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Capítulo 12

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Regina miraba al frente mientras andaba en su bicicleta. James Swan la había llamado para reunirse en la mansión el día de hoy, día jueves en el atardecer. No venía de su casa sino de la biblioteca de la escuela donde había preparado el debate y posibles contra ataques que harían el día de mañana para defender su postura. No había resultado incómodo trabajar con ellos porque al parecer gracias a Dios estaban interesados en sacar una buena calificación, además sus argumentos no eran clasistas sino específicos y por otra parte no eran como los típicos niños ricos mimados.

El guardia de seguridad que estaba en las puertas de hierro la dejó entrar. A medida que avanzaba con la bicicleta allí en el camino de piedras, pensó que esta era la primera vez que venía a la mansión sin ser una sirvienta y de pronto la idea que había querido evitar toda la tarde se hizo clara ¿Estaría Emma dentro?
Dejó la bicicleta apoyada a un costado en el suelo, no necesitaba cadenas o algo por el estilo porque aquí era imposible que le robaran algo tan básico y viejo como esto. Las sirvientas que la vieron la saludaron de inmediato, era increíble imaginar que en un principio no la habían soportado y ahora se contentaban con verla allí.

-El señor Swan vendrá de inmediato, por favor ¿Podrá esperarlo?-. Asintió –Mientras pase a su oficina, ha dicho que lo espere allí.

Tic, tac, tic tac. El sonido del reloj antiguo inundaba esa imponente oficina que desde un principio le pareció una maravilla. Sonrió al ver la foto de James junto a su esposa con famosos personajes del área del entretenimiento ¿Cómo habría formado su fortuna? ¿Había crecido siendo rico? Nunca le especificó porqué la ayudaba tanto. Miró la hora, 8 de la noche, apenas habían rayos solares en el cielo y pronto se haría oscuro, aunque eso no era relevante porque no importaba cuan tarde fuese, no iba a irse hasta que conversara con el señor Swan.

-¡Papito! Quería saber sí...-. La morena asustada por esa sorpresiva invasión, se dio vuelta para verla. Allí parada con la boca abierta estaba la castaña. La miró de pies a cabeza y no pudo evitar sonreír con el costado de sus labios, estaba solo con una camiseta larga de los Lakers, shorts que se escondían debajo de la prenda y una coleta alta. Se veía tan común, tan... ¿Normal? Muy bonita –¿Qué haces tú aquí?-. Susurró, Regina caminó hacia ella y le mostró su libreta.

-"Su padre me ha citado aquí, señorita Swan, a usted no la he venido a ver"-. La rubia se sintió por alguna razón ofendida, eso dañaba su ego.

-Bien, genial... ¿Te puedo hacer una pregunta?-. Como un cachorro Mills inclinó el rostro hacia un lado. Sí, pensó Emma, era jodidamente misteriosa porque solo el sonido de la respiración era lo que podía oírse de ella. Tragó saliva –¿Supongo que te preparaste para el debate de mañana? Espero tus respuestas sean dignas de ese cerebro-. Presionó su dedo índice en la frente de la morena. Sus ojos marrones se intensificaron, sus labios mostraban una dentadura perfecta porque estaba sonriendo, tenía una respuesta pero no podía escribirla porque era un poco grosera –¿Qué te pasa? No me mires así...

Regina caminó de vuelta al sofá donde esperaba al señor Swan, no tenía intenciones en seguir interactuando con ella, habían quedado claro que actuaría como si no se conocieran por el bien de ella. Había una guerra entre ambas, eso podía sentirlo. Y sin previo aviso apareció James allí en la entrada de su oficina en casa.

-Princesa pero...-. Tenía fruncido el ceño, miró la espalda de la chica morena, luego a ella –¿Esta apariencia amor?

-Yo, yo...-. Sus mejillas y toda la cara se tiñó de un tinte rojo –¡La culpa es de ella!-. Levantó la barbilla de forma engreída, movió exageradamente su cabello y cerró de un portazo la entrada. James se rascó la barbilla ¿Su hija no toleraba a Regina? A veces era tan emocional como Ingrid, su mujer.

Mi Cenicienta (Swanqueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora