de chasco.
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Enciende el fuego en mi 1#EnLlamas /Charlie Weasleyxoc
FanfictionTrilogía En Llamas; Parte 1 [Completa] Ernestine Malfoy es una joven de diecisiete años, a punto de graduarse de Hogwarts con excelentes calificaciones. Aunque, esto sea un gran logro para ella, no es suficiente para las exigencias de su familia. ...