A esas alturas de su corta vida, Hyungwon había aprendido a no cuestionar nada de lo que sus padres hacían. No protestó cuando decidieron no matricularlo de nuevo en la escuela, ni lo hizo cuando le dijeron que se irían de la ciudad. Solo se quejó un poco al tener que meter todos sus libros, peluches y demás tonterías en cajas y al guardar toda su ropa en una maleta y poco más. No dijo nada las dos noches que durmió en su cama, con su habitación vacía. Se mudaban por él, ¿no era así? Papá estaba bien en su trabajo y no creía que se mudaban por un ascenso. Si lo fuera, irían a otra ciudad grande, no a un pueblecillo olvidado. Hyungwon se negó a preguntar, pero no cabía duda que lo habían sacado del instituto y habían empacado sus cosas para marcharse por él. De todos modos, sus padres tampoco le contaban demasiado; seguramente no le hubieran dicho la verdad. Habrían puesto alguna excusa, alejarse por el estrés u otra tontería por el estilo. Todas sus cosas ya estaban en la casa nueva, las mandaron en camiones de mudanza dos días antes. En aquella mañana entre el final de primavera y el principio de verano, Hyungwon echó un último vistazo a su antiguo hogar y le dijo adiós.
Parte del viaje la pasó durmiendo, como era de esperarse, la otra escuchando las canciones de la radio y viendo por la ventana como los paisajes iban cambiando cada kilómetro que pasaban. Hyungwon, pensándolo bien con melodías pegajosas de fondo, no estaba molesto con la mudanza. Si bien era cierto que un aviso de al menos un mes hubiera sido bueno, le daba igual. Si de todos modos su ambiente no era el mejor y cuánto más lejos estuviera de su instituto era ideal para él. Hyungwon bajó la ventanilla y una brisita se entró por el hueco, lo único que le preocupaba eran los largos días de verano que pasaría en el jardín con su madre comiendo helado y durmiendo siestas bajo el ventilador. ¿Cómo iba a sobrevivir otro verano del mismo modo en el que lo había hecho por los últimos cinco años? Hyungwon realmente echaba de menos los veranos en casa de sus abuelos...
En la cuarta vez que Hyungwon preguntó sobre cuánto faltaba para llegar, su madre le lanzó una bolsa de chuches ㅡositos de gominolaㅡ desde el asiento de copiloto y le mandó a callar, que quedaba solo una media hora más o menos. Pero Hyungwon, con la boca llena de ositos de colores, no se lo creyó. Hace una hora faltaba media hora para llegar y Hyungwon solo veía carretera y más carretera. ¿Merecía la pena otra siesta o aguantaba a sus padres cuchicheando de temas que no le interesaban, o fantaseaba su futura miserable vida en un pueblo olvidado del perdón de dios mientras ahogaba sus penas con gominolas? Hyungwon llegó a la conclusión que lo mejor que podía hacer mientras estaba encerrado en un coche, cerca del atardecer, era ahogar sus penas con gominolas y luego echarse una siesta antes de llegar a su nueva casa. Y cuando llegara a su nueva casa, se echaría otra siesta de siete horas en su querida cama. Hyungwon resopló por milésima vez.
ㅡChaehyung, ¿puedes dejar de suspirar de una vez? ㅡse quejó su señora madre, girándose para verloㅡ. Ya vamos a llegar y podrás encerrarte en tu cuarto a ser una planta como siempre. Porque ya te veo, ¡ni mudándonos al otro lado del país vas a salir a tomar el sol, muchacho! Aish...
ㅡMi opinión no fue tomada en cuenta cuando ustedes, señores padres, decidieron mudarse ㅡmurmuró entre dientes, con la nariz arrugada y mirando por la ventanillaㅡ. El sol es del diablo, de todos modos. No me gusta sudar. No tenía amigos allí ni los tengo aquí, ¿para qué voy a salir?
ㅡPues, ¡cómo harás amigos aquí si ni hemos llegado y ya tienes decidido no salir! ㅡla señora Chae bufó, cruzando los brazosㅡ. Chaehyung, no nos hemos mudado para que andes con las mismas. ¡Socializa como los mocosos de tu edad! ¡Búscate una novia o algo!
ㅡCariño, no presiones al niño. No lo ves que es algo lento con esas cosas.
ㅡPues sí, pero yo a su edad era toda una rompe corazones. Y míralo a él, ¡todo una planta!
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Interstellar 》JooKyunWon《
FanfictionLas aventuras pueblerinas de un cachorro con alergia a las naranjas llamado Kkukungie, un chico suave y angelical de nombre Honey y Wonie, un renacuajo dormilón y ciego.