Cada vez, me costaba más concentrarme en las clases siguiendo los pasos ágiles de las plumas de mis compañeros que tomaban notas de la asignatura de Estudios Muggles; otra vez, sabía que el interés de esto correspondía Sophia. Agité mi cabeza quitándome los recuerdos de las últimas tres semanas con ella, en su compañía y ofreciéndome su apoyo en seguirme a Rumania, pero ¡Qué rápido se van los sueños de las personas! No podía creer que las amistades de años de confianza y afecto incondicional podían romperse como una hoja de papel. Intenté no llorar. Intenté pensar en Charlie besándome sin juzgar mi apellido, ni mi decisión de irme lejos de Reino Unido. Es lo que deseaba, finalmente.
-¿Ernestine?-me llamó Edgar sentado detrás de mí, giré mi cabeza prestando atención.- Quiero hablar contigo, luego de clases. No es nada malo, es más te beneficiara.
-¿Ah, sí? ¿Y, qué es?-le pregunté extrañada de despertar su interés.
-Solo, quedan veinte minutos, aguarda.-dijo, regresando su mirada a su pergamino y continuó trabajando en su redacción de algunas reglas muggles.
-Bien...-murmuré asintiendo con la cabeza, volví a mi manual intentando avanzar luego de tres reglas obligatorias de cada mundo, comparándolas.
No quería que las pocas cosas que estaban a mi alrededor se quebraran como el hilo de una araña, tensionado y frágil. Suficiente con la visita imprevista de mis padres, preocupados y temiendo por mí. No necesitaba más rompimientos, amenazas o recriminaciones. Ya estaba harta de tantas cuestiones, la gente no me comprendía y aquellos que lo hacían, eran quienes estaban más lejos de mí. Apoyé mi codo sobre el pupitre, recargando mi cabeza en mi mano y comencé a hacer pequeñas estrellas en el margen del pergamino, nada propio de mí cuando se trataba del estudio. Pero, las últimas clases no eran tan importantes después de todo lo que ocurrió, disolvió un poco mi atención e interés en las materias.
Inútilmente mis esfuerzos en extender mi concentración en mi trabajo no había rendido frutos ni colores. A penas, había completado la mitad mientras, mi compañera de banco había hecho dos carillas en la primera hora de clase. Rodee los ojos, buscando mi varita mágica de madera de roble, rígida y centro de fibra de corazón de dragón, agité dos veces guardando mis materiales de estudio dentro de mi bolsa. Me levanté sin hacer mucho ruido, dirigiéndome a la salida cuando la voz de la profesora me retuvo en mitad del camino, llamando la atención de todos mis compañeros de Slytherin y Hufflepuf.
-¿A dónde va, señorita Malfoy? Aún estamos en clases.-me indicó el reloj de arena mágico, asentí correspondiéndole.- Vuelva a su lugar, por favor.
-Lo siento, madame Ainsworth.-le dije negándole quedarme a sufrir mi mente bloqueada.- No tengo nada claro en mi mente, prefiero retirarme antes de morir de aburrimiento.
-¿Disculpe?-dijo, frunciendo el ceño. La mujer de cabello caoba, recogido en una corona de trenzas, con acento ruso y grandes ojos oscuros se movió de su escritorio.- Regrese a su asiento, o tendré que quitarle cien puntos a su casa.
-¡Chist, Malfoy!-susurró Sophia sentada a unos metros.- ¡Piérdete!
-¡Cierra el pico!
Volví a mirar a la profesora, que estaba caminando en mi dirección. Me crucé de brazos resoplando con fuerza, chasquee la lengua cuando la mujer se detuvo para mirarme con cuidado. Mis ojos decían lo irritada, cansada que me sentía con mis conflictos, pero sabía que era momento que terminaran de agobiarme. Porque, una mirada dice mil palabras, sabía que ella comprendería mi situación anímica.
-Permitiré que se marché con una condición.-dijo madame Ainsworth con su acento ruso, aún sin mejorar el inglés.- Termine su ensayo por esta noche, y quiero verla en mi despacho mañana temprano.
-Entendido.
Pegué media vuelta, pasando junto a Sophia deteniéndome por unos segundos a contemplarla con pena, desilusión. Continué, sin decirle nada y ella tampoco se atrevió a soltar algún comentario despectivo. Salí del salón. Ahora, debía hacer tiempo hasta que la clase finalizará para encontrarme con Edgar.
Estuve paseándome por las galerías del castillo sin rumbo alguno en mi mente, solamente veía el cielo gris con mil nubes unidas, eran únicas y eternas se trasmitían las energías para dejar caer una fuerte tormenta en cuestión de minutos. Me quedé contemplando el horizonte perdidamente, cuando escuché nombrar a alguien a Harry Potter. Me desperté el bichito de curiosidad, intenté acercarme al pasillo donde las voces masculinas de unos profesores hablaban, y no fue tan difícil reconocer a Snape y Karkaroff.
-"¡¿Qué diantres pasa?!"- pensé preocupada, no era normal oír este tipo de conversación.
Sin duda, uno de ellos había introducido el nombre de Harry Potter en el Cáliz de Fuego. Sus voces eran susurros que provocaban eco en el corredor en dirección del invernadero, cercano a los terrenos de Hogwarts. Alguien sujetó mi hombro, salté del susto girándome, se trataba de Fred Weasley. Suspiré aliviada que no fuera el celador o la profesora McGonagall.
-¿No deberías estar en clases, Malfoy?-me dijo el chico pelirrojo como todos sus hermanos. Rodee los ojos, repitiéndole la misma pregunta.- Solo, estoy buscando unas hojas de Carmine para unos dulces que producen eructos.
-¿Para tu emprendimiento?
-¡Qué atenta!-se burló de buen modo, continuo su camino cuando se detuvo a mitad de camino.- ¿Me acompañas?
-Ah, no sé...-murmuré.
-¿Malfoy, estás bien?-dijo preocupado.
Quería oír la conversación de Snape y Karkaroff aunque no oí sus voces, imaginé que se metieron dentro de un aula aplicando un hechizo de silencio, siendo imposible escuchar su tema de discusión. Asique, miré a Fred asintiendo en acompañarlo a robar unas hojas moradas con un sabor similar a las fresas.
-¿Y, por qué te salteaste las clases?-me dijo, mientras bajamos unas escaleras ubicada en una de las galerías.- Creí que eras una alumna ejemplar. Imagino que tu familia tiene esa idea de perfección y ser totalmente cultos.
-No hablemos de mi familia, ¿bien? Suficiente he tenido con mis amigas y...y...
-¿Qué pasa?
-Me mudaré a Rumania con un amigo.-le dije directamente, sin poder evitar sonrojarme.
-Y, adivino que es pelirrojo y está tatuado hasta el apéndice.-bromeo entre serio y divertido. Mordí mi labio, porque Charlie nunca confirmó verdaderamente nuestra relación.- Ese silencio lo asegura.
-Oh, demonios...Fred sea lo que estés pensando, no pongas ilusiones.-le mencioné, él asintió.
-Lo siento.
Continuamos caminando por el nuevo corredor, donde unas grandes macetas con arbustos llenos de vida, tan verdes y frondosos extendían sus ramas para acariciar mi rostro, mis manos y jugar con mi cabello. Era un lugar cálido, que nunca había venido ni siquiera me agrada Herbología pero sabía que era elemental para estudiar medicina. Entre tanto, pensaba que los hombres estaban jugando sucio, pero no tenía pruebas necesarias para denunciar su intervención y joder la poca tranquilidad de Harry Potter, por el momento no debería preocuparme. Si el chico era capaz de enfrentarse a dementores, también podría defenderse de unos espías seguidores de El Innombrable.
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Enciende el fuego en mi 1#EnLlamas /Charlie Weasleyxoc
FanfictionTrilogía En Llamas; Parte 1 [Completa] Ernestine Malfoy es una joven de diecisiete años, a punto de graduarse de Hogwarts con excelentes calificaciones. Aunque, esto sea un gran logro para ella, no es suficiente para las exigencias de su familia. ...