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Capítulo 17

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Tenía las manos sujetas sobre sus rodillas mientras escuchaba a su madre. Era prácticamente el mismo discurso que el de su padre, la palabra respeto y moral se repetía una y otra vez haciéndola sentir cada vez más mal de lo que ya estaba. ¿Cómo se le había ocurrido causarle una fractura a alguien como Regina? Su madre se lamentaba estar tan ausente por culpa del trabajo como para evitar que hiciera este tipo de cosas o detectar problemas en su hija.

-Quizás no debimos decirte todo el tiempo cosas para elevar tu ego, incluso nosotros en nuestro trabajo nos topamos con personas que nos superan en varios aspectos y eso no nos lleva a actuar con violencia sino a ser complementos... también me has decepcionado amor-. Emma tragó mucha saliva, se secaba lágrimas aunque su madre ya las había visto.

-Basta mamá, ya sé que actué mal, ya lo sé ¡Ya lo sé!-. Ingrid se agachó frente a ella, a diferencia de James era más emocional y cedía ante eso.

-Mi niña, nuestra intención no es hacerte sentir mal, pero quiero que el día de mañana a tus hijos les enseñes lo correcto, admite por favor que te equivocaste, que te comportas mal y tú no eres así de hecho-. Entrecerró los ojos –Me sorprende...-. Besó su frente y secó las lágrimas que quedaban con la yema de sus pulgares –Tu papá me dijo que debo darte un castigo y sí, lo haré... si no lo cumples seremos muy estrictos, mucho más-. Se alejó para seguir paseando por la enorme habitación de su hija.

- Qué.... ¿Qué harás mamá? -. Ingrid sonrió.

-Simple, el costo de la fractura no será descotado de tu cuenta bancaria pero harás algo que de verdad Regina necesitará... primero, irás a disculparte con ella al hospital o a su hogar, segundo y muy importante, tendrás que ayudarla a comunicarse hasta que su antebrazo sane... los yesos duran más o menos un mes y medio.

-¡¿Qué?!

-Lo que escuchaste princesa, una disculpa, ayudarla a comunicarse y dejar de una vez por todas la actitud hostil que hay entre ambas o... ¿Crees que no sé lo que pasa en Heidelberg?-. Se acercó a la puerta pero antes de irse miró de nuevo a su hija –La disculpa parte mañana, de no cumplir tu castigo no saldrás en dos meses de la mansión y regalaremos TODA tu ropa a instituciones benéficas, buenas noches cariño...

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Al otro día

Pestañeó varias veces antes de que el sueño se esfumara por completo y se diera cuenta que estaba en el hospital. Sentía la garganta muy seca pero cuando estiró su brazo derecho para alcanzar el vaso y la jarra, vio que estaba sujeta de un soporte. Los recuerdos del día anterior llegaron a su mente antes de gemir angustiada, ¡Su brazo!, Si tan solo fuera ambidiestra, pero no, no se llevaba bien con la mano izquierda. ¿Por qué se le ocurrió tratar de ayudar a la "heredera"? Nunca pensó que esa chica en realidad fuese tan buena en artes marciales ¡Pero si parecía una sosa que se caía a cada rato! Pero no fue solamente eso lo que recordó, también fue el momento preciso en el que ella presionó su mano en su pecho donde latía el corazón, su mirada ansiosa... ¿Cómo sería besarla de nuevo? Lamentablemente su belleza se opacaba con su personalidad. Llegó una enfermera para ver su ficha y hacerle un rápido examen físico para saber cómo se encontraba.

-Tengo órdenes de darle noticias de lo que ha sucedido-. Sonreía amable –Ayer llegó desmayada, tenía una fractura en el hueso radio y le hicieron una intervención quirúrgica para ponerle una placa y tornillos, todo está bien, el yeso es para darle mayor estabilidad y evitar que se haga daño, lo tendrá un mes más o menos... apenas llegó le hicieron una radiografía para comprobar la fractura-. Le llenó un vaso con agua y se lo acercó a la mano izquierda –Lo que desee puede tocar el timbre a su lado izquierdo, sé que no puede comunicarse así que haremos todo lo posible para que esté cómoda...

Mi Cenicienta (Swanqueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora