«Dos personas que huyen de un mismo sentimiento, huyen en la misma dirección.»
Hoy mis mentiras veo caer
que no es verdad que te olvidé
¿cómo te atrever a volver?
Cómo te atreves - MoratJacob.
Dos semanas después...
El enojo me cegó por completo. Sin poder detenerme, dejé caer mi puño sobre el escritorio, haciéndolo vibrar. Willow, mi secretaria, pegó un brinco, no podía culparla, en siete años que llevaba trabajando para mí nunca me había visto tan alterado, pero no dijo nada. Sabia decisión.
Me guardé el móvil en el bolsillo y cogí el saco de manera bastante brusca antes de salir hecho una furia de mi oficina, en el Golden Cross Hotel. Willow caminaba detrás de mí, apresurada, intentando explicarme lo que estaba pasando antes de que encontrara a Cyrus y lo matara yo mismo.
Entramos en el ascensor y terminé de perder los papeles cuando mi asistente trató de hacer el problema más pequeño de lo que era.
—¡Pero nada! —espeté con impaciencia, pasándome las manos por la cara— ¡Les pago una fortuna a esos idiotas de gerencia para que cuiden de mis hoteles como es debido! —vociferé, como si mi pobre asistente tuviera la culpa— ¡No se conforman con el jodido dineral que les pago y se atreven a robarme!
La única voz que retumbaba en el reducido espacio era la mía. Ciertamente estaba perdiendo los estribos, y no ayudaba en nada que la única persona que estuviese dentro del ascensor me sacara tanto de mis casillas. Willow me miró nerviosa, sus grandes ojos negros abiertos como platos.
—Tiene usted razón, señor —susurró y guardó silencio.
Una voz molesta en mi cabeza me decía que debería ser más suave con ella, al fin y al cabo no tenía la culpa, pero llevaba varios días con un humor de perros y eso había sido la gota que derramó el vaso.
Tampoco ayudaba que desde hacía casi tres semanas tuviera un mal humor que no se me quitaba con nada.
Quería sentirme aliviado, después de todo, lo que tenía con Lara había terminado. Pero no fue así. Desde el principio supe que acercarme a ella no era de mis mejores ideas, que estaba tentando al destino, pero poco me importó eso cuando vi sus preciosos ojos café. Tenían un brillo distinto a la última vez que los había visto. Pero había sido igual de intenso, igual de devastador. Y estar con ella... Fue como estar cautivado por un arbusto y disfrutar cada pinchazo.
En el fondo sabía que estaba jugando con fuego y aún así no pensé que pudiera quemarme.
—¿Señor? —la voz de Willow me sacó de mis divagaciones.
La miré, intentando no ponerle mala cara. Entonces noté que el ascensor había llegado al último piso, donde se encontraba el helipuerto y esperaba el helicóptero que me llevaría hasta mi destino. Donde pensaba despedir a unos cuantos ineptos de administración.
—Es necesario que vengas conmigo —le comuniqué a mi asistente—. En cuanto lleguemos y pueda resolver esto puedes salir y comprar lo que necesites.
Ignoré el atisbo de sonrisa que se asomó en su boca. No era ciego, sabía que le gustaba —no se había preocupado por esconderlo muy bien—, pero siempre procuré ser respetuoso y mantener mis distancias con ella. Además, era muy buena en su trabajo y nunca había tenido quejas. Pude ver que intentó decir algo, pero al final prefirió quedarse callada.
Al menos ella sabía cuando dejar de presionar.
Dejé que subiera primero y luego subí yo. Ambos nos colocamos los cascos obligatorios unos minutos antes de que el helicóptero se pusiera en marcha.
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Todo lo que somos ©
RomanceLara lleva muchos años sin tener un corazón roto. Hay un límite para lo que una persona puede sufrir por amor y ella lo había superado varias veces. Por ello, nunca se involucraba con hombres. No seriamente, al menos. Jacob necesita desesperadamente...