CAPÍTULO 24

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«Para aquellos que tienen grietas y se le han perdido piezas, armen un mosaico y sean arte.»

Nobody said it was easy
No one ever said it would be this hard
The scientist - Coldplay

Observé detenidamente el paisaje que se mostraba ante a mí. La arena blanca era tan fina que casi ni se sentía entre mis dedos. El agua azul era tan clara y nítida que me costaba creer que era real. El olor a salitre se metía en mi nariz, haciéndome cosquillas.

Respiré lo más hondo que mis pulmones me permitieron y comencé a hablar:

—A los 16 mi vida era perfecta.

Necesitaba decirle esto, sacármelo de adentro, pero me aterraba la idea de mostrarme a mí misma así de vulnerable.

—Era la capitana del equipo de animadoras y tenía una invitación segura a todas las fiestas. Era la típica chica con la vida resuelta —dije con una sonrisa irónica—. En el último año de instituto llegó un chico nuevo a la escuela, Thomas. Fue el chisme en boca de todos durante semanas, según todas las chicas era perfecto.

Recuerdos de aquellos días vinieron a mí mientras miraba el mar, relajándome con el vaivén de las olas.

—Yo no le hallaba nada especial —murmuré más para mí misma que para Jacob—. No era mi tipo y ni siquiera lo encontraba atractivo. Pero él estaba muy interesado en mí. Todos los días se aparecía con una flor, un poema, con algún detalle. Recuerdo haber pensado muchas veces que me había sacado la lotería con él. Era dulce, amable, todo lo que una chica podía pedir.

«Para la chica más guapa del instituto» decía la nota que Charlotte, Lena y yo leímos encontramos junto a una rosa en mi casillero.

—Lara, como no le digas que sí de una vez te lo van a quitar, tiene a todas las chicas del instituto haciendo fila —me advirtió Lena.

—Déjala que se tome su tiempo —protestó Charlotte—. Hay algo en ese chico que no me gusta.

—Basta ustedes dos. Le voy a decir que sí y ya. Tienes que aceptarlo, Charlotte, el chico ha luchado por que le diga que sí —había dicho emocionada.

Solté una risa amarga por la ironía de la historia. Jacob me observaba atentamente, sin decir nada.

—Eso continuó hasta que acepté ser su novia. Todo marchó bastante bien durante unos meses. La gente decía que hacíamos la pareja perfecta. Y lo éramos... hasta que un día lo encontré en la biblioteca besándose con Lena, la que, después de Charlotte, era mi mejor amiga en aquel momento.

—Esto no es lo que parece, Lara, te lo juro —intentó explicarse Thomas, mientras se despegaba de la que se suponía era mi mejor amiga.

—¡¿Pero crees que soy estúpida?! —chillé histérica yo— Tenías la lengua metida en la garganta de esta zorra.

—¡Eh! —exclamó Lena, pero ambos la ignoramos.

—Te juro que no volverá a pasar, dame otra oportunidad. Por favor —sonó desesperado.

—Vete a la mierda, Thomas —le había dicho, dándome la vuelta—. Y olvídate de mí.

Respiré hondo, tomándome un segundo para recordarme que ya no era la misma. Ya no era aquella niña llena de esperanzas vacías y baja autoestima.

—Lo dejé, me convencí a mí misma de que yo era fuerte y que no volvería con él. Pero todos los detalles que me hicieron enamorarme volvieron. Dejaba notas en mi casillero, flores... Lo hizo todo otra vez, y logró que lo perdonara, me juró que no lo volvería a hacer.

Todo lo que somos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora