CAPÍTULO 16 CADA COSA EN SU LUGAR

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"Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama." Miguel de Cervantes Saavedra

El día domingo en la residencia de Precioso Tesoro se sentía el ambiente de verano por todos lados en pleno otoño. Pierre y su familia disfrutaban de los beneficios de la piscina climatizada. Mientras que la astuta y traviesa Maya reía a carcajadas con Don Juan Tenorio Jamie.

La Señora Chang se batía en la cocina, rezongando, por ser la única que estaba atendiendo a todas esos individuos. En un momento de su enojo fue a buscar a Precioso y le informó que ella no podía sola, dos personas llegarían a ayudarle y tendría que pagar los tres sueldos mientras estuviera la casa llena. Al rato, ya habían dos jóvenes mujeres más, ayudando a la señora Chang. Todas eran familiares, que tampoco hablaban inglés y solo se limitaban a seguir órdenes. Precioso no le quedó otra, más que aceptar la situación. Todo era por el bienestar de Maya para que no estuviera sola. Cada centavo invertido valía la pena si su nieta estaba en compañía sana y siendo "chaperonada" por tantas personas con verdadero aprecio a él y a su familia.

Precioso daba vueltas como león enjaulado. No lograba sosegar su mente tratando de resolver qué iba hacer para cuando Isa saliera del hospital. Cómo haría para que Maya no creara un conflicto mundial por algo insignificante.

Pasado el mediodía pidió un taxi, dejó a Pierre a cargo de la mansión y del paquete de seis, que ahora ya eran nueve, incluyendo a las dos ayudantes de la señora Chang y al amigo de su nieta, y fue a ver a Isa. Solo esperaba que pasara el tiempo, desocuparan su residencia y él pudiera volver a estar a solas que todo volviera a la normalidad o con Isa ayudándola en su recuperación. Al menos Pierre y su familia se irían lunes. Por momentos pensaba que era peor la cura que la enfermedad para cuidar de Maya, o quizás había exagerado lo sucedido con Isa, no debió llevarla al hospital, pudo haber llamado a un médico que la tratara en su casa. Era un sentimiento extraño estar rodeado por tantas personas, si tenía cuatro años de estar completamente solo. Anhelaba volver a esa soledad. Su esperanza de volver a estar con Grace radicaba en ese sentimiento.

Llegó al hospital sin pasar por información. Ya sabía dónde estaba Isa. Iba ansioso, casi sudando frío. No sabía cómo lo recibiría la joven. La última vez que la vio consciente fue antes que entrara a sala de operaciones, ella lo había besado en la boca y él no la había rechazado y la siguiente vez ella estaba dormida. En dos días la había visto dos veces y la conexión que sentía con ella era muy intensa. Sus sentimientos rebotaban entre la alucinación de Grace y la realidad de Isabela, pero en ese momento solo deseaba saber de la paciente.

Al llegar, cuál sería su sorpresa, de encontrar el cuarto lleno de visitas. Dos adultos, mujer y hombre, de mediana edad y rasgos generales parecidos a Isa, sentados a un lado de la cama, tomándola de la mano y en actitud de pesar y preocupación en el rostro. Inmediato los relacionó como los padres de Isa. Dos hombres altos y una especie de secretaria que tomaba nota, todos de rasgos latinos, charlaban en español, en voz alta, por momentos reían a carcajadas en complicidad con el resto, como coincidiendo en sus opiniones. Al intentar entrar, un guardia apostado en la puerta no lo dejó pasar, le dijo que esperara a que el cónsul y su personal se retiraran de la habitación.

Isa estaba despierta, medio sentada, recostada sobre la almohada, aún con mascarilla de respirador y el monitor del corazón conectado. Todo el dormitorio estaba lleno de flores y cuatro maletas a un costado de la habitación. Había una persona portando una cámara, parecía que estaba grabando y otra persona sosteniendo un micrófono largo. Era como una escena de filmación. Una mujer de cabello rubio y ojos celestes, vistiendo un sastre color azul marino con un logo de un canal de televisión hacia el hombro derecho, estaba iluminada en alto por dos grandes reflectores y parada frente a la cama de Isa parecía estar dando alguna noticia. Precioso Tesoro se hizo a un lado antes que alguien lo viera. Caminó hacia la sala de espera y sacó su celular. Llamó a Pierre para comunicarle lo que acaba de ver, pero éste no respondió. No sabía qué estaba sucediendo, quería estar al tanto de la situación y solo su amigo legalista podría ayudarle. Marcó con insistencia, pero siguió igual, no contestó. Se sentó en el sofá a decidir qué hacer. Recordó su auto en el parqueo y fue a buscarlo. Al entrar se le ocurrió marcarle a Maya. Al tercer timbrazo la joven respondió

MI PRECIOSO TESORODonde viven las historias. Descúbrelo ahora