34. Castigada

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En el Gran Comedor, las mesas estaban completas de bandejas, jarras y cacerolas con comida para todo el alumnado, los profesores y los huéspedes que se animaran a relacionarse con nosotros. La mesa de Slytherin conversaban de la primera prueba del Torneo de los Tres Magos, aún apostaban contra Potter portando esos pines en sus fríos y falsos corazones. Rodee los ojos, sentándome lejos de Sophia y Anka no volvió a hablarme. Asique, me encontraba sola en el final de la mesa concentrándome en mis pensamientos sobre decepcionar a sus padres, traicionar a su sangre por enamorarse de un Weasley y terminar haciendo la carrera de sanadora en Rumania. Todo esto estaba dentro de mi cabeza, mientras masticaba un trozo de macarrones de chocolate y fresa.

-¡¡Correo, correo!!- se escuchó la fuerte voz de un niño de doce años, saltando sobre la banca de la mesa de Gryfflindor, tenía una cámara mágica colgando de su cuello.- ¡¡Correo, correo!!

-¡Ya, cierra la boca, menso!-le espetó Fred Weasley jalando de la túnica del niño. Sonreí.

Una bandada de lechuzas de diferentes pelaje, tamaños entraron a vuelo por el techo mágico, dejando caer cartas, paquetes y el periódico mágico. Mi correspondencia fue traída por la gran lechuza negra como el azabache, ojos saltones y dorados. Era un mensaje de mi padre. También, llegó el periódico El Profeta en primera plana estaban los cuatro participantes del Torneo de los tres magos. Agarré la carta de mi padre, desenrollé el pergamino, leí varias veces la nota sin creer que mis padres habían autorizado mi viaje al extranjero, consiguiéndome una universidad en Rupea.

Pero, había sido un buen resultado discutir con ellos hace una semana atrás. Ahora, estaban de acuerdo de permitir marcharme a otro país. Y, si supiera quién era mi pareja actual, morirían del susto y la deshonra de romper el cuadro de rivalidad entre las familias; Malfoy vs. Weasley.

Lo lamento por todos ellos. Cuando, alguien está enamorado, se ve cegado por la luz que brinda la otra persona. Charlie brindaba las llamas encendidas, llena de amor y respeto para ofrecerme sin límites.

-Señorita Malfoy, ¿Cómo va su día?-habló Edgar pasando por mi lado, tomó asiento en el final de la banca.

-Aún sigo desayunando.-le respondí, señalando los macarrones verdes y una taza de café.- Y, pensaba probar la tarta de manzana con miel.

-Tienes quince minutos para que, Snape no te corte la cabeza.-me apremió, rodee los ojos dándole la razón, y prometí reunirme con él, en cuanto terminara mi café.- Estarás en problemas, Malfoy.

-Thibermman...

El chico de Hufflepuf se hundió de hombros, levantándose de mi lado ni siquiera se despidió, sin más salió en dirección a las grandes puertas abiertas donde los demás iba retirándose a sus clases. Me quedaban diez minutos para acabar con la mitad del café, ya frio.

Al llegar al aula de Pociones, había demorado en buscar el nuevo libro de especias tóxicas para la cura de una papera de gnomos. El profesor Snape levantó su cabeza rodeando la mesa de Cedric con los demás de su casa, la mirada severa del hombre fijándose en mi interrupción no fue tolerante de mantenerla. Agaché mi cabeza alzando el manual de portada de unos gnomos animados, Snape gruño indicándome con su dedo índice que me sentará inmediatamente.

- Lamento decirlo...Slytherin tiene cincuenta puntos menos.

-¡¿Qué?!-giraron mis compañeros, sentí las miradas de todos sobre mí.

Pasé rápidamente por la mesa de Sophia, que meneo la cabeza acompañada de Anka y el Prefecto de Slytherin. Tuve que callarme, y buscar otro grupo de Slytherin. No mencioné nada, abrí el libro y tomé una pluma junto a un pergamino para anotar el trabajo que deberíamos entregar, luego de realizar la poción que mis nuevos amigos me explicaron sus ingredientes, el tiempo de cocción y demás indicaciones. Siempre fui buena con esta asignatura, asique leí mientras Ivo Lynch revolvía diez veces por el sentido de las agujas del reloj por diez minutos, exactos. Y, agregamos las nuevas especias para la papera trasmitida por los gnomos de jardín a los cultivos.

-¡Profesor Snape, hemos terminado!-anunció Hansen.

El hombre de ropas oscuras, impolutas como un sacerdote de tiempos remotos se acercaba a grandes pasos vigilando nuestra poción con un tono violáceo, casi lila. Miró a los chicos que sonreían con victoria de librarse de la próxima entrega de los ensayos, sabía que el profesor y jefe de Slytherin enviaría otro recurso de tareas para nosotros. Aplaudió a secas, agarró su varita del interior de su túnica apuntando a nuestra mesa. Apareció dos filas de carpetas, quien sabe de qué se trataba. Nos miramos incrédulos de recibir n castigo sin ningún motivo, hasta que logré comprenderlo.

Era mi castigo por escaparme al Bosque Prohibido, y saltearme algunas clases para no cruzarme con Sophia.

-Lo quiero todo organizado, puede empezar.-me ordenó, estaba siendo humillada por un profesor frente a todos mis compañeros. Luego, giró sobre sus pasos.- El resto puede marcharse, quedan diez minutos para el cierre de la clase.

-¡Pobre de ti, Malfoy!-se burlaron mis compañeros de mesa.

-¡Vayan a hacer sus malditas apuestas con Potter!-les espeté, harta de estas jugadas.- ¡Pedazo de cerdos inútiles!

Ellos se intercambiaron miradas indiferentes, marchándose con sus mochilas y manuales en manos, dirigiéndose a la salida junto al resto de la clase. Las puertas se cerraron detrás de Snape, quedándome sola entre las filas de carpetas de los anteriores alumnos que debían asistir al final del año escolar para recuperar la suspensión de notas. 

Enciende el fuego en mi 1#EnLlamas /Charlie WeasleyxocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora