Parte 2
El martes pasadas las ocho de la mañana, Isa aún en el hospital, estaba sentada desayunando. Su madre la acompañaba hablando y comentando los pormenores de la familia. Isa no le prestaba mucha atención, sentía que tenía algo pendiente, pero no recordaba exactamente qué. Los dolores y malestares habían disminuido pero no dejaba de seguir delicada de salud. La dieta blanda y líquida a la que estaba sometida la tenía muy aburrida y desesperada. Quería comer algo más fuerte y los antojos comenzaron a surgir. Su madre la reprendió diciendo que aún no era momento para someter su organismo a los toxicos que ella estaba acostumbrada. Así que le tocó olvidarse de un buen trozo de pizza o una hamburguesa con papas hasta que su madre se descuidada. Siguieron charlando un buen rato. Isa le contó a su madre de la visita de la Señora Clark y los extraños comentarios que le hizo respecto a un jardín, pero su madre no supo qué responder. Solo se limitó a decir que le extendería un agradecimiento a la pareja a través del abogado del consulado.
Isa sentía un cambio en su mente, había un deje de melancolía en su corazón. Por momentos sentía una perdida muy grande, pero no recordaba nada, o quizás no quería recordar. Su perspectiva de la vida había cambiado y ahora se preocupaba más por su futuro. Charlando con su madre le comentó la posibilidad de estudiar algo en el extranjero. Estaba definiendo precisamente lo que quería hacer el resto de su vida cuando recordó su celular.
- ¿Mami te entregaron mi celular?
- Sí, tesoro. Lo tengo en mi maleta.
- Me lo puedes traer por la tarde por favor.
- Claro cariño. Pero no sé si te sirva... está descargado.
- Ya... No importa, en mi bolso de mano guardo mi cargador.
- Oh hijita mía. Lo siento, tuve que botarlo, estaba muy manchado de sangre.
- No mamá. ¿Por qué? Eso no lo tenías que decidir tú.
- Hija no fue mi decisión fue de tu padre.
- ¿Y el contenido?
- Algunas cosas como tus documentos sí los recuperamos, pero tus cosméticos, un juego de bufanda, guantes y gorra, color gris perla, se echaron a perder, también hubo que descartarlos.
- ¿Unos audífonos y un iPod?
- No, no había nada de eso. ¿Eran tuyos o del señor que te ayudó?
- ¿Qué señor? No... Eran de...
- Hija, no me digas. ¿No recuerdas al hombre que intentaste robar en su residencia...?
- ¿Qué? No mami, yo no intenté robar a nadie. No sé cómo me caí de un árbol y me lastimé. Creo que quería alcanzar algo pero no recuerdo...
- No hija. El reporte policial dice que tú te incriminaste. Que declaraste ser culpable de invadir la propiedad privada de un hombre al que estabas acosando, pero que no sabías quién era. Entonces dieron por hecho que querías robarlo.
- ¿Yo hice eso...? no mami, no lo recuerdo. – Isa comenzó a llorar abrumada por lo que su madre le acababa de revelar. Ella no recordaba nada. De pronto recordó dos extraños aparatos - ¿Viste dos aparatos como intercomunicador en mi bolsa?
- No, no había nada. ¿Por qué, quién te los dio? Isabela María Montero Infante en este mismo instante me explicas qué está sucediendo y de qué trata todo esto. – La madre de Isa se enfureció en menos de lo que canta un gallo y presionó a Isa para que dijera la verdad. - No te voy a seguir solapando tus mentiras. ¿Fuiste acaso cómplice de un delito y ahora te haces la desmemoriada para evitar el castigo?
- No madre, te lo prometo, no hice nada malo o al menos no recuerdo haber hecho nada malo. – las lágrimas le corrían por el rostro como ríos desbocados.
- Promesas, promesas... basta de juegos. Saliste de casa sin permiso, ni siquiera te dignaste a avisarnos, a nosotros tus padres que ibas a viajar. Si no hubiese ocurrido este accidente seguiríamos engañados que estabas donde tu amiga. ¿Y qué pensabas, llegar como que nada el día lunes de madrugada?
- No, madre no me digas más por favor. Ves que estoy pagando caro mi insensatez.
- Hija, por una vez debes razonar tus acciones. Mira cuantas implicaciones tuvo tu mala decisión. Cuantos involucrados sin tener la menor culpa. Y ese hombre Richard que pena con él. ¿No comprendo cómo llegaste allí qué te impulsó a hacer algo así?
- ¿Quién es Richard? No sé de qué me hablas.
- Del Señor Clark, el dueño de la residencia que allanaste, tu misma mencionaste que vino la esposa la Señora Clark a visitarte...
- ¡oh! Ese señor Clark. Ya... bueno. No sé por qué lo hice, no lo recuerdo. Ni si quiera recuerdo cómo llegué a su casa. Tengo momentos breves de memoria pero luego todo se borra. Te prometo que escribiré una carta para agradecerles no haberme denunciado.
- Sería un lindo gesto. ¿Y con tus padres y tu familia qué harás?
- Prometo no volverlo hacer...
- Ya es algo... bueno hija termina tu desayuno. Lo importante es que rectifiques tu conducta y no actúes sin medir las consecuencias.
- Bueno ma... ¿me puedes hacer un favor?
- Si está en mis posibilidades con gusto.
- Me puedes traer una pluma y hojas de papel para escribir. Ah y mi celular y el cargador también por fa...
- Claro mi cielo con gusto. ¿Algo más?
- La dirección de los Esposos Clark para enviarles la carta.
- No es necesario se lo daremos al abogado del consulado para que él lo entregue. Pero antes debes saber algo...
- Dime...
- El Señor Clark fue obligado a permanecer alejado de ti y no puede acercarse a menos de cien metros...
- ¿Y eso por qué mamá?
- No lo sé muy bien. Creo que fue tomado por un acosador de menores algo así por tu edad y porque se encontraba solo en su casa cuando te accidentaste y él te ayudó.
- ¿Quién le impuso esa restricción o como se llame?
- Tu padre y el consulado lo pidieron para asegurar tu bienestar.
- Ya... bueno... entonces escribiré la carta dirigida a la Señora Clark, que no solo tuvo a bien no denunciarme sino que perdonó el agravio hacia su esposo y vino a visitarme.
- Está bien hija como desees. Ahora descansa. Ya estuviste mucho tiempo despierta y hablando. Necesitas reposo.
- No, realmente no. No estoy cansada, más bien agotada de estar en cama. Ya llevo como mil años en este encierro.
- Isabelita hija apenas cuatro días mi tesoro. Debes recuperarte y así podrás salir de aquí. Ya los médicos dijeron que pronto te irás pero aún falta. Debes ser fuerte.
- Madre no me digas así... siento que estas a punto de regañarme cada vez que me llamas por mi nombre... mejor dime Isa.. si por fa
- Pero niña si tu nombre es hermoso. ¿Sabes por qué te nombramos así?
- Sí, ya me lo dijiste sapotecientas veces... Por mi tátara tátara tatarabuela...
- No seas tan grosera. Por la Tatarabuela de tu Padre que vino de Italia en un barco embarazada de tu abuelo. Navegó más de tres meses para llegar a América buscando una mejor vida y luego, viajó por tierra durante meses, con un bebé en brazos hasta llegar nuestra tierra y...
- Ya lo sé madre... lo sé... es una historia de amor muy romántica, porque su esposo viajó buscándola por toda América hasta que la encontró.
- Ves, es un nombre con historia. Así que no desprecies tu nombre.
- No lo desprecio... sabes... mejor me ayudas a levantar... necesito darme una ducha.
- Te ayudaré y después de la ducha descansas. – En ese preciso instante entró la enfermera. Al ver que Isa se disponía a una ducha ella se ofreció a ayudar. La madre de Isa se despidió y prometió volver en dos horas. Iría a buscar lo que su hija había solicitado.
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MI PRECIOSO TESORO
FanficFanfic sobre una Fan (admiradora), obsesionada con su escritor favorito, dispuesta a pasar un sin fin de vicisitudes para conocerlo en persona. El único inconveniente es que el famoso autor trabaja bajo un seudónimo y tanto su imagen como su vida p...