CAPÍTULO 28

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This is going to break me clean in two
This is going to bring me close to you
She is - The Fray

Jacob.

Masajeaba mis sienes tratando de aliviar la presión en mi cabeza, que notaba a punto de explotar. Ahora mismo me sentía el hombre más idiota de la tierra. ¿Cómo demonios se me ocurrió dejar ir a Lara? Tendría que haber sabido que querría alejarse lo más posible de mí y encerrarse en sí misma.

Entendía que había sufrido mucho y que le costaba confiar en las personas, pero necesitaba que supiera que estaba aquí para ella. Me hubiera gustado que hablara conmigo en lugar de dejarme fuera. Sin embargo, entendía perfectamente porqué no lo había hecho, y aunque me costaba  aceptarlo, también sabía que lo tenía más que merecido.

Mientras me debatía en mi batalla, inseguro del punto en el que nos encontrábamos ahora, la observé dormir pacíficamente y suspiré aliviado por el simple hecho de saber que estaba a salvo. Se veía tan pequeña en esa cama de hospital que solo quería cogerla entre mis brazos y sostenerla muy fuerte, hasta que el sentimiento de angustia que tenía clavado en el pecho desapareciera.

Tenía miedo de lo que pudiera pasar cuando despertara. Haberle mentido sería algo que lamentaría siempre. Aún así, no cambiaría el pasado. A pesar de que mi objetivo cuando nos vimos otro vez no era conocerla y enamorarme, ahora no podía estar más agradecido de que hubiera pasado. Así que no, no le había dicho la verdad, pero si lo hubiera hecho probablemente nunca hubiésemos llegado a esto. Y no me refería a esta situación de mierda donde tenía que presenciar como la mujer que amaba se alejaba de mí. Me refería a lo que teníamos, a lo que podíamos llegar a tener. No quería perderla.

No éramos perfectos, pero éramos nosotros. Dos personas que tuvieron la suerte de encontrarse en este mundo loco.

Antes de Lara, me sentí solo por mucho tiempo. Era horrible necesitar un abrazo y estar solo. No quería eso nuevamente, pero tampoco quería a alguien más que me abrazara. Solo la quería a ella, y no sabía que haría si cuando abriera los ojos me decía que no deseaba volver a verme.

—¿No te has levantado de esa incómoda silla desde que la admitimos?

La voz de Jessie dispersó mis divagaciones. La miré en la puerta de la habitación, sonriéndome amablemente.

—No quiero dejarla sola —me encogí de hombros.

Jessie se acercó y puso su mano en mi hombro, como si me estuviera alentando.

—¿Sabes algo? —dijo tras unos segundos de silencio.

—¿Mhmm?

—Me gusta tu forma de enfrentar al dragón. Otros lo hubieran matado, tú lo enamoraste.

Levanté la vista y me encontré con una mirada reconfortante que, aunque en otra ocasión seguramente me hubiera consolado, ahora solo conseguía hacerme sentir culpable.

—Esa metáfora pierde sentido cuando ella está en una cama de hospital y yo soy el responsable.

Jessie negó.

—Eres igual de cabezota que ella, ¿sabías? —asentí, volviendo a centrar mi atención en Lara—. Deberías ir a la cafetería, comer algo. Lara estará dormida un rato más.

Antes de que tuviera tiempo de negar, justo en ese momento, mi estómago se dio por aludido y no pude ocultar que, de hecho, sí tenía hambre. Daba igual, no pensaba dejarla.

—Iré luego. Prefiero quedarme con ella.

—No seas terco, hombre. Yo estaré pendiente.

Jessie podía llegar a ser muy persistente y persuasiva. Al final consiguió que fuera a comer algo.

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