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Capítulo 29

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Su mano la dejó en la base de la columna de ella, no decían nada, solo se miraban de manera intensa con sus cuerpos muy cerca una de la otra. Acercó su boca al sector entre su cuello y la mandíbula, apretó sus labios lo suficiente para poder succionar un pliegue de piel suave y caliente. Ese gesto a la rubia la hizo gemir, no sentía dolor sino una potente corriente de calor que se creaba en ese sector hasta derramarse por su cuello, el brazo y todo el costado de su cuerpo hasta culminar entre sus piernas. Perdió un poco el equilibrio pero usó sus dedos para presionarlos en la espalda de Regina, quizás "Cenicienta" tenía complejo de vampiro porque tenía una fijación con su cuello, claro, ella no podía quejarse en lo absoluto.

-Regina...-. Emma gimió con los ojos cerrados, así podía sentir más vivamente todo contacto. Se estaba excitando y no estaba segura si debía empezar algo más o podía tomarse con tiempo las cosas. Sin pedirle permiso le sostuvo las manos y empezó a morderle con cuidado dedo por dedo, lentamente para encenderla y que perdiese la cabeza también. Cuando Regina captó el mensaje, en ese preciso momento tocaron la puerta de la habitación. Regina apretó el puño y sus ojos.

-"Mierda"

James sonreía contento, cuando llegó junto a su esposa le habían dicho que Regina Mills estaba en la mansión junto a su hija haciendo un trabajo de química. Quería verla un instante, preguntar si necesitaban algo o conversar unos segundos. Cuando la puerta se abrió apareció su hija con las mejillas sonrojadas y una sonrisa torcida, unos cuantos metros más lejos estaba su compañera sentada en el sofá blanco mirando concentradamente lo que escribía junto a una pila de libros. Alzó la mirada y sonrió instantáneamente, todo era un gran acto de disimulo.

-Qué bueno es verte acá Regina, deben estar cansadas de hacer trabajos por lo que veo-. Indicó los libros, Emma asintió a su lado –Y veo que comieron algo-. Emma lo abrazó de lado con amor ¡Era la consentida de papá!

-Ella ha comprado comida china para cenar mientras nos dábamos un descanso, aún nos falta un poco la verdad.

-"Buenas noches señor Swan"-. Apretaron las manos a modo de saludo –"¿Cómo le fue en la cena?"

-Más o menos, de verdad muchas gracias por preguntar, pasaba a saludarlas, de verdad lamento si interrumpí el estudio...-. Miró a su hija con los ojos entrecerrados –Volvimos antes porque la cena fue un caos, se cortó la luz y no tenían generador propio... ¿Cómo es eso posible?-. Se acercó para darle un beso en la frente y susurrarle secretamente al oído –Me gusta que hagas amistad con ella, es una buena chica...-. Se volteó como si nada hacía Regina –Me despido, la verdad es que estoy muy cansado e iré a dormir... no tarden tanto en hacer el trabajo, salgan a divertirse un rato-. Les hizo un gesto con la cabeza y se retiró de allí con los ojos casi cerrados. En serio estaba agotado.

Emma estaba sonrojada, la mandíbula la tenía tensa, las manos le temblaban y se sentía avergonzada. Amaba a sus padres pero ¡¿Cómo pudo su papá interrumpir justo en el momento menos preciso?! Había sido dulce e inocente, subió hasta su habitación para saludar y retirarse, no tenía como saber que estudiar era precisamente todo lo contrario a lo que pudo suceder. Regina leyó los gestos de su cara formando una sonrisa débil por ello. Incluso esta noche no era preciso que terminaran haciendo el amor ¿Qué tenía el mundo en su contra? Se acercó hasta ella extendiendo sus brazos para capturarla entre ellos, la rubia hundió su cara contra la blusa de Regina para aspirar todo lo posible su perfume y calor. ¿Cómo algo tan simple podía ser tan exquisito? Emma conocía a sus padres, cuando estaban cansados nada podía sacarlos de su sueño así que no había problemas si invitaba a Regina a quedarse un rato más pero ¿Cómo decírselo sin sonar como una ofrecida? Por esta vez se conformaba con su compañía, quería aprender más de ella, quería ser parte de su mundo, saber de ella todo lo que lo conformaba también.

Mi Cenicienta (Swanqueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora