"Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos." Eduardo Galeando
La música sonaba estridente por todos lados. Las luces de colores y la niebla a propósito, dibujaban siluetas sin rostro y sombras incompletas. Era un ambiente inadecuado para una buena conversación. Ver a dos hombres adultos, mayores de cuarenta, intentando encajar en una fiesta para adolescentes, no era algo de ver todos los días. Pierre y Precioso Tesoro intentaron mezclarse entre los jóvenes, pero solo lograron verse en un divertido ridículo. Ninguna de las chicas aceptó charlar con ellos, ni mucho menos responder sus preguntas. Los respetables veteranos como les decían todos, desistieron de sus intenciones y se alejaron hacia el bar, fraguando un nuevo plan para obtener la información que deseaban.
Maya disfrutaba de lo lindo de su fiesta. Jamás había logrado algo así en su casa, ya fuera por sus padres, por la cuestión de cultura o por ser menor de edad, pero siempre había un buen pretexto para no darle permiso. Sus nuevas amigas un par de años mayor que ella y Jamie con sus amigos le hicieron pasar un excelente rato.
A media noche la fiesta estaba en su punto máximo. De pronto ya no cabía nadie más en la residencia. De un auto parqueado fuera de la avenida pasaron a ser cinco, diez, hasta que se perdió la cuenta. Las boquitas y diversas golosinas que repartió la Señora Chang no alcanzaron ni la primera ronda. Alguien llamó la pizza, y luego llegaron las alitas de pollo en grandes cantidades. Comenzó a circular, licor, tabaco que llevaban los mismos jóvenes. Todo se salió de control. Era imposible saber quiénes habían llegado a esa fiesta. Inclusive existía la posibilidad de que estuviesen consumiendo drogas.
Precioso Tesoro comenzó a incomodarse de verdad. Sentía que algo desagradable podía ocurrir sino hacía algo pronto y pidió ayuda a la seguridad del sector residencial. Llegaron dos guardias a controlar a los jóvenes y le informaron a precioso que había en total setentaicinco vehículos en su residencia aparcados. Más de doscientos cincuenta jóvenes, todos de un par de fraternidades de una universidad cercana. También informaron que no habían observado nada ilícito, sí mucho licor, pero no había menores de edad bebiendo. Cosa que Precioso decidió ir a corroborar por sí mismo. Buscó a Maya y la encontró con Jamie y dos de las chicas latinas bebiendo la sidra preparada por la famosa cocinera oriental.
Pierre se divertía de lo lindo, viendo a su amigo ofuscado, por el tremendo alboroto que se había armado, en su antes muy silenciosa y solitaria morada. Estaban haciendo ronda por la piscina cuando a Pierre le entró una llamada de Sofía, reclamando que no había vuelto a casa. Debido a eso decidió marcharse cuando la Señora Chang comunicó a Precioso que tenía una llamada de Carmen de Montero. Ambos, sorprendidos, se dirigieron hacia el pasillo cercano al comedor a responder la misteriosa llamada. Al llegar ya no había nadie en la línea. La llamada se había cortado. Precioso indagó a la señora Chang, pero ésta con su mal inglés y su pésimo genio, no supo explicar quién había llamado y mucho menos darle razón sobre el mensaje que le dejaron a Precioso.
Pierre recordó que ese era el nombre de la madre de Isabela y decidió llamar al abogado del consulado, pero pasaba de la media noche, no obtuvo respuesta.
Precioso no podía alejarse de la casa en ese momento. No podía dejar a Maya sola con todos esos desconocidos, que aparte de destruir su césped y sus dos albercas, quizás estaban consumiendo drogas y alcohol.
Entonces se le ocurrió a Pierre llamar al hospital y preguntar por la paciente. Le informaron que Isa se encontraba en muy buena condición, sería dada de alta al día siguiente y según notificación del Consulado de su país, trasladada a una residencia para deportados mientras se recuperaba totalmente. Ambos se sorprendieron de la noticia. Sospecharon que esa información tendría que ver con la llamada de Doña Carmencita. Pero, ¿por qué ahora? si ella y su esposo se habían negado rotundamente a recibir ningún tipo de ayuda departe de Precioso Tesoro y su abogado. Tendrían que esperar para salir de la duda.
ESTÁS LEYENDO
MI PRECIOSO TESORO
FanfictionFanfic sobre una Fan (admiradora), obsesionada con su escritor favorito, dispuesta a pasar un sin fin de vicisitudes para conocerlo en persona. El único inconveniente es que el famoso autor trabaja bajo un seudónimo y tanto su imagen como su vida p...