CAPÍTULO 8

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And I'm thinking 'bout how people fall in love in mysterious ways
Thinking out loud - Ed Sheeran

Hacía veinte minutos que terminó el acto conmemorativo por el aniversario de la fundación, papá dió su discurso como todos los años y yo me encargué de agradecer a todos los que donaron. Incluso conseguí que varios hombres subieran sus donaciones. Una sonrisa aquí y una risita coqueta allá y los tuve en la palma de mi mano.

Que todo fuera por que la fundación siguiera creciendo y pudiera ayudar a más mujeres.

Miré a mi alrededor, todos estaban bailando y divirtiéndose. Por suerte la niñera de Blaire había solucionado el incidente de su vestido y ahora ambas estaban en una de las habitaciones de arriba, por lo que Jessie estaba bailando muy acaramelada con Bruck. Pensé que esos dos tenían serias posibilidades de tener algo esta noche.

La velada estaba yendo mejor de lo que esperaba, mi madre había dejado de perseguir a mi padre y este había dejado de intentar beber para cabrearla, ahora los dos estaban bailando como si hubieran acabado de conocerse.

Todos parecían divertirse.

Todos menos yo.

Es cierto que este año no me había afectado tanto, pero ninguna cantidad de alcohol borraba mis recuerdos. Esos estaban grabados a fuego en mi alma.

—¿Bailamos? —preguntó una voz a mis espaldas.

Dí un respingo por la sorpresa, casi tirándome encima la copa de vino, y me giré en su dirección con una sonrisa sincera adornando mis labios.

—Por supuesto —le respondí a Edward—. No sabía que venías.

Lo tomé del brazo y nos dirigimos al centro del salón, donde varias parejas bailaban suavemente la balada que estaba sonando.

—Quería darte una sorpresa. Y creo que lo he conseguido —dijo con su tono serio habitual de voz.

—Pues sí que lo has conseguido. Creí que no te volvería a ver hasta dentro de dos semanas.

Se encogió de hombros.

—Tenía asuntos que resolver aquí, así que decidí volver.

—Pues me alegra que lo hayas hecho —le dije en serio.

Nunca habíamos sido de los amigos que hacían chistes y reían juntos, pero él era el único amigo que aún conservaba de mis años de universidad. Lo conocí cuando fui a estudiar a Londres. Yo era un desastre y él me ayudó bastante.

Edward era de estas personas naturalmente serias y reservadas, casi amargadas. Fue criado por su padre y este era bastante estricto con él, a eso súmale que su madre murió cuando era pequeño y puedes imaginar el porqué de su forma de ser. Aún así, Edward era de las mejores personas que había conocido jamás.

—¿Cómo estás?

Su rostro se puso serio de pronto y supe muy bien a que se refería.

—Creo que estoy bien, creo que ya no me afecta tanto.

Le dediqué una sonrisa tranquilizadora, intentando respaldar mis palabras, y su rostro se relajó de nuevo.

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