All that you ever wanted from me was sweet nothing
Sweet nothing - Taylor SwiftAquella mañana estaba de buen humor, pero también muy cansada.
Una mezcal extraña, lo sé.
Por esa misma razón mantuve la cabeza gacha todo el camino desde la entrada hasta mi despacho. No me apetecía hablar con nadie en ese momento, y tampoco me creía capaz de hacerlo sin haber bebido mi café oficial de la mañana primero. No era persona hasta que no lo hacía.
Apuré el paso, soñolienta, y me ajusté las gafas de sol cuando vi a los técnicos de contabilidad acercarse. Por suerte, venían distraídos hablando entre ellos y no notaron mi presencia.
Un segundo después, ya había entrado en mi despacho. Solté un suspiro, aliviada, y me dejé caer en la silla. Notaba los hombros tensos y la espalda dolorida, recordándome que la noche era para dormir por una razón.
Me quité las gafas con una mano mientras sostenía mi café negro con la otra, estaba caliente y muy humeante, y ya empezaba a arderme la mano. Lo dejé en el escritorio, al lado de las gafas, y me eché hacia atrás en la silla.
Cerré los ojos, queriendo descansarlos un momento.
Tenía mucho sueño, y unas ojeras horribles que parecían dos agujeros negros, pero no podía evitar que una sonrisa complacida tirara de mis labios cuando recordaba porque estaba tan cansada.
Jacob se había quedado a pasar la noche en mi casa y, obviamente, no dormimos nada. Se podría decir que hicimos... otras actividades más divertidas.
Guiño, guiño.
En realidad, todo marchó de maravilla hasta que tuve que levantarme temprano esa mañana para ir al trabajo. O, bueno, hasta que Jacob me obligó a hacerlo.
—Venga, despierta —su voz, profunda y asquerosamente británica, me resultó muy molesta a aquella hora de la mañana—. Arriba, dormilona.
Me removí en la cama, intentando bloquear su voz, y puse una mueca de asco, lamentando estar viva.
Yo solo quería dormir.
—5 minutitos más —medio murmuré, medio bostecé.
Seguro que Jacob te encuentra súper atractiva ahora mismo.
Qué se joda, por despertarme.
—Vas a llegar tarde a trabajar.
Abrí un ojo, enfurruñada, y lo miré. Él estaba parado a un lado de la cama completamente vestido, luciendo tan asquerosamente guapo como siempre. En ese momento descubrí que, como a todo el mundo, le tenía mucho asco recién levantada.
Bajé la mirada, y vi que tenía en las manos una taza de café púrpura con flores amarillas que me había dejado mi abuela mientras me miraba divertido.
—No me importa —resoplé como una niña pequeña.
—Lara...
De no haber estado más dormida que despierta hubiera puesto los ojos en blanco.
—¿Qué más te da si llego tarde? —le pregunté, con los ojos a medio cerrar.
—Que luego me culpas a mí.
Dejó la taza de café en mi mesita de noche y se cruzó de brazos, intentando parecer serio.
—¿Yo? —me tapé la boca al bostezar—. Nah, sería incapaz.
Jacob me frunció el ceño, elevando una ceja.
—Me culpaste cuando no pudiste terminar un contrato el otro día.
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Todo lo que somos ©
RomanceLara lleva muchos años sin tener un corazón roto. Hay un límite para lo que una persona puede sufrir por amor y ella lo había superado varias veces. Por ello, nunca se involucraba con hombres. No seriamente, al menos. Jacob necesita desesperadamente...