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Capítulo 8

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Cuando manejaba de vuelta a casa su mente vagaba en recuerdos de su hermano, muy pocas veces (desde que tenía memoria) lo vio sonreír o expresarse con afectividad, quizás siendo niño descubrió que otros tenían mejor situación económica, deseó tener juguetes costosos como otros, le pidió a Santa Claus regalos que nunca llegaron, no lo sabía con exactitud. Emma la miraba de reojo, ahora el rostro de Regina lucía afligido más que molesto, el hecho que fuese muda aumentaba sus ganas de saber que había detrás de esa fachada seria, que cosas pasaban por la mente de quién no podía expresarse como lo deseaba cada vez que quería.

Sin decirle alguna palabra llegaron a la mansión. Regina estacionó el costoso vehículo en el garaje y cuando giró la llave para apagarlo, se dio cuenta que Emma tenía la vista seria y fija al frente. Antes que se bajara, le dio un vistazo lento de arriba abajo como si tratara de leer la mente de esa mujer, los ojos marrones a ella se le abrieron sorprendidos porque no esperaba que la heredera quisiera inspeccionarla de esa forma.

-Adiós-. Murmuró Emma cerrando la puerta y desapareciendo por un costado sin darse cuenta que ella la observaba con curiosidad. ¿Qué demonios quería?

Callada se dirigía al cuarto de casilleros donde tenía sus pertenencias, pero afuera estaba parado James Swan con una mirada tranquila. Quizás leyó su expresión facial porque habló de inmediato.

-Sé que no me esperabas acá, volví antes de la reunión.

-"¿Necesita algo señor?"

-Quiero que me acompañes a la oficina, tengo preguntas y propuestas que pueden interesarte-. El estómago se apretó con aquella sensación de la intriga, Regina sentía curiosidad sobre qué cosas podría decir. Apenas atravesaron una de las salas de estar principales, Emma corrió a abrazar a su padre. Regina miraba de reojo la situación, no sabía si eran celos pero ella también tenía deseos de poder abrazar a su papá, era imposible, lo que la ponía aún más frustrada. Incluso en relaciones personales ella le ganaba, genial.

-Estaré ocupado hablado con Regina, espero nadie me interrumpa ¿Podrás dar ese aviso?

-Por supuesto papá-. Le dio un vistazo rápido a la "cenicienta" y se fue caminando hacia su habitación, bastaba solo un teléfono para darles la orden a todos de que el señor Swan tenía una reunión privada pero ¿Qué podía ser? ¿Por qué le interesaba tanto saberlo?

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A pesar de haber entrado con anterioridad a esta oficina, los ojos marrones de la muchacha observaban con detalle todo lo que decoraba el lugar. Había lujo, por supuesto, tecnología pero un sentido muy grande por la literatura porque los estantes estaban llenos de libros, tanto antiguos como nuevos y en otros idiomas. Sonrió de forma sarcástica, este no era su mundo y era imposible llegar a ser como el gran James Swan y su esposa. El hombre frente suyo se sentó en un asiento de cuero color beige, enorme y giratorio que le daba aún más aire de superioridad del que ya tenía, pero, a diferencia de otros ricos, Swan parecía ser generoso o más cercano con el resto. De su cajón y en silencio sacó unos papeles, carpetas y las puso sobre el escritorio con cuidado.

-Estamos en confianza, nada de lo que hables acá saldrá a menos que tú lo decidas ¿Confías en mi palabra?-. Regina asintió sin dudarlo, por alguna razón le creía –Bien, como hay confianza quiero preguntarte varias cosas. Me surge una duda, el hecho que seas muda ¿Es permanente? ¿Estás en tratamiento? -. Regina sostuvo una libreta y comenzó a escribir con paciencia.

-"No es permanente, solo fui unas semanas a unos especialistas pero no tengo los medios para seguirlos costeando, mi problema no es físico sino psicológico"-. Siguió escribiendo –"El accidente fue un trauma tan fuerte que algo pasó en mi cerebro que aunque quiera no puedo hablar"

Mi Cenicienta (Swanqueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora