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Capítulo 3

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El olor a las tostadas, el pastel de chocolate bajo en calorías, el juego de naranjas exportadas, el chocolate caliente con crema y canela. Todo estaba tal cual Emma lo había pedido a un costado de su cama. Sonrió encantada antes de sentarse al borde del colchón para comer todo lo que podía de allí. Le gustaba que las cosas mantuvieran un orden, que las cosas pudieran controlarse, sí, definitivamente era una mujer que no le gustaban los imprevistos ni las sorpresas. Su día a día era perfecto, muchas personas le decían que era la princesa de cuentos de hadas en la vida real porque todo se mantenía en armonía, la relación con sus padres, su maravillosa situación económica y social, pero también su relación con Killian.

Una vez terminada su comida, se paró y caminó hacia una puerta cerca de la cama. No era un simple armario, al contrario, era otra habitación un poco más pequeña que la original pero ostentosa, llena de más de 70 pares de zapatos, zapatillas y botas, joyas, miles de accesorios y prendas 100% de las mejores marcas y diseñadores del mundo aunque tenía algunas prendas de ropa bajo costo que usaba para sentirse como el "ser humano común". Sin contar que cada mes la diseñadora de la familia le decía qué cosas estaban fuera de moda y debían ser desechadas o renovadas. Fresca y preparada para el entrenamiento de tenis, bajó a pasos lentos por la escalera pero, la armonía había sido quebrada por una discusión del comedor principal. ¡Ese era su padre! Nunca gritaba y debía ser algo grande como para haberlo hecho. Abrió una de las enormes puertas del comedor y se llevó una mano a la boca al descubrir quiénes estaban peleando.

-¡Cómo es posible que seguridad haya dejado entrar a una desconocida a mi hogar!

gritó James Swan, los ojos marrones de la "empleada" de Starbucks eran fríos y calculadores ¡Era una psicópata! Con mucha agilidad sacó una libreta de su bolsillo, un lápiz y comenzó a escribir, era rápida.

-"Voy a tomar el lugar de mi madre, Cora Mills, al menos hasta que se recupere"

-¿Es que acaso no puedes hablar como las personas normales?-. Preguntó James.

-Papá...-. Emma susurró asustada.

Regina volvió a escribir en su libreta -"Soy muda señor, pero soy eficiente de mil y un maneras, por cierto, le sorprendería saber que soy normal"

Por supuesto que no iba a permitir que su mamá trabajara si apenas podía moverse, años y años le estaban pasando la cuenta y aquello sentimentalmente no lo tenía bien, su familia era su todo. James Swan la miró de pies a cabeza como si se tratara de un producto al que evaluar antes de comprar. Bien, Regina Mills tenía buena apariencia, buen físico, algo flacucha pero se veía fuerte y dada la posición de su cuerpo muy segura de sí misma. Cora era una de sus mejores empleadas ¡¿Cómo podía perderla?! Dando un gruñido le hizo un gesto con el dedo para que lo siguiera, eso Regina lo tomó como buena señal pero no relajó los hombros.

En cambio, en ese instante se atrevió a girar un poco la cabeza a quien había irrumpido la conversación con una voz tan conocida. Frenó de golpe porque los pies no le obedecían, se había paralizado ante la mirada preocupada de esa muchacha. No era posible... esa... esa chica ¡Esa chica era la única heredera de los Swan!

Emma curiosa e intrigada caminó sin ser vista hasta poder llegar a la gran oficina de su padre, ahí puso la oreja contra la puerta para oír todo pero ¿Qué podría escuchar más que la voz de su padre? Era evidente que Regina se había sorprendido al verla, incluso había cesado por unos segundos su caminar. Pasaron varios minutos pero cuando sintió que iban a abrir la puerta, corrió hacia el comedor principal para fingir que leía una revista de moda.

Mi Cenicienta (Swanqueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora