Después que Charlie, me quede a secas pensando que nuestra relación de simples conocidos, seguiría siendo así. Simple. No quería tragarme esa idea, era un chico que expresaba claridad y bondad. Ningún chico que he conocido en mi vida bajo reglas, había sentido que era un comienzo de algo nuevo. Charlie fue claro en su comentario. Soy Ernestine Malfoy. Malfoy, un apellido que resuena mucho en la comunidad mágica. Me apoye en el barandal que daba al Bosque Prohibido, la luna brillaba en su propio esplendor plateado, la noche era fresca. Poco me importo, quedarme un buen rato en la torre.
Sumergida en mis pensamientos, no escuche que alguien entraba a la sala circular, la penumbra ocupaba más espacio, que las lámparas de querosén repartidas en diferentes puntos. Me volví hacia la entrada de las escaleras, una cabellera platinada y peinada hacia atrás fue apareciendo hasta llegar a mí.
-¿Qué pasa, Draco?-le pregunte extrañada de que me encontrará.
-Este es mi lugar preferido del todo el castillo.-me dijo con tranquilidad, aún más raro viniendo de él.- ¿Has escrito a nuestros padres?
-Lo haré mañana.-le dije, ambos nos volvimos al balcón.
La vista a la oscura entrada del enorme Bosque Prohibido, los aullidos de los lobos y los gritos de lucha de las criaturas del bosque, era lo que esperaba oír. Se sentía tan bien, reconocer esos ruidos naturales como un bebé con sus primeras palabras. El cielo nocturno era el manto que cubría al castillo, Draco vino a verme, lo sé. Él tenía su rostro relajado, su semblante había dejado de arrugarse de arrogancia. Lo único bueno de los Malfoy, es que no siempre tenían caras de perros malnacidos.
-Te vi hablar con los Weasley.- me dijo con una voz suave, sin juzgarme.- Ten cuidado con ellos. No son normales.
-Sabes, que puedo cuidarme muy bien sola.-le tranquilice, extendí mi mano y le di un empujón de cariño.- Los gemelos saben lo que pasa. Estuvimos hablando de ese tema.
-Igualmente, Ernestine. No quiero que mi padre te eche de casa.- dijo Draco preocupado.
Quería decirle la verdad, que se trataba que estaba pensando en mudarme a otro país. Porque, sería mi solución para superarme. Ellos estarían bien cuando me fuera de la mansión, sino no podía hacer que cambiarán de opinión sobre mí, entonces haría mi propia vida. Inglaterra era mi hogar, que siempre me dio todo, que hubo buenos o malos momentos. Draco seguía viendo el horizonte, pensando en silencio, y me sentí culpable de no estar en contacto. Tampoco, mi hermano parecía querer restablecer el vinculo. Lo dudaba, porque él era contradictorio, inteligente y astuto. Imagine ciertas posibilidades de ser los hermanos unidos como Fred y George. Sólo, lo pensé porque estaba lejos de ser real.
-Draco.- le llame, él me miró con esos profundos y fríos ojos grises.- ¿Desde cuándo me odias? Lo digo, porque quiero entenderlo. Siempre lo pienso, nunca me animo a decirlo. Somos hermanos, ¿bien?
Su sonrisa se curvo en burla, su mirada se aflojo al igual que su semblante se frunció con su típica característica de arrogancia. Me sentí rechazada como siempre, apreté los puños sintiéndome estúpida que haber intentado expresar mi preocupación, fuera tomada con ese gesto indiferente y de sarcasmo. Draco meneo la cabeza, no hace faltaba que hablara para darme a entender, que yo no era su ejemplo de hermana mayor.
-¡Ja, ja! Incrédula como siempre, Ernestine.-dijo Draco carcajeándose, y lo miré con pena.
-¡Olvida lo que dije!-le dicte con una prensión en el pecho de desilusión.- ¡Igualito a nuestro padre!
Draco no escucho, recargando su pecho contra el barandal, bufé molesta dirigiéndome a la salida de la torre, cuando escuche un zumbido del viento y el canto de los cuervos pasar por delante de mi hermano.
-No hay nada más de que hablar.-le dije sobre el ruido, mi hermano no se movió ni contestó.
Este había sido el cierre de una relación. Me dolía tanto saber que estaba destruyendo mis lazos familiares de años de intentar honrar a mi familia, ver una sonrisa en el rostro duro de mi padre, o un cumplido de mi madre. Esto había terminado, el fin de una familia.
En la Sala Común de Slytherin, estaba casi vacía y algunos disfrutaban estar sentados en los sillones estilo Luis XV, de tapizado negro y moldura plateada. Sophia no estaba allí, necesitaba hablar con ella de mi idea de irme a vivir al extranjero, no iba a gustarle esto. Tener que dejar todo en Inglaterra, amistades, familiares e incluso sueños. Estaba enfadada con Draco, seguía siendo la imagen influida de mi padre. Que fue lo que me hizo pensar que podría resolver su egocentrismo, solamente quería que algún Malfoy me comprendiera. Estaba cansada de todo. Sentía que en cuanto más tiempo me quedará con ellos, más destrozada me sentiría.
Subía a los dormitorios, ingrese a la habitación de séptimo donde la oscuridad me cubrió con una brisa otoñal, camine con cuidado de no despertar a nadie. Mi gato esfinge estaba durmiendo en la cabecera de mi cama, su áspero pelaje blanco y sus puntiagudas orejas estaban relajadas. Afloje los hombros, sentándome en el borde de la cama y mis ojos se empañaron de lagrimas de impotencia. Hundí mi cabeza en mis manos, no salía ninguna lagrima, ningún grito de ayuda. En tan poco tiempo, había pasado muchas cosas.
Un rechazo, Una mirada de desdén. Una frase de indiferencia.
Y, toda la culpa se entrelazaba con mis emociones, que no podía controlar.
Me desvestí compungida, el aire frío susurraba en la estancia, resonaba en las paredes de piedra gris. Mi mascota se despertó cuando me acosté a su lado, se volvió a acomodar en otro lugar de la cama, sentí sus pequeños latidos y el ronroneo de calma. Envidie su tranquilidad de vivir tan pacíficamente. Dormir y comer era todo lo que hacía, también jugaba o cazaba insectos obsequiándolos como muestra de aprender a ser audaz y rápido. Cerré mis ojos celestes, suspire pensando en poder tener un buen día, de a poco fui cayendo en los brazos de Morfeo.
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Enciende el fuego en mi 1#EnLlamas /Charlie Weasleyxoc
أدب الهواةTrilogía En Llamas; Parte 1 [Completa] Ernestine Malfoy es una joven de diecisiete años, a punto de graduarse de Hogwarts con excelentes calificaciones. Aunque, esto sea un gran logro para ella, no es suficiente para las exigencias de su familia. ...