36. Primera prueba

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Al llegar a fines de septiembre, el campeonato empezó con un gran revuelo en Hogwarts, se oía los cantos de apoyo a cada uno de los participantes y abucheos de Slytherin hacia Gryfflindor, algún que otro terminaban en una emboscada de golpes, tirones de cabello. No dudaba que los comportamientos de los bravucones finalizaran en discusiones y peleas, que otros debían intervenir para no complicar el inicio del Torneo de los Tres Magos.

Me encontraba acompañada de Edgar Thibermman cantando en apoyo a nuestro verdadero presentarte, sin embargo, no podía preocuparme por Harry Potter que estaba más asustado que, orgulloso. Íbamos hacia el campus conversando un poco sobre mi viaje, atravesamos las galerías hacia los terrenos detrás de un grupo de Ravenclaw, entre ellos estaba Cho Chang mordiéndose las uñas con miedo a que su novio saliera herido. Llegamos al final, bajamos los escalones, al tiempo que una mano se apoyó en mi hombro y pegué un brinco estando entretenida con mi amigo. Era Charlie, con una cazadora de color arena y un gorro de lana, dejando escapar algunos mechones de su cabello pelirrojo detrás de las orejas ocultas.

-Hola, Charlie.-le saludé con una sonrisa grata de verlo, después de unos días ocupándome de los estudios.- ¿Cómo estás?

-Sin dormir mucho.-dijo.

-Oh, esperen.-intervino mi amigo, presentándose al joven dragonista que, igualmente se dio a conocer.- ¿Charlie Weasley?

-Sí.

-¿Entonces, tus padres tuvieron siete hijos?-aventuró con torpeza, lo fulminé con la mirada.- Sí, bueno...¿Conoces a Joanna Thibermman?

No me gustaba cómo mi amigo estaba hablando con Charlie que estaba incómodo de tantas preguntas, me disculpe apartando a Edgar del círculo. Lo estudie un momento, le pedí que siguiera al grupo de Cho. Él entendió mi orden, guiñándome con picardía y corrió detrás de las chicas de Ravenclaw. Charlie estaba esperándome.

-¿Estás bien?-le pregunté avergonzada de la intervención tan fastidiosa de Edgar.- Lo siento por él, es un tipo demasiado bocón.

-No pasa nada, Ernestine.-dijo él con una sonrisa, extendió su mano invitándome a acompañarlo a una de las tiendas con los otros campistas.- Ahora, te daré unas indicaciones y no tengas la tentación de romperlas.

-Claro que no, Weasley.

-De acuerdo.

Seguí a Charlie mientras me explicaba que debía ser amigable, respetuosa y quitarme el orgullo de mi apellido cuando entráramos a su tienda. También, me sugirió que no hablará si no conocía el tema con razonamiento ni intervenir con los trabajos de los sanadores mencionando a Madame Pomprey como la jefa de enfermería, designada por Dumbledore. Continuamos por otro sendero distanciándonos de los demás, más estrecho y húmedo que mis mocasines resbalaban en la tierra, a cada paso que daba mis pies se enterraban en la tierra. Así fuimos recorriendo los alrededores del campus, había tres tiendas montadas en el terreno. Y, las voces del estadio de Quidditch se oían por encima de los cantos de los pájaros revoloteando sobre el cielo nublado. Nos detuvimos en una de las carpas de un tono mostaza, Charlie me miró un momento, hizo un gesto para que recordará sus aclaraciones y consejos para no ser desplazada de los cargos, solamente era su acompañante y tal vez, necesitará de mi ayuda.

Dentro de la tienda encantada, ofreciendo un gran espacio para los ocupantes y encargados que la primera prueba del campeonato funcionara correctamente, bajó la seguridad máxima que el Ministro Fudge impuso interesado en presenciarlo. Nos encontramos con mucha gente dirigiéndose de punta a punta en el lugar. El suelo era arenoso, en este mismo momento, odiaba tener mis mocasines del uniforme y estar vestida con un kimono negro de algodón con botones de metal, mi túnica gris de lana con la terminación en punta.

-¡Charlie! ¿Dónde estabas?-le rechistó un muchacho de unos 24 años, de cabello pelirrojo y largo hasta los hombros. Tenían un gran parecido, era Bill Weasley.- Madame Pomprey está buscándote.

- En un momento, voy.-le dijo haciéndole una gesto hacia mí.

-Seguro.-le correspondió.

Su hermano pego media vuelta, mezclándose entre cinco sanadores de batas blancas que escuchaban los consejos e indicaciones de madame Pomprey, nuestra sanadora de Hogwarts. Charlie se quedó pensando en mí, sus ojos azules se reflejaron en los míos y le sonreí, asegurándole que no intervendría en los temas que no me incumbía. Me agradeció, besando mi frente y se dirigió al grupo de sanadores, que lo recibieron con sonrisas cálidas.

Examiné el interior de la tienda, había cuatro camillas tendidas una al lado de la otra y vestidores enfrente para el personal de los preparativos que necesitaran cambiar sus batas y colocarse otros atuendos, en caso de urgencia. También, había un entre piso con estantes con medicamentos, cajas de cartón y térmicas con gasas especiales para alguna herida en particular, tubos de ensayo con pequeñas dosis de pócimas. En la entrada, había una larga mesa con bandejas, jarras y fruteras vacías pensando que la magia producía la aparición de los aperitivos.

-Ernestine.-me llamó Charlie con una seña, me acerqué a él. - ¿Quieres ayudarnos?

-La verdad que quería ver a los dragones...-dije.

Charlie me miró fijo, sentí que mi comentario le molestó tratándose que necesitaban ayuda. Me reí para suavizar la situación, el chico movió su cabeza rodeando los ojos y soltó un suspiro, esta vez, estaba viendo cómo Charlie se centraba en su trabajo.

-Espero que no estés hablando, de verdad, Malfoy.

-Charlie, estoy dispuesta a colaborar cuánto pueda ofrecer.-le aclaré, él asintió calmándose.- ¿Qué debo hacer?

Enciende el fuego en mi 1#EnLlamas /Charlie WeasleyxocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora