CAPÍTULO 3

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Is it chill that you're in my head?
'Cause I know that it's delicate
Delicate - Taylor Swift

Saludé de manera educada a todas las personas que me encontré en el camino de la entrada del bufete hasta mi oficina aquella mañana. Me costaba bastante poner una sonrisa en mi cara a esa hora, se podría decir que no era exactamente lo que se dice una persona mañanera.

—Buenos días —me recibió mi asistente.

Le sonreí sin muchas ganas.

—Buenos días —entré en mi despacho con Anne siguiéndome los talones—. ¿Qué tenemos para hoy?

La chica de cabello negro azabache pasó la vista rápidamente por su agenda electrónica, revisando mi itinerario.

—A primera hora tiene la reunión con el señor Todd, luego es la conferencia con el juez Connor y...

Me acomodé en mi escritorio mientras Anne me ponía al día. Saqué mi móvil del bolso mientras revisaba mi mesa con la mirada, notando que la fotografía familiar estaba un poco inclinada hacia la dirección equivocada. La arreglé, enderezándola hasta que estuvo perfecta.

Eres muy odiosa con la organización.

Y tú eres odiosa y punto.

Anne terminó de decirme mi horario del día, anotando aquí y allá los casos que no tenía pensado aceptar y los que ya había dado por cerrados.

—¿El divorcio de los Daniels? —le pregunté cuando terminó— ¿Cómo lo lleva el licenciado Hilbert?

—Mañana tiene la última audiencia —respondió rápidamente.

—¿Y el caso de Fisherman? ¿Cómo va Wezz con eso?

Revisó la agenda.

—Hoy se reúne con el último testigo para corroborar su testimonio.

—¿Y Chris?

—A las tres tiene el juicio.

Asentí, complacida.

No era tarea fácil llevar el peso de un bufete sobre tus hombros. La presión para no defraudar a nadie, la responsabilidad que conllevaba todo y el constante estrés de mantener todo a flote ponían a prueba a cualquiera. Y no es que la firma fuera muy grande, pero con 12 abogados dependiendo de mí no podía permitir que ningún detalle pasara inadvertido.

Nos regíamos más por la calidad que por la cantidad, por lo que el negocio andaba como la seda.

Por suerte tenía a Anne, que era tan parecida a mí profesionalmente que ni siquiera me preocupaba por que cumpliera bien si trabajo.

—Eso es todo, ya te puedes retirar —le dije.

—Con permiso.

Asintió formalmente y salió de mi despacho, dejándome sola. Un segundo después, me puse manos a la obra con mi primer caso del día.

∞∞∞

El señor Todd se despidió con una sonrisa y salió de mi despacho. Su caso había sido un poco complicado, por no decir algo peor.

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