CAPÍTULO 26

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'Cause I got issues
But you got 'em too
So give 'em all to me
And I'll give mine to you
Issues - Julia Michaels

«Al fin era noviembre» pensé al mirar por la ventana. Lo que significaba solo una cosa: mi estación favorita, el invierno, había llegado. No podía esperar a que comenzara a nevar y los árboles se quedaran sin hojas.

Me encantaba la nieve, cuando caía un copo en tu mano y se sentía muy frío durante un instante antes de que se derritiese, y amaba el aspecto melancólico que adquirían los parques en este época del año, cuando las personas casi no iban y podías apreciar su verdadera belleza.

Lo único que me desagradaba de la estación era el comienzo de las carreras de motociclistas. Provocaban accidentes todos los años y, hasta donde tenía entendido, estaban prohibidas. No entendía por qué, siendo el año tan largo, escogían el invierno para hacer las locuras que hacían con aquellos trastos gigantes. Nunca me había topado con una y esperaba que se mantuviera así.

Salí de mi letargo y dejé de lado esos pensamientos.

Me levanté de la silla y recogí mis cosas. En media hora tenía una reunión con un cliente que prefería quedarse en casa debido a su paraplejia. Su esposa lo había dejado por su condición física y el pobre estaba hecho polvo.

Metí los papeles importantes que necesitaría dentro del portafolios y salí de mi despacho. Me detuve frente al escritorio de mi asistente y le dije:

—Anne, voy a visitar al señor Quinn. No sé cuánto tardaré así que puedes despejar mi agenda hasta mañana.

—Como usted diga —asintió—. La señora Robertson llamó para cancelar su cita del viernes.

Puse los ojos en blanco.

—Déjame adivinar, ha vuelto con su marido —asintió otra vez, confundida—. Pide cita cada dos o tres semanas desde hace casi un año. Siempre dice que se quiere divorciar, pero nunca lo lleva a cabo.

—Eso suena... un poco loco.

Sonreí.

—Ella está un poco loca —me encogí de hombros.

Ultimé algunos detalles con Anne sobre la junta de principio de mes antes de irme. Una vez fuera, respiré hondo para llenar mis pulmones del frío aire que corría y me ajusté el abrigo negro que llevaba.

Estaba a mitad del trayecto, Echo de Jason Walker sonando a todo volumen en el estéreo. Había bajado la ventanilla y el viento me despeinaba el cabello. La canción terminó y mi móvil comenzó a sonar, alertándome de una llamada. Viendo que era Jacob activé el alta voz y contesté por el manos libres del coche.

—Hola.

—Hola, cariño.

Aún hoy, después de tres meses de haberle dicho que lo amaba, se me hacía raro su forma cariñosa de tratarme. Siempre había sido cerrada y poco expresiva por esa parte. Era con mi familia que me mostraba así, nadie más. Y ahora llegaba Jacob y me decía esas cosas tan lindas y me sentía un poco mal por no tratarlo de igual manera.

—¿Cómo va tu día? —preguntó.

Fruncí el ceño, por el tono de su voz podía asegurar que algo lo estaba molestando.

—Bien, aunque a juzgar por la emoción con la que hablas el tuyo no va igual, ¿me equivoco?

—Pues no andas mal —exhaló pesadamente, demostrado mi punto—. Acabo de tener una conversación con Elliot Cross.

—¿Elliot Cross? —probé el nombre, pero no me sonaba de nada— ¿Y ese quién es?

—Un primo segundo que apareció hoy en la mañana y quiere un puesto en la junta directiva de los hoteles.

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