24. Todo se aclara

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Me preguntaba si podría hacer que Sophia recapacitara con su extraño modo de ayudarme a entender, que las cosas que creía que eran incorrectas, pues no lo eran tanto. Por ejemplo, pensar que mi familia tenía la creencia de mantener la pureza en la sangre, o que mi hermano, Draco, fuera tan arrogante: cuando la verdad, es que mis padres confiaban en mí como joven adulta y mis sueños; que Draco solamente estaba creciendo. Puedo estar equivocada, o no. Sin embargo, no permitiría que rompiera mi autoestima, o intentaran hacerme pensar como ellos, porque mi realidad es muy diferente a la de los demás.

-¿Estás bien, Ernestine?-me preguntó la nueva amiga de Draco.

-¿Qué pasa?-le dije en respuesta.- Me distraje un poco, lo siento.

-Ah, bueno...¿Quién es Charlie?-repitió su cuestión, alcé las cejas sin esperarme esa curiosidad de ella.- Sophia dijo que era mayor, ¿es cierto?

-Charlie Weasley, es el hermano...

-¡¿Qué?! ¡¿Una comadreja siendo tu nuevo amigo?!-dijo sorprendida e incrédula, asentí.

-Él es un amigo que estimo mucho, y confió en él, a diferencia de los demás, es una persona muy intelectual y talentosa.-lo defendí, Pansy bufo en burla. Le clavé la mirada con intensidad, me ignoró murmurando cosas como la traición a la sangre y las carencias económicas de la familia Weasley.- ¿Acaso no era que querías conocerme? Hay muchas cosas que no van a gustarte de mí, no llevó el orgullo ni la hipocresía de otros.

Pansy Parkinson se quedó callada al instante, parada en el sendero de rocas grises que iban a los terrenos de Hogwarts, íbamos de camino al Lago Negro. Me frené girándome a ella, que mostraba confusión y vacilaba en continuar el camino conmigo, me hundí de hombros y continué sin preocuparme si estaba siendo aceptada por Pansy, o rechazada. A unos metros, se encontraba la cabaña de Hagrid, algunos recuerdos cayeron en mi mente; el año pasado había generado muchos disturbios y tensiones en el instituto por la fuga de un prisionero de Azkaban, un tal Sirius Black. También que mi padre pidió al Departamento de Regulación de Criaturas Mágicas acabar con la vida de un joven hipogrifo que ataco a mi hermano, y la criatura terminó escapándose de su final, tuvo suerte. Y, Draco había terminado con un brazo fracturado usando yeso, sin jugar Quidditch casi toda la temporada de otoño. Había sido el año donde comencé a verme rechazada por Emmanuel y mis compañeros, donde pasaba más tiempo acompañada de Sophia en la torre de Astronomía; ignorando las miradas de los dementores recorriendo los alrededores, donde el clima se volvía un templo invernal, todo tenebroso y helado. Ese año pase con dificultad mis exámenes, pero logré sacar buenas notas en mi estudios, por suerte y apoyo del profesor Lupin decidí dedicarme a la medicina y no a la carrera de Ciencias Políticas, como le hubiera gustado a mi padre.

-¿Ernestine, vas a dejarme sola?-interrumpió Pansy mis recuerdos del año anterior, me giré nuevamente ladeando la cabeza, sonreí desinteresada.-Pero...dijiste que hablaríamos, y me explicarías...

-Y, te comente que soy distinta. No soy como el resto de los Malfoy, ni de los Black.-le recordé, ella frunció un poco sus cejas pobladas, oscuras con el aspecto de un pequeño cachorro triste y desolado.- Tienes dos opciones, asique...Decide.

Pansy se lamentó negando con su cabeza, su cabello corto y completamente lacio, negro azabache redondeaba su expresión de desaprobación, no soportaba la idea de mezclarse con los mestizos, e hijos de muggles, siendo que soy capaz de estar con ellos. Y, no veía que Pansy Parkinson pudiera comprenderme, no tenía esa intención simplemente, era una chica interesada como cualquier otra. Se giró sobre sus pies, regresando la marcha de sus pasos torpes, lentos y torcidos subiendo las escaleras de vuelta al castillo. Me hundí de hombros ante su ignorancia y su negación a mantener una postura más abierta a los nuevos tiempos.

Tras adelantarme unos metros, oí unas risas bien conocidas que provenían de la cabaña del guardabosque: Hagrid y Charlie Weasley.

Me acerqué con sigilo a la modesta casa de ladrillos grises, buscando un escondite entre las malezas y artefactos de botánica. Había unos grandes y gruesos tablones a un lado, debajo de la ventana abierta que se colaban la brisa fría de fines de septiembre, me subí agachándome y puse atención, intentando oír lo mejor posible.

-¡Mírate, Charlie! ¡Tienes grandes cualidades para hacerte notar, chico! ¡Puedes brillar!-exclamó con júbilo el guardabosque, con una fuerte y ronca voz que me estremeció el grito inesperado.-¿Quién dice que no puedes lograrlo? Hay tantos peces en el mar, que uno siempre busca la perfección en lo imperfecto, ¿Por qué temes a lo pronto?

-Quizás es lo que nunca espere en una persona, tengo miedo que no funcioné, después de todo somos diferentes...- le respondió Charlie dubitativo. Pegué un poco más mi oreja a la ventana.

-¿Cómo sería eso de ser diferente y tener el miedo?- Pregunto el guardabosque con intriga.- ¿A qué te refieres, Charlie?

- Sí, Hagrid. Tenemos la estúpida distinción de llevar apellidos con rivalidad hace décadas, algo que nos pone una barrera, nos bloquea...

--¿Estás seguro que ustedes dos, son quienes se impiden estar juntos? Sus familias van a aceptarlo, en tal caso, ¿Qué pueden perder?- Terció Hagrid con un tono optimista, grandeza de animar a Charlie en establecer finalmente, una relación fija y determinada.

Hagrid me caía bien.

Bajé con cuidado de los grandes tablones preparados para construir una pequeña casa, o un cobertizo. Mi pie terminó atascándose en un tablón sin pulir, siendo que lo talaron de tal modo que habían quedado parte irregulares. Hice un movimiento rápido para zafarme de la madera en punta, acabando de abrir una pequeña herida en la parte de superior de mi talón, y rasgando el calcetín.

-¿Quién está ahí?- oí el rugido del guardabosque que se reincorporó con tal rapidez que su silla cayó al suelo.

Me apresuré a salir de la parte trasera, rodeando la cabaña cojeando, haciendo muecas de malestar en mi pie herido. Llegué al camino de piedras, deteniéndome después de alejarme de ellos y evitar ser descubierta por los hombres. Sin embargo, la charla entre estos, había sido suficiente para confiar que Charlie también me apreciaba, aunque no sabía de qué modo lo sentía, así corresponderle.

Bajé al Lago Negro decidiendo no asistir a Estudios Muggles con la fanática de la profesora Malcom, que cada clase tenía nuevas anécdotas en el mundo muggle, y los extraños, inocentes, ignorantes que eran estos. No me divertía ni siquiera me interesaba comprender a las personas no mágicas. Por otro lado, pensé en la próxima salida a Hogsmeade en el día de Halloween, dentro de unas semanas y esperaba que Charlie estuviera allí para finalmente ceder a expresarle mis sentimientos, correspondidos o no, quería hacerlo porque, esta noche se elegirían a los competidores de las tres escuelas. Y, la primera prueba eran los dragones hembras, peligrosas y audaces, según Charlie.

Sonreí dándome cuenta que menos personas iban a quedarse a mi lado, incluso dudaba que mi familia aceptara mis nuevas amistades con uno de los hijos del matrimonio Weasley. Había determinado, después de todo, quien quería ser y con quién quería quedarme. Lo lamento para quienes no lo aprueban, las cosas como son.

Enciende el fuego en mi 1#EnLlamas /Charlie WeasleyxocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora