CAPÍTULO 15 UN PAQUETE DE SEIS

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PARTE VI

La hermosa cueva incrustada en la roca convertida en biblioteca, era el espacio personal y privado de Precioso Tesoro. Lo usaba para escapar del bullicio y el alboroto que se armaba algunas veces en la residencia. Sobre todo cuando llegaba toda la familia.

Nadie tendía a bajar a esa parte de la casa. El mantenía todo bien asegurado para que los extraños no localizaran la entrada, excepto la Señora Chang, que como una buena empleada guardaba con recelo la propiedad de su patrón y se limitaba a limpiar a conciencia hasta la mínima mancha de polvo dejando tdo impecable.

No era que tuviera algo oculto o escondiera algún secreto prohibido. Ni Grace ni sus hijos habían mostrado alguna molestia al respecto por el contrario le respetaban sus momentos de soledad creativa. Sin embargo, aquella joven, de cabello como un rio que viaja silencioso oculto entre el follaje del bosque, sí lo había encontrado. Aún se preguntaba cómo había logrado llegar hasta allí...

Lo había visitado muy poco desde la partida de Grace. No sentía ningún deseo de estar allí sin su amada. Ella había inspirado muchas de sus obras, había sido su musa, su Beatriz y su mejor crítica. Ahora ya no estaba y no había nadie que despertara su vena creativa. En los últimos cuatro años se había dedicado a escribir sobre viajes y tópicos varios, que no le daban ninguna satisfacción, pero no había hecho nada para cambiarlo. Pero aquella noche, al volver del hospital sintió una intensa necesidad de estar en su guarida.

Al dejar a su amigo descansando plácidamente junto a su familia se dirigió hacia donde se encontraba su nieta. Pasó saludando a su adorada Maya, que en ausencia de su joven pretendiente se distraía en la sala de estar, sentada con las piernas dobladas sobre el enorme sofá, usando unos pequeños pantaloncillos de mezclilla y una femenina blusa que dejaba ver su ombligo. Tableta en mano, celular en la otra, la enorme pantalla plana al frente, haciendo zapping, más audífonos ocultos entre el cabello, era imposible saber cómo se daba abasto su atormentada mente adolescente. Al ver a su abuelo la jovencita saltó a saludarlo. Le explicó que habían cambiado para otro día el tour por las cataratas, y luego sin más siguió con sus actividades simultáneas. La Señora Chang le ofreció algo de sus exóticos platicos pero cortésmente lo rechazó argumentando haber comido ya en la calle.

Ya liberado de las responsabilidades sociales se dirigió hacia la puerta automática oculta tras de las gradas. Sacó un control del bolsillo del pantalón y abrió. Entró sigilosamente y desapareció como por arte de magia. En el pequeño ascensor iba rumiando una infinidad de ideas. Estaba nervioso pero necesitaba un poco de soledad para poner sus pensamientos en orden. En cuestión de segundos ya estaba alojado en su sillón rojo junto a la chimenea. No hacía frio ni era un día especialmente caluroso. Pero él encendió la hoguera. Deseaba sentir algo de calor. Se sirvió un whisky de su pequeño bar y se sentó frente al fuego. En menos de lo que pudo darse cuenta, estaba dormido. No soñó nada. Solo se dejó dominar por la paz y tranquilidad de la estancia.

Ring.... Ring... El sonido de un teléfono lo despertó. Estaba completamente obscuro a excepción de la luz de la noche que entraba por la ventana de la biblioteca. La hoguera de la chimenea se había apagado. Buscó en los bolsillos del pantalón y sacó su celular para responder. Curiosamente Maya lo estaba llamando.

- Hola.

- Abuelo ¿Dónde estás? Te he buscado por toda la casa y no te encuentro.

- Me quedé dormido en el estudio. Es casi media noche. ¿por qué no estas dormida?

- Estoy en la cama. Solo me preocupé.

- Estoy bien. En este instante voy a mi dormitorio. Gracias por preocuparte.

MI PRECIOSO TESORODonde viven las historias. Descúbrelo ahora