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Capítulo 41

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Al otro día, Dijon, Francia

Cuando el taxi se detuvo frente a ese enorme edificio de piedra blanca, se dispuso a abrir la puerta pero el conductor se adelantó para hacerlo él mismo. Violet sonrió agradecida, extendió la mano y le dio la paga por el viaje pero con una gran cantidad de dinero que sobraba. El hombre abrió los ojos sorprendido, segundos después reaccionó y metió la mano a su bolsillo para guardar el dinero, pero no salió con la mano vacía sino con una pequeña flor de papel rosa.

Algo tan sencillo pero significativo emocionó a la joven, no todas las personas en este mundo eran terribles, vivían apurados o estresados por su ritmo de vida, más de alguna podía darse unos segundos para hacer algo así. Quizás Violet emanaba una tranquilidad y belleza distinta a todo el resto de las francesas, por algo siempre se destacaba dentro de un cúmulo de personas.

Cuando ingresó al edificio de la empresa de su hermana, todos se dieron cuenta de su presencia. Más de alguno corrió a su lado para preguntarle que deseaba, si quería comer algo, si necesitaba acomodarse en el mejor sofá del edificio o cualquier cosa por el estilo.

Violet estaba segura que si pedía que le trajesen un elefante lo harían, cualquiera de los trabajadores en este lugar correría con tal de complacerla y así asegurarse que la hermana de la gran "Evil Queen" estuviese en las mejores condiciones. Por suerte la joven no era de ese tipo de mujeres que abundaban.

-No gracias, solo iré al sexto piso para esperar a mi hermana-. El edificio de 6 pisos que por fuera se veía muy pintoresco y acorde al estilo renacentista-gótico de Dijon, por dentro era lo contrario, resaltaba la modernidad y tecnología –No se preocupe

-Señorita Mills, si usted necesita a su hermana podemos sacarla de la reunión, tenemos órdenes de la señorita Regina de hacer cumplir su orden-. Violet cerró la boca, los 10 empleados que estaban a su alrededor en primera planta parecían preocupados y urgidos por correr donde Regina y avisarle que su hermana estaba aquí. No le parecía que estas personas temieran de ella.

-Mi hermana desea cumplir mis deseos ¿No?-. Asintieron convencidos. Cada uno de los 47 empleados en este edificio sabía que todo valía poco o nada al lado de la hermana de la jefa, así ella lo había decretado con autoridad –Pues mi deseo ahora es ir a esperarla a su oficina mientras ella termina su reunión-. Alguien iba a insistirle que podían interrumpir la reunión pero la joven negó –Estaré bien, yo hablaré allí con la señorita Regina...

Uno de los empleados la escoltó en el ascensor hasta asegurarse que estuviera cómoda en la oficina de la jefa. Cuando así sucedió Violet se acomodó en el enorme e imponente asiento giratorio de cuero negro. Miró todo lo que tenía la oficina de su hermana y sonrió orgullosa, pensar que hace unos años habían llegado con tan pocas cosas y ahora estaban en lo más alto. Pero más que riqueza monetaria, a Violet le gustaría que su hermana alcanzara también la riqueza emocional con todos los demás y no solo con ella o sus mejores amigos. Miró a un costado y vio la foto que tenía en tamaño grande de, según ella, las mujeres más importante de su vida. Pero la sonrisa de la joven se fue perdiendo cuando se puso a pensar en que el valor de pareja para Regina había perdido el sentido desde que llegó a Francia hace 10 años, de hecho la había visto con muchas mujeres, realmente muchas como para recordar una cifra exacta. Aunque estaba segura que si alguien a ella la tratara como Regina lo hace con las mujeres, le arrancaría los ojos con sus propias manos.

-¿Y qué ha de ser de Neal?-. Giró el asiento de cuero hacia la ventana para mirar el perfecto cielo celeste ahí en Dijon, pensando sobre la familia y ese tipo de cosas se acordó de quién alguna vez fue su hermano. ¿Estaría bien? ¿Qué sería de él cuando la empresa de los Jones había quebrado? De sus pensamientos la sacó una voz familiar, la voz de alguien que se había convertido en una persona a la cual admirar.

Mi Cenicienta (Swanqueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora