CAPÍTULO 19 LA BATALLA DE LA TESTOSTERONA

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Isabela se recuperaba muy bien en el hospital, alimentándose mucho mejor, recibiendo sus terapias, yendo a las terapias, sin usar silla de ruedas. Su mente recordaba todo sin problemas. Las tácticas del Psicólogo daban frutos. Recordaba su niñez y adolescencia, sus amigos, sus gustos, detalles de cada etapa de su vida, su familia completa y sus mascotas, su vivienda, sus centros de estudio y sus maestros, inclusive al novio que la traicionó. Era una muestra de que su memoria estaba en buenas condiciones. Excepto que no recordaba la circunstancia que la llevó al hospital. Lo que daba un diagnóstico de pérdida de memoria por evasión de la realidad. Solo quedaba enfrentarla al evento mismo que la ayudara a recordar.

El Doctor Alí exigió que le permitieran sacar a Isabela del hospital para llevarla al lugar donde se accidentó, pero no pudo conseguirlo. El obstáculo mayor no era médico, sino era de tipo legal, ya que ella se encontraba en calidad de detenida. El permiso implicaba que ella saliera custodiada y posiblemente esposada, lo que no aceptaron los padres ni el consulado, creían que no era necesario que pasara por todo eso para su recuperación. Más bien creían que debían darle su tiempo.

El Doctor Alí temía por Isabela. Estaba a punto de ser dada de alta lo que le podría causar depresión al tener lagunas mentales sin resolver, pero las autoridades no aceptaron el argumento y no le autorizaron la salida.

Mientras tanto en casa de Precioso Tesoro una revolución hormonal se llevó a cabo. El día después de la visita a las cataratas Madelehing, Nailys, Linda y Heidi, llegaron en taxi con maletas en mano, desde su hotel hasta la residencia de Maya, su nueva amiga, aceptando la invitación de pasar unos días con ella. Las nuevas amigas ya eran entrañables y apenas se acababan de conocer. Pero eso no le molestó para nada al abuelo que consentía a su amada nieta en todo.

Las invitadas fueron ubicadas en habitaciones para huéspedes, de la planta alta de la mansión. En cuanto estuvieron instaladas se apresuraron a bajar a la piscina techada para unirse a la pequeña fiesta que Maya les había preparado. Jamie les llevó una sorpresa. Invitó a varios amigos para balancear un poco la situación y que no lo dejara a él único entre mujeres. Bueno, él pensaba que el abuelo no contaba como para ponerlo de pareja de las adolescentes aunque por quedar bien con el "veterano" le hizo creer lo contrario y lo dejó que eligiera entre las chichas. A Precioso Tesoro le causó gracia, pero no creyó oportuno participar de la competencia de testosterona y los dejó solos, no sin antes poner sus reglas, aunque la hizo de chaperón a ratos. El grupo completo quedó limitado únicamente a las áreas recreativas, como los campos de tenis, las dos piscinas, , la sala de estar, el comedor y el jardín frontal de la residencia. De ser cinco chicas y un macho pecho peludo, pasó a ser un grupo como de cincuenta púberes corriendo por su antes silenciosa y hermosa mansión.

Precioso Tesoro esperaba que la dichosa reunión terminara pronto y que las invitadas permanecieran en su casa un par de días nada más, tal como Maya le pidió. Para evitar toparse con alguien se escondió en su cueva a tratar de encontrar paz interior, pero se recordó de Luc y decidió llamar a Pierre, que no tardó en llegar para echar un ojo al alboroto y de paso charlar con su amigo. Se alojaron en el bar a compartir un whisky y a controlar un momento al grupo que tenía prohibido tocar sus valiosas botellas de licor.

- Te comenté que fuimos con Maya y su amigo a las cataratas... ¿no imaginas con quien me topé allá?

- Dime...

- Con el individuo que trajo a Isabela hasta acá.

- ¿Con el hacker desaparecido?

- Con ese mismo. El muy imbécil iba oculto tras de unas gafas y una boina, pero lo reconocí.

MI PRECIOSO TESORODonde viven las historias. Descúbrelo ahora